30 de junio de 2009

¿La imaginación al poder?


Hace tiempo, una peste conocida como porcina, mexicana, humana, y finalmente, AH1N1 –como podrá verse, en la determinación final del nombre no intervino ningún mercadólogo- azotó al país. Por esas fechas comenzarían las campañas electorales, el panorama lucía sombrío, la desolación deambulaba por el país, pero la clase política (ellos siempre) llamaba a la calma, decían tener una mágica solución en sus manos, emplearían una de sus múltiples cualidades para que los ciudadanos pudiésemos ser testigos de campañas ejemplares: la imaginación.

¿Realmente emplearon la imaginación?. No es necesario hacer un análisis exhaustivo para concluir que no. En la marejada de spots prevalece lo obvio: el llamado a votar por el partido en cuestión. La propaganda ha sido mala y por ende no convence, solamente reafirma las convicciones de los previamente convencidos. Los micro-discursos publicitarios tropiezan con todos los charcos de los lugares comunes: el PAN reafirma su compromiso con la valentía del señor presidente; el PRI demuestra que su fuerza corporativa es capaz de entintar estados de rojo, pero se sigue mostrando incapaz para articular un ideario político; el PRD se sigue empeñando en mostrarse como una oposición meramente discursiva; el PT y Convergencia le exprimen las últimas gotas a la popularidad moribunda de López Obrador; el PVEM corrobora su capacidad para captar la atención de los ingenuos con propuestas oportunistas...

Afortunadamente existen espacios que le permiten al ciudadano una visión más amplia que la que ofrece la chistera mercadológica: el debate y la entrevista. Aseados, puntuales, “seguros de sí mismo” y sonrientes, acuden los candidatos a foros y programas radiofónicos y televisivos para presentar sus propuestas. Quienes vimos y escuchamos a los candidatos fuimos testigos de una catarata de propuestas.

Pero la estampida de propuestas no es un buen augurio, si la propaganda política muestra una carencia de imaginación, en las propuestas de los candidatos se vislumbra una falta de visión. Amontonan propuestas para quedar bien con el electorado, para parecer prolijos e inteligentes, pero sumando la totalidad de sus propuestas nos encontramos con proyectos de nación que no tienen ni pies ni cabeza.

El ejemplo más claro de ello es la campaña en pro del voto nulo. Cualquiera pensaría que, ante lo precario de nuestra situación como país, el eje de las presentes campañas hubiesen sido temas económicos y de seguridad, pero no, llegó el voto nulo, llegó con ello el oportunismo, y de vote pronto el eje de las campañas fue una desdibujada Reforma del Estado. “Revocación de mandato”, “reducción de los candidatos plurinominales”, los candidatos se llenaban la boca con éstas palabras aparentando ser todo unos revolucionarios sociales.

Carecen de visión porque no saben diagnosticar. “Revocación de mandato”, ¿alguien ha oído dichas palabras en la voz de algún ciudadano?. En lo personal se las he oído a políticos pendencieros y a líderes empresariales transformados en improvisados líderes de opinión. Veo por televisión junto a otras personas lo que está ocurriendo en Honduras, ninguna de las personas que me rodean quieren que algo semejante ocurra en México, no queremos descabezar gobernantes -el desafortunado desafuero de López Obrador fue un claro ejemplo de ello-.

Lo que queremos es que nuestros representantes realmente representen a sus electores y no a los intereses del escudo que portan en la solapa, lo que deseamos es que nuestros gobernantes elaboren reformas que beneficien al país, lo que exigimos es que si alguno de ellos quebranta la ley se les juzgue (y condene) ante las instancias judiciales competentes.

Lo que esperamos es que aquellos que hoy se sienten con tan vastas capacidades como para contender por un curul demuestren dichas capacidades. Que sean imaginativos para difundir su imagen, claros y objetivos cuando trazan su visión de México, que no improvisen, que no sean oportunistas, que no anden firmando ante notarios –ya firmamos, ¡ya chingamos!, ¿nos creen tan ingenuos?-. Pero si como candidatos han sido grises, carentes de imaginación y de visión, ¿qué esperar de ellos cuando asienten sus glúteos en San Lázaro?

28 de junio de 2009

"El mudo ... ¿o será mudita?"

Palabras más, palabras menos, la frase con la que titulo este post aparece en la película Amores perros. La retomo porque desde hace un par de meses un mudo o mudita habla constantemente a mi casa solo para colgar segundos después de que uno contesta amablemente su llamada. La verdad, molesta mucho, y lo peor es que, aparte de las llamadas del mudo o mudita, otro grueso de las llamadas que recibo son de los pobres trabajadores de los call-centers -únicos empleos que se han creado últimamente en el país-. ¿Se han convertido los teléfonos de los hogares en instrumentos inútiles?

26 de junio de 2009

La lección del día # 8 ... la vacunación

Leo en Gérmenes, comunicación y virus, un ensayo de Gilberto Calvillo Vives y Néstor Duch Gary publicado en Parteaguas, un breve apunte sobre la historia de la vacunación:
El médico inglés Edward Jenner fue el primero en llevar a la práctica la vacunación. En 1796, en Europa, le inoculó a un niño una variedad de viruela propia del ganado vacuno. No obstante, tuvieron que pasar todavía veinte años para que la vacunación masiva se hiciera realidad. En esa época, la mayor parte de los médicos ingleses se opuso a la propuesta de Jenner. Arguyeron que tal precedimiento podría transmitir características vacunas al ser humano. Es de interés mencionar que uno de los catalizadores de la vacunación masiva fue la orden de Napoleón Bonaparte de vacunar a todas sus tropas.
...

Repasando el más reciente número de la revista, destacan en mi opinión: El recorrido lingüístico de la palabra tabú a cargo de Pilar Montes de Oca, la cursi pero inteligente confesión desilusoria de Mariana Torres Ruiz, la colaboración de Gilberto Calderón Romo, pero sobretodo, el rescate de las fotografía de William Henry Jackson.

24 de junio de 2009

Lecciones de leche


Este año se estrenó en México Milk, película dirigida por el, en ocasiones, excéntrico Gus Van Sant, que fue calificada por la crítica especializada como un biotopic convencional. Milk narra la historia de Harvey Milk, un gay neoyorkino que acompañado de su amasio se muda a San Francisco buscando un entorno en el cual pueda manifestar su preferencia sexual sin inhibiciones, pero que pronto será presa de la discriminación. Para defender sus derechos Harvey se convierte en activista y después muta en político, él sabe que para encontrar una solución a sus problemas debe de luchar en el encordado gubernamental.

Harvey Milk ganó su batalla, fue electo regidor y desde ese puesto supo imponer su agenda política. Basándome en las lecturas que he hecho, concluyo que entre quienes no solamente manifiestan su intención de anular su voto, sino que además han expuesto algunas demandas, nadie ha reparado en la figura del regidor como una demanda.

Los mexicanos no tenemos el derecho de elegir a nuestros regidores, los partidos crean una lista a su antojo y se reparten los puestos de regidores conforme al porcentaje de votos que obtuvieron en la elección para presidente municipal. Nos representan en el cabildo verdaderos desconocidos que gozaron de la bendición de sus partidos, y a partir de ahí, algunos de ellos construyen prominentes carreras políticas.

Si aspiramos a la construcción de candidaturas independientes –una de las peticiones más frecuentes entre las voces proanulistas-, éstas deberían de cimentarse en elecciones abiertas para elegir regidores, para que se logren escuchar en el cabildo las voces de los reyes del barrio.

Ahí es donde me imagino los liderazgos independientes, defendiendo las causas de su barrio en el cabildo, exigiendo que no se le dé preferencia a una zona de la ciudad por sobre otra –como actualmente ocurre-, que antes de embellecer los camellones de las avenidas se pavimenten las calles de polvo, que las patrullas se concentren en las zonas realmente conflictivas de la ciudad, buscar alguna solución a los problemas con el abastecimiento del agua...

Actualmente desconocemos quien nos representa en el cabildo y a que intereses responde, reviso la página web del municipio y en ella se encuentran los nombres de los regidores y a que comisión pertenecen, pero no el área de la ciudad representan, si tengo alguna demanda ¿con qué regidor debo acudir para que exponga mi demanda ante el cabildo –no se burlen, estoy siendo hipotético-? pues sepa-la-bola.

No pretendo acotar las candidaturas independientes, no creo que deban de contender exclusivamente por regidurías, pero creo que ahí deben germinar, que quienes se clasifiquen como independientes sean verdaderos reyes del barrio, líderes sociales, personas parecidas a Harvey Milk y no auténticos mercachifles.

Un pilón: Se anuncia con bombo y platillo la construcción de una decena de pasos a desnivel con el fin de agilizar nuestras vialidades pero siguen colocándose semáforos y topes, en ocasiones, francamente innecesarios. ¿Alguien entiende la lógica vial de nuestras autoridades municipales?.

20 de junio de 2009

Algo más sobre mí y mis regalos recibidos

Coqueta y decidida, “Programa de recompensas” me envía un mail. En él me dice que quiere darme un obsequio, el cual, debo de recoger en la librería ubicada en Casa Terán.

Acudo embellecido y perfumado a la cita, pero no encuentro a “Programa de recompensas” por ningún lado, mi corazón se abate, pregunto por ella en el mostrador, me dicen que ha dejado un sobre con mi nombre, lo abro y descubro en su interior un libro. No recibo ni felicitación ni abrazo, sin duda, es uno de los regalos más impersonales que he recibido en mi vida, pero es uno de los pocos que he recibido últimamente.

Solamente he recibido otro regalo en lo que va del año, fue una carta acompañada de una revista, su remitente: R. Ambos obsequios los recibí en un sobre.

Los regalos que he recibido a lo largo de mi vida no siempre fueron así. En mi tierna infancia el niño dios y mis padrinos me atiborraban con regalos, juguetes en su gran mayoría. Pero con el paso del tiempo descubrí que el niño dios era un impostor –él, en venganza, nunca volvió a obsequiarme regalo alguno- y mis padrinos se mudaron a una tierra lejana llamada Mexicali.

Mis cumpleaños no eran, como ahora, borracheras memorables –algunas no tan memorables- en las que los invitados llegan con un kilo de tortillas tiesas o un six-pack de cerveza. Antes había una mesa llena de regalos, éstos estaban siempre envueltos con esmero, la envoltura no es únicamente un decoro superfluo, es suspenso, desenvolver para conocer el contenido hasta ahora desconocido.

Creo que todo cambió en mi primera comunión, una tía osó regalarme una radio-casetera, yo, un niño acostumbrado a recibir carritos y tortugas ninja, hice una monumental cara de fuchi. Pero pasada la fiesta me acerqué por curiosidad a ese extraño e incomprendido artefacto, poco a poco fui conociéndole y enamorándome de él. Mi pubertad llegó de la mano de mi afición por la música.

Conforme los años pasaban, los regalos de los parientes disminuían pero los de los amigos y de los intercambios escolares aumentaban. Me llevé gratas sorpresas y amargas decepciones. Sin duda, el regalo que más recuerdo fue una playera anaranjada que me regalaron mis amigos, fue mi prenda favorita durante mucho tiempo; también recuerdo con agrado el día que I organizó una carne asada en su casa con motivo de mi cumpleaños; o aquel otro día en el que mi hermana me organizó una fiesta sorpresa y consumimos tantas cervezas que la barra de mi casa quedó repleta de envases.

Los presentes materiales fueron desapareciendo pero la gente sigue estando siempre presente. Pienso que aquellos que me rodean son el mejor obsequio que he tenido hasta ahora, el que me digan cuanto te estiman, cuanto me quieren, y que me inviten un par de cervezas.

17 de junio de 2009

Sobre la lluvia de citas de ensayistas y narradores

Leo en Cómo hablar de los libros que no se han leído de Pierre Bayard:
En la galería de escritores que se pusieron en guardia contra los riesgos de la lectura, Valéry ocupa un lugar significativo ya que una parte de su obra es una denuncia virulenta de los peligros de esa actividad. El señor Teste, el héroe valeryano por excelencia, vive en un apartamento desprovisto de libros, y es probable que en ese punto, como en muchos otros, funcione como modelo del escritor, quien no ocultó que leía poco: "Tenía aversión a la la lectura, e incluso llegué a repartir mis libros entre algunos de mis amigos. Tuve que volver a comprar algunos de ellos más tarde, tras la fase de aversión aguda. Pero sigo leyendo poco, pues no busco en una obra más que aquello que puede permitir o impedir algo a mi propia actividad".
Tras leer el citado párrafo recordé el exceso de citas culteraneas en el que incurren algunos ensayistas y narradores mexicanos. En lo que va del año he intentado leer mayoritariamente a autores jóvenes: en ellos es común encontrarse con un ensayista capaz de citar cincuenta autores pero incapaz de desarrollar una idea en sus ensayos; a un narrador que crea un personaje, ofinista de profesión, capaz de citar diversos textos de Byron y Dante -en Recursos Humanos de Antonio Ortuño- de memoria.

José Joaquín Blanco ha señalado la ausencia de un tema que predomine dentro del actual panorama de narrativas; en las reseñas de Rafael Lemus existe una constante: la crítica a la supuesta incapacidad que tienen los jóvenes narradores para adentrarse en las entrañas del México contemporáneo.

No soy un experto en literatura -ni siquiera soy un lector asiduo-, pero que en una sociedad en la que la lectura diaria se remite exclusivamente a los horóscopos y las noticias deportivas, surgan narradores a los que poco les falta para crear historias en las que una gordera -que vende gorditas- lea a Cioran, su amante el lavacoches debore los libros de Adorno y su cuernudo esposo se conforma con ojear de vez en vez la revista Selecciones -por ende lo cuernea-... es raro ¿no?.

Quizás se deba a las excesos de la lectura: ¿se pierden en los libros pero pierden en ello a la sociedad que les rodea?.

16 de junio de 2009

La comedia de nuestra realidad


Con el mote de “novedoso”, se realizó en la UAA un debate de las ideas. El calificativo es desmedido, no porque no sea el primer debate que se haya realizado, es desmedido porque lo novedoso resultó brumoso, me sigue pareciendo incomprensible que la UAA se mantenga tan tibia frente al debate político, se dice que abre sus puertas pero no se dice que se reserva el derecho de admisión, a los candidatos, principales protagonistas del circo electoral, se les niega la palabra. En declaraciones posteriores el rector se excusa, dice que éstos “realizan proselitismo”, precisamente por ello deberían de ser bienvenidos, para desnudar ese proselitismo, los alumnos universitarios no son niños de párvulos, son (deberían) un actor crítico e importante en el acontecer del estado. No estoy planteando una herejía, el debate político es algo que se da con naturalidad en otras instituciones educativas del país.

Acudí puntual a la cita. Destaco tres rasgos que presencié durante el debate:

A mi lado derecho un camarógrafo levantaba imágenes, a mi izquierda se encontraba su compañera, la reportera. Pongo atención en la labor que desempeñan, ella no oculta su torpeza, no tiene ni la menor idea de que evento está cubriendo, anota en su libreta conceptos básicos: quienes organizan, quienes son los representantes de los partidos políticos y que temas se debatirán. Pasada no más de media hora, reportera y camarógrafo se marchan, dan por concluido su trabajo.

Tenemos una prensa muy pobre. Una prensa paisajista, que no escarba para encontrar la noticia sino que se conforma con tomar la instantánea del paisaje; una prensa personalizada, incapaz de cubrir el evento organizado por la competencia, pero que no escatima en el uso desmedido del autoelogio, no es casualidad que en Aguascalientes (casi) cada diario organice su propio maratón. Un ejemplo que ilustra perfectamente esta pobreza: en Aguascalientes se desconocen las tendencias electorales, ningún medio, ni siquiera el duopolio radiofónico, ha sido capaz de realizar una mísera encuesta, no para satisfacer el morbo del quien va adelante, sino para conocer cómo y por quien votan los diversos estratos de la población

El desfile de las celebridades fue otro rasgo a destacar. Acallados pero presentes. La candidata enfundada en su playera roja saludaba a diestra y siniestra, el candidato amarillo –más bien, grisáceo- se paseaba por los pasillos sin que nadie le tendiera la mano, el que quiere ser gober se sentó con la chaviza, el otro que también quiere ser gober pero que no se hizo presente mandó a sus achichincles enfundados en camisas con el nombre y APELLIDO de la fundación que preside. En Aguascalientes los políticos son nuestra celebridades… estamos para llorar.

Antes de que comenzara el debate, hubo unas palabras que me dejaron atónito, un profesor acarreaba y sentenciaba a sus alumnos: “para mañana quiero un resumen de lo que aquí mascullen los panelistas”. Temí lo peor, una manada de alumnos que acudirían al debate no por gusto sino por necesidad, pero el desarrollo del debate me mostró lo contrario. Lejos de la costumbre estudiantil, de abandonar clases y diversas actividades académicas por mero aburrimiento, el alumnado permaneció firme durante las tres horas que duró el evento, noté caras aburridas, pero eran inevitables ante el triste espectáculo que estábamos presenciando.

En este tipo de eventos, en los que el público parece un adorno, dicho adorno logró transmitir su sentir. Abucheó, algún abucheo me pareció excesivo, si el representante del PAN es un mocho, y su partido quiere representar a todos los mochos de la nación condenando el aborto, pues muy su moches, criticable mas no abucheable; aplaudió, excesivamente también, hubo más de alguna intervención que no merecía ni el menos audible de los aplausos.

Fuera de eso, poco que destacar. Los panelistas confirmaron lo que muchos sospechamos: son unos ineptos. Si hablaban de las drogas, solo uno –el representante de Convergencia- se había enterado de la reciente aprobación de la ley de narcomenudeo, a los demás, les pasó de noche; su léxico resulta lamentable, hablan de una reforma de (sic) estado, en realidad se referían a la reforma del estado; en materia hacendaria son originalísimos, todos proponen bajar los impuestos, nadie retoma, por ejemplo, la interesante propuesta de Santiago Levy: subir los impuestos para después repartirlos mediante un ingreso ciudadano universal; todos se presumen muy machos, combatirán el duopolio televisivo, pero nadie dijo cómo, cuándo ni dónde -¿creando una tercera televisora?, ¿retirándoles la concesión?, ¿obligándolos a producir películas de arte para la televisión?-; en el colmo de la desfachatez, un panelistas tuvo que leer las propuestas de su partido, ¡desconocía las propuestas de su partido!.

Al terminarse el debate se ofreció un brindis, no me quedé, no había motivo alguno para celebrar, los asistentes al debate, después de todo, fuimos testigos de la comedia de nuestra realidad.

15 de junio de 2009

Sobre el SNI

Hoy en El Universal aparece un cartón de Boligán sobre el mísero presupuesto que se le destina a la investigación. En México, como se podrá ver, somos buenísimos para solucionar nuestros problemas, si en algo fallamos, la solución a ese problema es usualmente la falta de presupuesto.

En los últimos números de la revista nexos han aparecido diversos textos que invitan a reflexionar sobre el estado actual de la investigación en México, dos de ellos hablan directamente sobre el Sistema Nacional de Investigadores (SNI), sus problemas van más allá del presupuesto.

Los textos pertenecen a Fátima Fernández Christlieb y a Heriberta Castaños en coautoría con Cinna Lomnitz.

8 de junio de 2009

Más sobre ¿desánimo o protesta?

Si usted la libró, si se salvó de padecer las sandeces de Fabrizio Mejía Madrid, probablemente se preguntará porque armo tanto argüende. Pues bien, ayer en Milenio se publicó un artículo de Álvaro Cueva que sigue la línea de Fabrizio: (des)califica la idea del voto en blanco y la compara con un espectáculo circense. Rechazo por completo esta altiva actitud que antes de analizar un fenómeno social lo descalifica por completo, no me opongo a que se critique el voto en blanco, me opongo a que con desdén e ínfulas de superioridad se le califique como una manifestación imbécil.

Hoy hablan sobre el voto en blanco: Luis Carlos Ugalde, quien propone que se analicen las causas y no las no las consecuencias del voto en blanco; Luis González de Alba, quien escribe siete punto que se deben de exigir junto con la anulación del voto; por su parte, Agustín Basave y Leo Zuckermann proponen otras alternativas para manifestar el descontento social.

Aporto un par de visiones críticas sobre el voto en blanco: una contundente, a cargo de Mauricio Merino; la otra vociferante, le corresponde a León Krauze.

¿Desánimo o protesta?


Ejecutar el acto será sencillo: usted acudirá a votar el 5 de Julio, se formará en la fila –que para su suerte, igual y ni fila va a haber, el abstencionismo será brutal-, un funcionario de casilla le otorgará la boleta electoral, y usted, en lugar de dirigirse rumbo a la mampara, directamente dobla la boleta y la deposita, en blanco, dentro de la urna. Si usted se va a adentrar en la mampara para fingir que vota será un cobarde y su protesta será eunuca.

Por estos días el debate entorno al voto en blanco está al rojo vivo, pero hay una cuestión que nadie ha planteado, y menos aún, respondido. La pregunta radica en si este acto es originado por un desánimo en la democracia o si es un acto de protesta contra la clase política.

El discurso que se ha venido manejado apunta hacia la protesta, quien vote en blanco lo hará así porque ninguna opción política le resulta atractiva, más que eso, ninguna le parece confiable. La clase política nacional con sus pocas acciones y sus muchas corrupciones, han orillado a un abultado porcentaje de la población a manifestar su inconformidad de un modo que, pese a su sencillez, está causando estruendo, osease, aparentemente está funcionando.

Pero si uno mira más allá del discurso, si se le despoja a la protesta de su raciocinio y de sus vísceras, se puede apreciar un estado de desánimo colectivo, se votará en blanco, ¿y luego?. No existe ninguna estrategia porque no hay esperanza, el voto en blanco no es una etapa en el proceso de una protesta social, es una señal de desahogo, de la fe perdida tanto en los políticos como en la democracia.

La distinción es importante, las repercusiones del voto en blanco no dependerán solamente del número de ciudadanos que se decanten por dicha opción, también dependerá de la intención que se le piensa dar a dicha acción.

Pese a las críticas que está recibiendo el voto en blanco -hay quienes lo consideran un acto sin consecuencias y vacío- se debe de analizar este fenómeno no solo por las consecuencias que traerá, también por las causas que lo han originado. Quienes optarán por esta opción no son ingenuos, saben que su actuar no cambiará el panorama político, pero esperan mandar una señal. En lo personal, creo que esta señal dependerá del sentido que se le dé al voto en blanco, ¿un acto de desánimo o de protesta?, por desgracia, estoy discapacitado para contestar dicha interrogante.

Un pilón: Ocurrió en el noticiero del Canal 22. Una persona que se presume rete-inteligente descalifica a los abstencionistas, blanquistas, nulistas y cualquier otra tendencia electorera-sexual que no tenga que ver con tachar el escudo de algún partido político, les llama ingenuos. Argumenta sin argumentos y sin pruebas que todo esta jalada del voto en blanco es en realidad un complot (sí, uno más) que fraguaron Televisa y TV Azteca (originalísimos los villanos que escogió) quienes se encuentran dolidos por la reforma electoral. Las voces de José Antonio Crespo, Luis González de Alba y de miles de ciudadanos críticos son para él un producto de la ciencia ficción más trillada, se toma su tiempo para defender el valor del voto, en realidad lo que hace es retomar un artículo de Lorenzo Córdova Vianello publicado el día anterior en El Universal y hacerlo suyo, eso sí, le imprime su muy peculiar estilo, el cual consiste en dejos de pedantería y vanidad. El nombre del egocéntrico: Fabricio Mejía Madrid; su actitud: patética.

5 de junio de 2009

Algo más sobre mí y mi hairstyle

Hace un par de semanas me cortaron el cabello, muy probablemente volveré a acudir con mi estilista en dos semanas, la melena, me crece rapidísimo. Desde ese entonces viene rondando por mi cabeza la idea de que los estilistas que han desfilado por mi vida podrían constituir un imperfecto resumen de mi vida.

Empecé, como todo buen infante, siguiendo los pasos de mi padre, acudíamos juntos a una peluquería de esas en las que todavía se empleaba una navaja para recortar la barba, el bigote, la nuca y las patillas. Allí acudían en su mayoría personas mayores, muy mayores, hablaban de temas que me parecían incomprensibles, el lugar siempre estaba a rebozar, teníamos que esperar alrededor de media hora para que nos tocara nuestro turno, solía matar el tiempo hojeando la hemeroteca del lugar, la cual consistía en revistas Alarma e Insólito.

Dejé de acudir en cuanto se desató la epidemia del SIDA, que todos los clientes fuésemos recortados con la misma navaja puso histérica a mi madre, lo antihigiénico era ahora también la probable vía de contagio de una enfermedad en esos entonces completamente indescifrable.

Al perder a aquel peluquero de las revistas Alarma e Insólito perdí también cierta estabilidad, por un largo tiempo no volví a tener un estilista o peluquero de cajón, me volví un nómada de los salones de belleza, y a su vez, un muy mal estudiante. Sí, es solo un pretexto para justificarme.

Rodé por la estilista de mi madre, por la de mi (entonces) mejor amigo, o por cuanta estética me encontrara en el camino… una única particularidad, si la estilista en cuestión estaba de buen ver, sacaba mis brazos más allá de los estribos para poder rozar brevemente con mis brazos aquellos muslos tentadores.

Así viví un buen rato, hasta que un peluquero incompetente y torpe me dejó tan trasquilado que no había forma alguna de poder acomodarme decentemente el cabello, en la prepa algunos lo notaron y me apodaron momentáneamente el “Don King”, el suplicio duró un par de días: decidí raparme.

Cada que volvía a cortarme el cabello me departía entre raparme o acudir con algún estilista previamente recomendado, pero nunca encontré estabilidad alguna, seguía siendo un nómada de los salones de belleza.

Arribé a la universidad y al poco tiempo me topé con C, ella era (es) una chica totalmente opuesta a mí, su vida era un organigrama perfectamente trazado y la mía un rompecabezas con miles de piezas sin armar, empezamos a juntarnos y algunas cosas comenzaron a cambiar: mi guardarropa, que parecía de personaje de caricatura (un cambio para cada día de la semana) se fue abultando, fui haciéndome más observador (hoy en día me considero una persona sumamente observadora), me hice de un otorrinolaringólogo de cajón, y por último, cuando mi amistad con C pasó a ser una relación amorosa, me presentó a su estilista.

El estilista de C era algo distinto para mí, comenzando, desde luego, por el precio. Mis indicaciones para con los estilistas siempre han sido bastante limitadas: “corto” o “largo”, no más. Pese a lo breve de mis instrucciones, el estilista era dedicado, tardaba una eterna hora en cortarme el cabello, en ocasiones sentía que su oficio lo hacía para él, no por mí, terminaba de cortarme el cabello y muy pocas veces me preguntaba si me gustaba el resultado (siempre variaba un poco mi corte, nunca lo repetía igual), estaba seguro de la eficacia su trabajo, era un gran estilista. De él aprendí que los estilistas moldean parte de la personalidad de cada uno.

Mi relación con C terminó pero yo seguí acudiendo con su estilista, mis visitas eran intermitentes, no siempre iba con él, pero seguía siendo siempre mi primera opción.

Al año V irrumpió en mi vida, los cambios en mi actuar se dieron a cuentagotas, pero se fueron dando. De a poco fui dejando a un lado la superficialidad que me legó C, al año, dejé de ir con aquel estilista, V se convirtió en mi improvisada estilista.

No hay nada más romántico que el que la mujer que amas te corte el cabello: sentir sus manos sobre tu cabellera recién recortada, el empeño que pone en una profesión que no domina, reír en sincronía por algún fallo en el resultado final, recoger juntos la cabellera caída en la batalla y terminar todo con un beso y abrazo en el cual estorban pequeños cabellos recién cortados que se mezclaban con saliva y sudor.

En el ocaso de nuestra relación, V me presentó a su estilista, una señora sin destreza para cortar el cabello pero que cubre sus deficiencias con una sobredosis de empeño, siempre cuestionándome sobre mi conformidad con su trabajo, y siempre narrándome su vida y la de sus hijos.

Hoy en día sigo yendo con ella, y estoy a la espera de que otra letra del abecedario me presente a un(a) nuev@ estilista.

3 de junio de 2009

Sobre la caballería ataca

En el blog que la revista Letras libres le dedica al cine, Mauricio Montiel Figueiras retoma una anécdota que, según el autor, ejemplifica la división entre cine (representación) y literatura (imaginación). Lo cito:
Al discutir determinada escena que entrañaba una dificultad especial, Gifford sugirió como solución el uso de un helicóptero; Coppola reaccionó poniéndose de pie y echando a pasear nerviosamente por la sala de juntas.

–Empezamos con los problemas –dijo, y quiero creer que la sola mención de la palabra “helicóptero” le evocó al instante el caótico y ya legendario rodaje de Apocalipsis ahora en las Filipinas–. ¿Sabes –prosiguió– cuáles son las tres palabras más peligrosas que puede emplear un guionista?

–No –dijo Gifford.

–“La caballería ataca” –fue la réplica puntual–. Para ustedes los escritores es únicamente una línea al final de una página. Para nosotros, los directores y productores, es un dolor de cabeza: el presupuesto se dispara y hay que pensar en extras, maquillaje, vestuario, caprichos climáticos y una serie de factores que ustedes no advierten.

No voy a negar la contundencia de la anécdota, pero voy a retomar un ejemplo que, por el contrario, ilustra al cine como un arte que invita a la imaginación.

En un artículo publicado en la revista Estudios cinematográficos Mitl Valdez disertaba sobre el escaso empleo que se suele hacer de la mirada subjetiva. Mitl Valdez ejemplifica con una película de Kurosawa el enorme poder narrativo que puede llegar a tener la mirada subjetiva: Una lucha está a punto de desarrollarse, las caballerías amagan con salir a la carga, sus respectivos jefes dan la orden, deben de salir a pelear con todo en el campo de batalla... pero nunca se ven ni caballerías ni batallas, toda la acción se describe mediantes los gestos, miradas y reacciones de los respectivos jefes de tropa, quienes contemplan la batalla desde las colinas.

¿No es este un ejemplo perfecto de un cine que llama a la imaginación? Por cierto, la película citada por Mitl Valdez es Ran, ni más ni menos.

1 de junio de 2009

Escudarse tras el plural


El lunes en Milenio se publicó una entrevista con la mujer que gobierna el estado en el que se fugaron recientemente 53 reos de un CERESO. El entrevistador la cuestiona, busca que la gobernadora de la cara, que acepte sin amagos su responsabilidad, que afronte las consecuencias de su deficiente administración, para ello la increpa, es directo: “¿Ha pensado en la renuncia?”; la mujer acepta su fallo pero de inmediato lo minimiza, no duda en defenderse: “fugas ha habido en muchos lugares, no ha dejado de haberlas […] en esencia es una responsabilidad compartida. Donde hay presos del fuero federal, evidentemente que es responsabilidad federal […] el trabajo conjunto también lleva a que haya compromisos conjuntos. No rehúyo la responsabilidad que me toca, aunque también señalo que hay una responsabilidad federal muy fuerte cuando tenemos gente que está en los penales por delitos federales”.

La gobernadora cantinflea, primero se muestra altiva, segura de sí misma: aquí mis chicharrones truenan, yo gobierno este estado, impongo mi ley, fui electa por la gente, no renuncio, no quiero dejar tirado este pueblo; se siente imprescindible, se cree la piedra angular de la entidad, pero la tragedia se asoma y es entonces cuando busca repartir responsabilidades, sí, dije aquí mando yo, pero una no las puede todas, soy gobernadora mas no soberana, fallé, pero también fallaron otros: quien esté libre de pecado que tire la primera piedra.

En otro escenario se encontraba la diputada federal, tiene frente a si los micrófonos de la prensa a su total disposición, tiene que hacer alguna declaración, es tan importante salir en la prensa, ya saben, cuestión de popularidad. Entonces, ante el grisáceo panorama de las campañas electorales, se le ocurre un arrebato de sinceridad: “nos equivocamos al aprobar la reforma electoral en los términos en que rigen el actual proceso”.

La diputada es cuidadosa, da la cara pero trae puesta una careta, acepta un error pero lo diluye en la enmarañada colectividad, habla en plural, no a título personal, no se confiesa, pasa directamente a la penitencia, de pecadora a arrepentida. Cuan distinto hubiese sido escuchar una declaración así: Admito que me equivoqué, no tuve capacidad, sencillamente no fui capaz de ver a futuro, leí y releí la reforma electoral pero pese a ello no pude darme cuenta de que traería tantos problemas… este… bueno, sí, sí, ok, quieren sinceridad, lo acepto, ni leí ni releí la reforma, por San Lázaro rolaron un resumen pichicato de la reforma y pues se veía como que iba a estar rete bien la cosa, pero pues como que no verdad, ups!, ahora que lo recuerdo, no leí ni siquiera el resumen pichicato, mis jefes (que no son los electores, no sean ingenuos) me ordenaron que apretara el botoncito verde cuando fuera la votación, y pues fue lo que hice.

Ah que nuestras autoridades tan cobardes, no se fajan sus pantaloncitos, no se hacen responsables de sus actos, prefieren pasar la bolita. Si algún mortal deja de pagar sus impuestos, no hay pero que valga, más temprano que tarde tendrá a algún empleado de Carstens entregándole intimidantes citatorios jurídicos, podrá argüir el mortal que ni aquel empresario que vendió su bancote, ni el tianguista ese que ni siquiera paga por la luz que utiliza su changarro, pagaron sus impuestos, pero no le servirá de nada, él es un mortal, y por ende, debe de responder por sus actos.

Ante la rendición de cuentas los servidores públicos son evasivos, si se les señala ellos apuntan para otro lado, si alguien se ha percatado de la existencia de fango en sus administraciones ellos argumentan que en todas las administraciones hay lodo: mal de muchos remedio de tontos. Pero que tal son para presumir sus logros, para eso sí son buenísimos, se pavonean. Hace poco en Aguascalientes padecimos una administración que tapizó la ciudad con publicidad en la cual se leía: avanzamos, desarrollamos, modernizamos y (misteriosamente) un montón de nobles adjetivos que terminaban siempre con un MOS reluciente. Hoy, quien lideraba aquella administración sueña con ser gobernador, para seguirle regalando balones a la ciudadanía y cervezas a los compadres… faltaba más.