29 de septiembre de 2008

El hecho y la metáfora


El hecho: una elefanta que llevaba por nombre el de Hildra chocó de lleno con un autobús de pasajeros, el fatídico impacto provocó la muerte de sus dos protagonistas, tanto el chofer como el paquidermo fallecieron tras la colisión.

Las versiones sobre cuales pudieron ser las causales de tan curioso incidente son diversas. Una de ellas, la más aceptada, apuesta a que fue un gato (¿negro?) el culpable, su inesperada presencia aterrorizó a la elefanta, quien sintiéndose indefensa en tan desigual encuentro, optó por huir y no por combatir. Existen sin embargo otras explicaciones, sin sustento alguno pero atiborradas de ingenio: hay quienes afirman que Hildra estaba cansada de su prolongado cautiverio, otros más dicen que su salario -consistente exclusivamente en notables raciones de comida insípida- le parecía deplorable y decidió probar suerte en otro lado, algunos creen que fue simplemente un acto de rebeldía espontánea...

Cualquiera que haya sido su motivación, Hildra fracasó en sus intenciones. Si lo que deseaba era escapar de las garras de un gato, terminó por confrontarse con un enemigo de mayores dimensiones; si el suyo fue un acto anárquico o de inconformismo, su protesta no llegó muy lejos, pese a que apareció en los noticieros jamás sabremos cuales eran sus demandas.

La metáfora: varios mexicanos podríamos colocarnos en las gruesas pieles de Hildra, una situación (económica y/o social) nos está espantando y estamos prestos a iniciar la estampida, una estampida en la cual no tenemos un destino preciso.

La situación actual es muy preocupante porque vivimos en el desconcierto y el desconocimiento, sabemos que estamos mal pero no sabemos que tan mal. Los focos rojos se han encendido en la economía de nuestros otrora poderosos vecinos del país del norte y nuestras autoridades no nos han brindado un diagnóstico sobre la situación: ¿qué tanto nos pegará una crisis en la economía de nuestro principal socio comercial?, ¿qué haremos al respecto?, ¿cómo sortearemos una drástica caída en las remesas y en la inversión extranjera directa en nuestro país?

Al interior de nuestra nación sabemos que las cosas están muy turbias, más que los altos índices de violencia preocupan los indicios de derrotismo que privan entre la población, la batalla contra el narcotráfico está perdiendo interés porque la estamos dando por perdida. Los intelectuales proponen estrategias alternas, la más sonada, la legalización; algunos políticos optan por una salida más sana pero menos decorosa, pactar con los narcos, que el estado se postre de rodillas ante los delincuentes; los ciudadanos dejan impasibles que la leyenda de “El Chapo” Guzmán se acreciente, lo que verdaderamente les interesa es poner cerraduras donde no las había, comprar bastones de seguridad para sus coches, colocar un barandal en la cochera... tratar de defender como se pueda el patrimonio que tanto esfuerzo nos ha costado haciendo de nuestros hogares pequeños ghettos.

La estampida para huir de nuestra realidad terminará fracasando si avanzamos dando tumbos, moviendo la enorme masa de nuestros problemas sin ningún orden e improvisando nuestras metas, se nos presenta la tempestad y corremos despavoridos, trastabillantes y con los ojos vendados.

Como buenos mexicanos, somos expertos en mentarles la madre e injuriar a nuestros políticos, pese a saber de antemano que nuestra condición en nada mejorará con ello. El próximo año tendremos unas elecciones sumamente importantes, la sociedad debe de exigir y de exigirse como nunca, basta ya de votar por un candidato por el simple hecho de que esté muy guapo o porque porte botas, si nuestra clase política no nos ha cumplido es porque no les hemos exigido.

Estamos a unos cuantos días de conmemorar un aniversario más de la matanza de Tlatelolco, he ahí el más claro ejemplo de que exigiendo y participando la sociedad puede lograr cambios sustanciales para su país. La reclusión obviamente no nos llevará a ningún lado, tampoco una estampida histérica en la cual insultemos a nuestros políticos buscando con ello más un deshago que una posible solución. Si no queremos que nuestro bote se hunda debemos de empezar a remar.

27 de septiembre de 2008

El esqueleto de la señora Morales


Tras varios intentos, todos ellos fallidos, pude ver por fin El esqueleto de la señora Morales. Me gustó, cumplió a cabalidad con los pronósticos. A continuación, un pequeño comentario sobre este clásico del cine mexicano:

El de Pablo Morales (Arturo de Córdova) y Gloria (Amparo Rivelles) es un matrimonio completamente derruido, ni se hablan ni se tocan, duermen bajo el mismo techo pero llevan vidas paralelas.

Pablo es un taxidermista que vive de las escasas ganancias que le brinda su profesión y de vender abono orgánico por una bicoca, sueña con tener una cámara fotográfica y con procrear un par de hijos que vestidos como marcianos corran por los pasillos de su casa, es briago y alegre, busca fuera de las paredes de su casa la felicidad que no le ha brindado el matrimonio; Gloria por su parte es una empedernida fanática religiosa: una enfermedad le ha deformado su rodilla derecha y ella afirma que fue por designios del altísimo; no toma medicamentos pues las enfermedades las manda Dios y solo él las puede remendar; no quiere tener hijos pues cree que nacerán deformes como ella, detesta el placer carnal y la ingesta de carne (solo come licuados), sus amistades son: el cura del pueblo, un historiador y un trío de mujeres pertenecientes a una organización similar a la de la vela perpetua.

Las marcadas diferencias entre ambos personajes han de haber sido las causales que orillaron al matrimonio a una ruptura silenciosa, quizás se enamoraron de una ilusión, no de una realidad. Y es precisamente esa divergencia de pensamientos y actitudes el eje de la película: el conservadurismo contra el liberalismo.

A primera vista parecería que el director (Rogelio A. González) toma partido. El conservadurismo encarnado en Gloria resulta fastidioso, una mujer abnegada, que se dice víctima de las circunstancias que ella misma invenciona, provoca apatía en cualquier espectador. Sin embargo el final de la película es una vuelta de tuera, Pablo, quien se jacta de ser "muy inteligente", terminará siendo la víctima de un error que no efectuaría quien se ufana de no cometer uno solo.

El México de inicios de la segunda mitad del siglo XX perfectamente retratado en El esqueleto de la señora Morales, cinta estelarizada de manera magistral por Arturo de Córdova y en la cual se despliega un humor negro, lamentablemente, pocas veces empleado en el cine nacional.

Adiós


Me despierto y me entero de la desafortunada noticia: ha fallecido Paul Newman, actor imborrable en la memoria de cualquier cinéfilo. Se habrá extinguido su acuosa mirada, pero nos quedará para siempre el recuerdo de aquel legendario billarista apodado "Fast" Eddie Felson, de la inacabable e infructífera huída de Butch Cassidy, el mafioso John Rooney, y en lo personal: Luke, el Cool Hand Luke de La leyenda del indomable, título que define a la perfección a Newman. QEPD.

24 de septiembre de 2008

Divagaciones # 3 ... ¿expectativas?

Desde hace un par de semanas se exhibe en una insípida plaza de Aguascalientes un curioso armatoste que muestra en sus orgullosos números color rojo escarlata un conteo regresivo. Más de setecientos días son los que nos separan de la meta, el 15 de septiembre de 2010, fecha en la que conmemoraremos el bicentenario de nuestra Independencia.

Junto al curioso armatoste –del que existen diversas variaciones regadas por todo el país, una de ellas en el Zócalo capitalino- nos ha llegado también: La ilusión y posterior desilusión de una fastuosa torre del bicentenario, el banderazo de la línea 12 del metro que se apodará (créanlo o no) bicentenario, una revista, concursos de ensayo histórico, un montón de chucherías... y lo que falta.

Pero... ¿realmente existe, ya no digo un espíritu festivo, sino siquiera expectativas por llegar a la gran fiesta del bicentenario?. Creo que no.

22 de septiembre de 2008

Monotemática improductiva


Me siento frente al monitor con el firme propósito de redactar mi artículo semanal, en esta ocasión quisiera escribir sobre diversos temas: la situación adversa que enfrenta Evo Morales en Bolivia; el increíble efecto mercadológico Palin que le ha atraído múltiples preferencias electorales a la candidatura de McCain, y cuantiosas ventas a su hasta hace poco anónimo diseñador de lentes... pero lo acontecido en Morelia fue un detonante que no puede (ni debe) borrarse de nuestras mentes.

Fue un atentado contra la población civil, sí; fue una acción con vestigios de terrorismo, sí; fue perpetrado con la finalidad de provocar terror, sí; pero sobre todo, fue un crimen que nos ha vuelto paranoicos, creemos ahora que los narcotraficantes han perdido cualquier resquicio de ética y el gobierno cualquier nicho de control, suponemos que si ya lanzaron una vez granadas, podrán volverlo hacer en cualquier otra ocasión y en cualquier lugar.

Ahora cuando nos reunimos con los amigos, familiares, vecinos... no tarda en aterrizar en la conversación el tema de la violencia. Cada quien tiene una anécdota, una angustia, una hipótesis, un sospechoso que compartir. Nos hemos vuelto monotemáticos.

Nuestra monotonía, encima, resulta sumamente improductiva, hablamos mucho, pero sin la más mínima sustancia, lo mismo da si quien se expresa es el presidente de uno de los múltiples consejos empresariales o si es una radioescucha histérica que cree vivir rodeada por sicarios, un funcionario público de alto nivel o uno de los intelectuales más leídos de México. Lo cierto es que nos expresamos con histeria pero sin ideas.

A estas alturas nadie sabe a ciencia cierta que hacer, hay descalificaciones, sí, siempre las habrá, resultan hasta cierto punto simpáticas, es entretenido leer como algún columnista de prestigio hace puré a Felipe Calderón y a su infructífera estrategia contra el crimen organizado, pero resultan lecturas insustanciales, el país está incendiado y se le echa gasolina a la hoguera, necesitamos bomberos no piromaniacos.

El aplauso, el oportunismo y las payasadas están presentes: consejos empresariales y políticos de todas las facciones aplauden el arribo del ejército, pese a no tener ni la más remota idea de cuales serán sus benéficas funciones; Iluminemos México, esa organización que aparentemente ha monopolizado los reclamos de paz, propone obviedades motivadas por un franco oportunismo; algunos parlanchines sugieren que, para defendernos y protestar, derrumbemos nuestras festividades: ¡no al grito de independencia!, ¡no a la feria de San Marcos!, ¡no a la navidad!.

Pura parafernalia, ninguna idea; puro exhibicionismo, ningún cooperativismo. No tenemos ideas porque las redes del narcotráfico nos siguen resultando sumamente incomprensibles, nadie ha trazado al día de hoy un mapa geográfico concreto de las alianzas, complicidades, corruptelas y territorios de los diversos carteles. Nos expresamos con supuesta lucidez solo para percatarnos al poco tiempo de que, en realidad, solamente nos hemos enmarañado aún más; proponemos basándonos en meras suposiciones y nuestras propuestas terminan naufragando en la irrealidad.

Nos preguntamos "¿dónde vamos a parar?" cuando en realidad lo que debemos de cuestionarnos es "¿dónde estamos realmente?". Ni el gobierno ni la prensa han hecho en esto su labor: el gobierno venía diciendo que la guerra se estaba ganando y de a poco ha tenido que irse retractando sutilmente, prueba fehaciente de su desubicación; la prensa dice generalidades: "hay autoridades corrompidas", pero no dice cuales, "hay policías liados con el narcotráfico", pero no da nombres.

Si vamos a seguir hablando con ahínco del narcotráfico, hay que hacerlo siquiera para nuestro beneficio, que la paranoia nos guíe a alguna meta, basta de hablar por mero afán protagónico, el país se nos va de entre las manos, no solo al presidente, a todos nosotros.

18 de septiembre de 2008

Las enseñanzas de mamá # 3 ... la pregunta

Antier por la noche, mi mamá veía por televisión las múltiples noticias sobre los bombazos acontecidos en Morelia mientras yo leía un libro, mi mamá, nerviosa como cualquier mamá, mostraba y expresaba su preocupación ante la cruenta realidad que veía en el televisor.

La noche avanzaba y varios sonidos estruendosos llegaban hasta nuestros oídos colándose por las ventanas. Mi mamá lo sabía: Eran balazos; yo, conociendo su nerviosismo, intentaba calmarla: "No mamá, han de ser cohetes de los que les sobraron a miles de mexicanos muy patrios la noche anterior", los sonidos estruendosos proseguían, poco después se escucharon montones de sirenas.

Mi mamá tenía razón, se preguntaba en voz alta: "¿Qué va a pasar con México?", yo seguía leyendo, mi mamá veía en el televisor la serie Comisario Rex, yo decía para mis adentros: "¿Por qué no tenemos en México un Comisario Rex, un perro pastor alemán que solucione los problemas de la comunidad?", mi mamá seguía preguntándose: "¿Qué va a pasar con México?"... la pregunta que todos los mexicanos nos hacemos y para la cual, no tenemos respuesta alguna.

16 de septiembre de 2008

Retrato de un político


Los íconos invaden el terreno de las definiciones y los significados, la Venus de Milo escenifica la belleza, James Dean representa la rebeldía juvenil y la imagen de Madonna nos remite a la última moda y a la sex symbol por excelencia.

En ese contexto no hay duda alguna de que Porfirio Muñoz Ledo es el vivo retrato del político mexicano, adaptable a cualquier contexto, discurso, escenario, ideología, momentum, partido político...

No es gratuito que al político vivaz se le de el mote de grillo, y que ande saltando sagazmente de un puesto político a otro, que vuele en la búsqueda de un hueso, que su única cualidad sea su imposibilidad para quedarse quieto. Decía Fidel Velázquez que "el que se mueve no sale en la foto", pero la verdad es que el político mexicano debe de moverse para captar la atención del fotógrafo, se zangolotea para atraer los flashes y los reflectores.

Bastó con que Porfirio Muñoz Ledo dijera en una entrevista que "se tiene que acabar con el gobierno de Calderón" para que ríos de tinta corrieran al respecto, voces a favor, en contra, escépticas... el político sabe de antemano la reacción que suscitará, no busca una declaración audaz, busca una declaración que provoque reacciones.

El político se alimenta de su propia exhibición, debe de sobreexponerse para sobrevivir, subsiste gracias al protagonismo, requiere de un público que le rinda pleitesía y de otro que le recrimine, a fin de cuentas, el antagonismo también le brinda frutos nutritivos.

Porfirio Muñoz Ledo se cambia frecuentemente de camiseta, parece futbolista, no le es leal a ninguna identidad, no le conmueve la ética ni le mueven los ideales; le mueve el billete, el poder, el circo de la política... no le interesa el bienestar de su comunidad sino la permanencia de su nombre en la charla sobre la polaca.

El político mexicano es un jugador multifacético y un hipócrita avezado a la vez, se puede desempeñar en ámbitos que van desde seguridad y economía, hasta desarrollo social y agricultura, lo importante no son las capacidades que posea sino el estar bien colocado, puede estrechar afectuosamente las manos de quienes detesta y no dejarse fotografiar con quien pacta en lo oscurito, hace amistades por conveniencia, apuñala por la espalda a sus amigos y da el espaldarazo a sus enemigos.

Porfirio Muñoz Ledo es un viejo lobo de mar que representa a la perfección todos los defectos de nuestra clase política, personaje que hace de la ideología una moda y de la declaración un spot publicitario, protagonista que ha navegado durante más de 40 años en la política a los más altos niveles, que puede presumir más de los múltiples puestos que ha ocupado que de sus mínimos logros con los cuales ha ¿beneficiado? al país, personaje que pese a su añejamiento, sigue y vivo y viviendo del presupuesto.

14 de septiembre de 2008

Arráncame la vida


Desde hace tiempo me ronda por la cabeza una hipótesis que a algunos les podrá parecer descabellada: Los cineastas y los aspirantes a serlo son mayoritariamente ágrafos e iletrados. Tengo mis razones para esgrimir mi planteamiento: No es casualidad que la queja principal de los directores de cine en México sea la falta de guiones, creo que el problema no es tal, el conflicto radica en que no leen los suficientes guiones, ni novelas, ni cuentos...; en México, la crítica cinematográfica (paupérrima usualmente), corre a cargo de narradores y ¡críticos literarios!: Uno se topa a Bernardo Esquinca en los Diábolos de Letras Libres, a un narrador y ensayista como Mauricio Montiel Figueiras en la nexos, a David Miklos y Tryno Maldonado en la Cine Premiere y La Tempestad, a Rafael Lemus en la Día Siete...; no es casualidad que en México no exista una sola revista de mediano rigor tanto en la crítica como en el análisis cinematográfico, no solo en el presente, nunca la hemos tenido, la revista Nuevo Cine no vivió más de 10 números, la CineXS pronto pereció, Estudios Cinematográficos tuvo mayor suerte pero en rigor, no es una revista de análisis sino de creación cinematográfica, tenemos la 24 x Segundo, Cine Premiere y Cinemanía, revistas en las que predomina la ligereza y la exposición de la farándula hollywoodense, revistas en las que encima, no colabora ningún cineasta mexicano.

Viene al caso éste desvarío porque se ha estrenado con bombo y platillo, -la película con mayor presupuesto en la historia de la producción cinematográfica mexicana, dicen-: Arráncame la vida, adaptación del libro homónimo de Ángeles Mastretta que, sin ser una obra maestra, es una novela que está bien narrada, podrá no ser contundente en los temas que aborda (el derrumbe de los valores revolucionarios), pero es al menos sugerente.

La película dirigida por Roberto Sneider, quien ya había adaptado anteriormente Dos crímenes, falla estrepitosamente, principalmente porque está muy mal narrada: No hay una línea argumental que guíe satisfactoriamente el desarrollo la cinta, la narración se nota demasiada cortada entre secuencia y secuencia, no hay una continuidad precisa, las escenas están demasiado aisladas y resumidas, pareciera que los personajes son incapaces de intercambiar entre ellos más de un par de diálogos, éstos, encima, son excesivamente literarios y monocromáticos, la voz en off es redundante y demasiado explicativa, los personajes –a excepción de Catalina- están desdibujados, todos los secundarios están desaprovechados, el guión los introduce y más tarde se olvida erróneamente de ellos.

La puesta en escena es apenas adecuada: Sobrio el vestuario, discreta la música, atinadas las locaciones, correctas las actuaciones... pero de nada sirve la pirotecnia si la pólvora se ha mojado, cualquier resquicio de crítica posrevolucionaria contenido en el libro de Mastretta queda reducido al ridículo, si en el libro la mirada pasiva de Catalina nos narra la vida política de corruptelas y asesinatos del general Andrés Ascensio, en la película la lente se enamora de Catalina, y el general Andrés Ascensio queda resumido como un macho desdibujado.

Arráncame la vida de Sneider bien podría ser una telenovela: La historia de la chica bella e ingenua que cayó en manos de un macho maduro, que a medio camino conoce al amor de su vida cuya relación es impedida por su engreído cónyuge... película totalmente intrascendente.

10 de septiembre de 2008

De la triteratura al cinito

En el semanario Día Siete No. 421 se publicó un texto de Rafael Lemus titulado Literatura a cuadro, destaco tres cosas de él:

Dice Lemus: "He dicho antes, en otro lado, que J. M. Coetzee es el narrador vivo más importante. Esta es una buena oportunidad para repetirlo". Justo eso hacía la semana pasada, releía Vida y época de Michael K, los primero párrafos del libro (que a continuación transcribiré), son un claro ejemplo de la poderosa prosa del escritor sudafricano:

Lo primero que advirtió la comadrona en Michael K cuando lo ayudó a salir del vientre de su madre y entrar en el mundo fue su labio leporino. El labio se enroscaba como un caracol, la aleta izquierda de la nariz estaba entreabierta. Le ocultó el niño a la madre durante un instante, abrió la boca diminuta como la punta de los dedos, y dio gracias al ver el paladar completo.
A la madre le dijo:
-Debería alegrarse, traen suerte al hogar.
Pero desde el primer momento a Anna K le disgustó esa boca que no se cerraba, mostrándole un trozo de carne viva. Se estremeció al pensar lo que había crecido en ella todos esos meses.

...

Lemus, crítico literario y comentador cinematográfico, no oculta su entusiasmo al teorizar la nutritividad que pudiera legarle la literatura al cine: "Me alivia, por otra parte, que los directores de estas películas sean jóvenes y poco famosos, de este modo es posible que se abstengan de imprimir su propio estilo a la cinta y que adapten fiel, casi literalmente estas novelas ... no me anima un vano nacionalismo cuando digo que si se adaptaran algunas novelas mexicanas recientes tal vez podrían obtenerse películas mexicanas menos malas".

El problema es que esto no suele ocurrir, Josep Maria Català analiza brevemente este fenómeno en su libro La puesta en imágenes. Las mejores adaptaciones cinematográficas generalmente suelen provenir de malas novelas (Ej: De entre los muertos), buenas novelas son casi siempre fallidas (Ej: Don Quijote).

Contrario a lo que Lemus expone, son varias las novelas mexicanas que han sido trasladadas al cine: Morir en el golfo, Un dulce olor a muerte, Dos crímenes, Las batallas en el desierto... a excepción de ésta última, los resultados han sido más bien magros.

Existe una notable rareza dentro de nuestra cinematografía: Los confines de Mitl Valdéz, una extraordinaria adaptación de un par de cuentos de El llano en llamas y un pasaje de Pedro Páramo.

La desmemoria, sin embargo, es grande. Ni Los confines ni Mariana, Mariana recibieron un solo voto en la reciente encuesta organizada por la revista nexos que acá abajo comenté.

...

Descubro que Desgracia de Coetzee va a ser llevada al cine. Tendré que leerla pronto.

8 de septiembre de 2008

La marea blanca


Por alguna paranormal e inexplicable razón, cuando enfermo (como ahora) el tiempo que dedico a ver televisión aumenta considerablemente, hago del zapping mi única medicina prescrita, no temo volverme un homo videns a medio tratamiento pues siempre me han parecido excesivas las teorías que satanizan a la televisión.

El domingo de la semana pasada vi en la televisión algo que me llamó poderosamente la atención, en el programa de La academia millonésima degeneración algunos ex-académicos liderados por un personaje cuyo nombre ni recuerdo ni pienso investigar, cantaban una versión adulterada y desentonada de Give Peace A Chance de John Lennon, el líder, de quien se podía seguir con lujo de detalle toda su excéntrica gesticulación (a la Cary Grant) pues la transmisión nos ofrecía un close-up de su rostro, ni cantaba ni vociferaba, ¡gritaba!, con una iracunda hipocresía berreaba su indignación por los altos índices de inseguridad que padecemos en el país.

Por lo que pude leer en el transcurso de la semana, tengo entendido que algo similar se dio en diversos programas: Ya Adal Ramones se indignaba y chillaba en su programa; López-Dóriga encendía su noticiario con su concisa oratoria; Javier Alatorre estaba encolerizado y se le notaba pues se erizaba su mostacho... el gran colofón fue sin duda ver al tricolor enfundado de blanco en un Estadio Azteca teñido de color merengue.

Todo lo anteriormente mencionado está tornándose patético, la cursilería en estos momentos no nos sirve absolutamente para nada, pretendemos que desciendan los niveles de impunidad e inseguridad y para ello recitamos poemas bienintencionados, pero cada verso recitado suena hueco y forzado.

No se debe de seguir ocultando el verdadero sentir de la gente, la población no está como para encender veladoras con parsimonia, no estamos en una pacífica catedral, habitamos un México incendiado y próximo a la incineración, no debemos de lanzar plegarias, debemos de exigir una rendición de cuentas y para ello no basta con repetir en automático aquello de: "Si no pueden, que renuncien".

Los mexicanos deben de empezar a actuar, no deben optar por extremismos, no deben de tomar justicia por propia mano, no deben de hacerla de detectives, no deben de arriesgar el pellejo... deben de hacerse más críticos y participativos.

Ya basta de un gobierno disfuncional, pero basta también ya de una sociedad en extremo apática, sabemos muy bien que los mexicanos contamos con muy pocas herramientas para exigirle al gobierno transparencia y rendición de cuentas, pero en gran parte se debe a que parcamente las hemos exigido, mascullamos en la sobremesa, nos mofamos de la incapacidad de nuestros diputados... y hasta ahí llegamos, patético. Está muy cool eso de vestirnos de blanco, tararear canciones de los Wailers y los Beatles, gritar con acento de indignación algunas cuantas consignas y encender miles de veladoras... no basta, para mejorar nuestro entorno tenemos que volvernos ejemplares críticos de éste.

4 de septiembre de 2008

Algo sobre mí

Ayer cumplí 26 añejitos, he logrado superar con mediano éxito el tortuoso dolor psicológico que me provocó el arribo del cuarto de siglo. Me la pasé mogmado las 24 horas del día por lo que el festejo no fue del todo saludable ni placentero; recibí algunas felicitaciones a mi celular, otras por el messenger y algunos cuantos e-mail's; comí con mi familia en un restaurante de mariscos, pedí camarones al ajillo y un par de XX Lager... el día de hoy sigo mogmado.

2 de septiembre de 2008

¿Las mejores películas mexicanas de los últimos 30 años?


La revista nexos publica en su número 369 los resultados de una encuesta sobre Las mejores películas mexicanas de los últimos 30 años. Llama la atención la mezcolanza de electores: Van de Nelson Carro a Martha Higareda, en este tipo de ejercicios en los cuales priva la opinión hegemónica de la crítica cinematográfica, ésta se vió opacada (de entre 50 electores aparecen menos de 10 críticos) por la abundante participación de actores (12).

Las tres cintas que más votos recabaron fueron: El callejón de los milagros, Amores perros y Luz silenciosa, como en toda lista hay ausencias notorias y bizarras inclusiones, pero en líneas generales sigue prevaleciendo una monotonía de nombres que se puede comprobar comparándola con ejercicios similares a cargo de revistas como Día siete y Letras libres.

La votación viene acompañada de un breve ensayo a cargo de Leonardo García Tsao: ¿Son las mejores películas mexicanas de los últimos 30 años? el cual, a mi juicio, es bastante pobre: No analiza, no debate, no expone, no provoca... un artículo insípido, fiel reflejo de los sinsabores de nuestro cine.

1 de septiembre de 2008

Mercadólogos del crimen


En las urbes contemporáneas se exponen al máximo los vestigios de la publicidad, los mercadólogos del presente han prescindido de la frescura de la originalidad y han optado por explotar el pecaminoso exhibicionismo, la teoría del posicionamiento ha perecido ante la comprobada eficacia de lo reiterativo.

La publicidad se ha vuelto cotidiana: Si uno se dispone a leer una revista, pronto notará que gran parte del contenido prometido es mera propaganda; las playeras de fútbol, que otrora exponían la identidad del club, ahora sirven para anunciar diversos patrocinadores; donde anteriormente contemplábamos un lote baldío que mostraba lo que los seres humanos consideramos deshechos, ahora contemplamos vallas publicitarias que divulgan lo que consideramos provechoso; si en el cine antes de cada función se transmitían noticiarios y más recientemente avances cinematográficos, ahora se anuncian la Coca-Cola y la Corona.

Resulta paradigmático que en este mundo sobrepublicitado una de las mayores industrias como lo es la del narcotráfico no recurra a la esquizofrenia propagandística: ¿Alguien ha visto alguna vez algún anuncio en el cual se oferte la marihuana más adictiva?, ¿Spots en los cuales se destaquen las cualidades de la cocaína colombiana?, ¿Infomerciales en los que se expongan las bondades de “El Chapo” Guzmán?.

En los tiempos actuales en los cuales predomina el exhibicionismo el crimen organizado triunfa albergándose en la clandestinidad y el anonimato: El criminal no se desvive por exponerse, se esconde; no ve la necesidad de dar la cara, se enfunda en un pasamontañas; no vocifera, actúa; no se define en aras de la vanidad, se enigmatiza.

Pero en la última semana -¿el crimen organizado?- ha decidido salir a publicitarse muy a su manera: Una mantitas aquí, unas mantitas allá, una acusación acá, una acusación acullá... el propósito como en toda propaganda, la difusión del mensaje, ha sido un éxito rotundo: Primeras planas, minutos en noticieros nacionales, cartones, diversas editoriales... pero hay más.

Varios mercadólogos coinciden al asegurar que no hay mejor publicidad que aquella que se transmite de boca en boca, el consejo de un ser estimado es mucho más efectivo que ver a la Maribel Guardia anunciando un té fantástico que acaba con los tan molestos kilos de más, las redes del narco, astutas como son, bien que lo saben y lo han puesto en práctica.

En el bar, en el café, en la sobremesa, en el transporte público... en todos lados se percibe el murmullo, la paranoia provocada por el narcotráfico viaja y se distorsiona de boca en boca, los narcocorridos han quedado opacados por el inmenso poder del viva voz, el chismorreo es más contagioso que los acordes norteños, en la tiendita, en la mercería, en los pasillos de la oficina se cuentan historias sobre el nuevo ejecutado, la nueva amenaza, la balacera más reciente...

El rumor incrementa la paranoia, un asesinato que pasa por mil bocas resulta contundente, mil oídos se sienten acosados por la inseguridad, lo que nuestros ojos no atestiguan podemos escucharlo con perfecta claridad, las ciudades, los estados y el país se desmoronan y nuestras orejas lo constatan, las sirenas de las patrullas, los locutores de radio, Doña Chayo quien siempre está informadísima... nos marean con su estruendo y terminamos coreando todos sus rumores, nos hemos vuelto eficaces mercadólogos del crimen.