Traigo en el cuello una notoria erupción, algunos me dicen que es un chupetón (bueno fuera), yo creo que es una mordida de Nosferatu, y la dermatóloga afirma que se trata una enfermedad cutánea cuyo nombre no recuerdo. Como la irritación va en aumento y ataca ahora al miembro más preciado de mi anatomía (eso espera al menos mi ego siempre latente), el tratamiento ha cambiada de cremitas a inyecciones.
Después de verificar telefónicamente los costos de las medicinas (actualmente hay que cuidar hasta el último centavo), eligo la opción más económica y acudo a surtirme de los fármacos prescritos. Ya en la farmacia, delante de mí, un par de señoras de aparentes escasos recursos surten tres kilométricas recetas y la cuenta de éstas resulta abultadísima. Me pongo a pensar entonces en los costos de la salud, pero inmediatamente reparo y concluyo, son sin duda mayores los costos de la enfermedad.
Espero que la kilométrica lista de medicinas ayuden a los familiares de aquellas simpáticas señoras ... espero también que las méndigas inyecciones me ayuden a mí y a mi preciado miembro.
Después de verificar telefónicamente los costos de las medicinas (actualmente hay que cuidar hasta el último centavo), eligo la opción más económica y acudo a surtirme de los fármacos prescritos. Ya en la farmacia, delante de mí, un par de señoras de aparentes escasos recursos surten tres kilométricas recetas y la cuenta de éstas resulta abultadísima. Me pongo a pensar entonces en los costos de la salud, pero inmediatamente reparo y concluyo, son sin duda mayores los costos de la enfermedad.
Espero que la kilométrica lista de medicinas ayuden a los familiares de aquellas simpáticas señoras ... espero también que las méndigas inyecciones me ayuden a mí y a mi preciado miembro.
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