23 de marzo de 2010

La internacional bostezante


“Estropear todo momento, cualquier ocasión de regocijo y esperanza, de felicidad y aun de tristeza, con la dinamita temible del bostezo”.
Luigi Amara.

La realidad nacional, aquella que aparenta ser colorida y fascinante, que es capaz de parir a diario numerosos titulares de ocho columnas, no es en realidad tan fascinante. Pasa con los partidos de la selección mexicana de fútbol, tan aburridos, que al día siguiente uno recuerda con claridad la cantidad de cervezas ingeridas, no así la cantidad de goles anotados durante el partido; pasa en el fútbol, y pasa también en muchos otros aspectos importantes en la vida pública de esta nación.

La nacional bostezante no se esconde, no hay que andarla buscando, su carácter cuasi omnipresente nos permite convivir con ella a diario, la podemos encontrar en cualquier rincón de la nación: en múltiples declaraciones vacías publicadas en diversos diarios, en una estética urbana cimentada en concreto magnificente pero gélido y grisáceo, en el albur eterno que se desgasta como suela de zapato, en los 5 o 10 rostros que infectan las pantallas del no-evo cine mexicano, en malogradas reformas anunciadas con bombo y platillo…

Esta bostezante realidad aturde al ciudadano y lo vuelve pasivo ante su entorno, ¿para qué ser partícipe de tan triste espectáculo?, mejor proceder con un bostezo y punto.

Hay que recordarlo, el bostezo es un signo inequívoco de aburrimiento, en una cita, en una reunión… si el invitado bosteza, el fracaso se ha vuelto inminente, se encuentra a la vuelta de la esquina, es solo cuestión de tiempo para que el encuentro fenezca. En un país, el que la sociedad bostece ante su realidad es una señal de su fracaso inaplazable.

Recientemente un grupo de destacados intelectuales publicó un desplegado muy comentado en contra del no. La propuesta se antoja simplista, la solución a nuestros múltiples problemas consiste en cambiar el vocablo, pasar de un monosílabo a otro: del no al sí.

A aquella iniciativa la eclipsaría otra más irreverente y necesaria: un desplegado en contra del bostezo, contra quien lo provoca y contra quien lo emite. El bostezo se ha convertido en el peor de nuestros males, la apatía aniquila nuestro entusiasmo: el fervor por la alternancia democrática se encuentra moribundo, el otrora popular ejército es non grato en varias ciudades, la selección mexicana de fútbol es desmoralizada por las declaraciones de su propio entrenador…

La semana pasada pude platicar con dos capacitadores del IEE, me dicen que, en varios casos, lograr capacitar a los futuros funcionarios de casilla se ha vuelto una proeza inconquistable, la respuesta que reciben es un no rotundo, un “no” que esconde el desánimo, el desgano y la pereza … el bostezo que somos.

Luigi Amara iniciaba un jocoso texto titulado La internacional bostezante (Letras Libres, Noviembre 2008) de la siguiente manera: “No hace mucho tiempo, con un grupo de amigos, fundamos la Internacional Bostezante. El proyecto por supuesto fracasó. Hundido bajo el peso de nuestros propios bostezos, el movimiento, que no se caracterizaba precisamente por su dinamismo, preveía desde el principio su propia destrucción”. Nuestros bostezos como nación nos conducirán irremediablemente a nuestra autodestrucción, para andar, para cambiar, para marchar… debemos primero desprendernos de la cobija del tedio que arrastramos como nación bostezante.

No hay comentarios: