30 de junio de 2008

Más sobre Ava Devine, la chaviza y los cuicos

Aparece publicada el día de hoy en Milenio, una interesante columna de Héctor Aguilar Camín titulada Lecciones, en la cual señala: "La tragedia de doce muertos por asfixia debido a las torpezas del operativo que intervino el New’s Divine dejó muy pronto de ser un problema de seguridad pública para volverse un problema de sobrevivencia política frente a los medios.". Y concluye: "Mientras todo esto sucede en los medios, el verdadero problema, la tragedia misma, tiende a desaparecer como tal. Empieza a ser un argumento del pleito más que una realidad a corregir."

En México, seguimos desatendiendo las lecciones, privilegiando el show business mediático. Nomás no aprendemos.

Ava Devine, la chaviza y los cuicos


Ava Devine es una estrella del cine porno, cuyo talento consiste en tener un par de senos de muy vistosas dimensiones, según la base de datos de IMDB, ha grabado más de 125 películas. Ella poco tiene que ver con el tema que desarrollaré, más allá de que su last name, concuerda con el nombre del tristemente célebre News Devine.

Resulta ya por todos conocido que en el antro News Devine se celebraba una tardeada cualquiera, en la que murieron 12 personas, entre ellos 9 chavos, cuyo único propósito era la búsqueda de algunos litros de diversión.

Más allá de la politiquita que se ha desatado en la última semana, ese jueguito de quien corre-y-o-encarcela a quien, lo cierto es que la tragedia expuso ante la opinión pública una desafortunada realidad, los chavos, por más que los politiquitos digan una y otra vez que son el futuro de México, en realidad en este país a las autoridades les importan un soberano sorbete.

La brutalidad policíaca se ejerce exclusivamente con los débiles, si a un cuico, le viene persiguiendo una horda de delincuentes peligrosos e inmorales –según se ve en el gozoso documental Los ladrones viejos. Las leyendas del artegio, antaño los ladrones tenían cierto código ético-, sus calamitosos compañeros se azorrillan, externan el temor que le tienen al plomo, mojan sus pantaloncitos, y dejan que su compinche sea brutalmente acribillado, so pretexto de no contar con artillería pesada para repeler la agresión; si en cambio, se tiene que lidiar con chavos, quienes por armas tienen algunos vasos con cerveza, ahí si los cuicos se envalentonan, ahí si son muy machos para aplicar la ley, ahí sí empujan, ahí sí insultan, ahí sí exhiben la autoridad omnipotente que les brinda su placa y su macana.

No es ninguna novedad, los cuicos siempre se han propasado con la chaviza, en la lógica de los cuicos, el peor peligro para la sociedad es el desmadre de los chavos, no es gratuito que la mayor parte de los delincuentes que atrapan sean delincuentes menores -ver los artículos: “Juicios orales, cateos y delincuencia organizada” de José Antonio Caballero y Sergio López Ayllón, y, “El abismo del sistema penal” de Miguel Carbonell y Enrique Ochoa Reza, nexos No. 366-: Chavos anarquistas que pistean en la vía pública, chavos impúdicos fornicando (o intentando hacerlo) dentro de las limitadas dimensiones de sus vochitos, chavos muy gandules que se volaron algún DVD de una tienda departamental...

Se habla de Joel Ortega, de Francisco Chíguil, de Guillermo Zayas, de Rodolfo Félix, del propio Marcelo Ebrard... pero quienes actuaron aquel día en el News Devine fueron nada más y nada menos que los cuicos, los que empujaron a los chavos fueron los cuicos, los que bloquearon la salida del antro fueron los cuicos, los que retacharon a los pocos chavos que habían podido salir fueron los cuicos...

Y los chavos, son quienes siempre terminan siendo vilipendiados, los dueños de los antros los tratan como se les antoja, les cobran lo que les venga en gana, los precios resultan abusivos la mayoría de las veces, las discriminaciones es un común denominador apodado “Nos Reservamos el Derecho de Admisión”, en ocasiones les sirven vino adulterado, las medidas de seguridad reglamentarias se las pasan por los tanates; los cuicos los saben indefensos, se comportan prepotentes, les amenazan, les inventan cargos, y en ocasiones terminan bajándoles los 200 o 300 míseros pesos que traen en la cartera con la promesa de no llevarlos a barandilla.

Recientemente se aprobó en el congreso una reforma constitucional en materia de justicia, ¿Qué tan lejos podremos llegar con la policía que tenemos hoy en día?, ¿Qué tanto avanzaremos si el primer eslabón de dicha cadena es tan endeble? Policías mal pagados, con obscenas jornadas de trabajo, desprovistos del equipo necesario, peormente preparados y encima, plagados de innumerables vicios... Ava Devine se operó las chichis para destacar en la industria de la pornografía, nosotros, ¿Qué haremos con nuestra policía?

28 de junio de 2008

Inland Empire y David Lynch


En un foro de cine en el cual participo asiduamente, se desarrolló una nutrida discusión sobre Inland Empire y el cine de David Lynch... a continuación transcribo mi aportación:

Parece que, cada nueva película de David Lynch, constituye una hazaña para el espectador, comprar un ticket para Inland Empire es tu boleto de entrada a un reto cinematográfico, Lynch traspasa las barreras del director convencional para transformase en un auténtico The Riddler detrás de cámaras. No lo he dicho yo, son varios quienes gustosos se prestan a iniciar el juego (así le llaman) lyncheano.

El Rubik cinematográfico se proyecta, el público (mayoritariamente) no entiende un carajo, pero se siente (mayoritariamente) atrapado por cierta estética, llamémosle, lyncheana, y los reaccionarios (así les llaman) putean ante las cataratas de inverosimilitud que se desparraman a lo largo de tres horas de (kilo)metraje.

Pero claro, ¿Qué se creían? es cine del mismísimo y mitiquísimo David Lynch, "no (apto) para cualquiera", solo unos cuantos elegidos "logran entrar en el mundo de Lynch y disfrutarlo", osease, Lynch es un cineasta exclusivo para las elites cinefílicas.

Cuando el cine se vuelve un asunto de elites, cuando el espectador se adjetiva a sí mismo (explícita y/o implícitamente) como de elite, para mí que algo anda mal. Nasaha ironiza "A los que les gusto la película son unos genios, como yo. El resto todos pelotudos."... pero hay quienes sí se lo creen, para ellos poder disfrutar (o fingir que disfrutas) de las películas de Lynch te dota de cierto Pedigree cinéfilo.

Las películas de Lynch, según se ha convenido, apuestan a que el espectador se "deje llevar", como si se tratase de fumarse un porro, carecer de cierta lógica es parte de su virtud, aunque Lynch no sea ni el primero ni el último en así hacerlo... ocurre que, también desde la ilógica se pueden connotar ideas, lo ejemplificó Giskdan (cuyo comentario comparto completamente), ahí está El discreto encanto de la burgesía (y El fantasma de la libertad, agregaría yo), cintas que, desde su ilógica, apuntalan una ácida crítica de la falsa ética burguesa.

En Inland Empire poco de ello se asoma, pocos (nadie, más bien) a lo largo de la discusión se aventuró a lanzar una hipótesis, aunque fuese difusa, algo que ni siquiera era difícil, estamos, creo yo, ante el conflicto de identidad de una actriz, como en Persona, o, ante el conflicto de una actriz al sumergirse en demasía en su personaje, muy semejante a El almuerzo desnudo, ¡claro!, sin la profundidad de Bergman, y no llega a ser ni remotamente tan bizarra como la obra de Cronenberg.

Lo destacado, es pues, la estética dizque lyncheana: Un lente que deforma la imagen, el empleo masturbatorio de la banda sonora y uno pervertido uso del close-up. El resto es un Lego cinematográfico, en el cual el espectador ensamble las piezas como le venga en gana, en el que se entretenga armando el juego (así le llaman) como le dé su chingada gana.

Esos atisbos de simpleza cinematográfica (es lo que es) ya se asomaban en Mulholland Drive, en la cual el jueguito consistía en armar el puzzle, no en balde, entre los extras del DVD había uno que decía: "10 Claves para Resolver un Misterio". Sin embargo, entre líneas, en aquella película Lynch dibujaba cierto guiños, cierta crítica a la industria hollywoodense. Acá no hay nada, todo es una tomadura de pelo.

El mismo Lynch parece apuntalarlo, una Laura Dern moribunda yace en la banqueta, un personaje la consuela "está bien, te estás muriendo. Es todo", más tarde se asoma una cámara cinematográfica, aderezada con una intensa banda sonora... es todo chicos, es cine, no se hagan pajas mentales, estoy jugando con ustedes, son mis espectadores unas simples marionetitas.

Anteriormente, Lynch eyaculaba sobre los géneros cinematográficos (Dunas, Terciopelo azul, Salvaje de corazón), ahora eyacula en la jeta del espectador, mofándose de él.

24 de junio de 2008

Melodrama


Si en El vampiro de la colonia Roma la narración fluía de un modo vertiginoso a través de diversas cintas auditivas que retrataban bucólicamente el micro-universo de ambiente de la Ciudad de México, y si en En jirones todo era relatado desde la intimidad de un diario en el cual se deshojaban los enredos introspectivos de un amor irrealizable, en Melodrama es el cine el conductor de la historia.

El recurso de la pantalla cinematográfica no es un elemento narrativo empleado por azares del capricho, la historia que se nos cuenta está resumida en su título, y no ha habido un mejor exponente de los melodramas nacionales, que nuestra cinematografía rociada de gases lacrimógenos, expositora de actrices que derraman sollozos y lágrimas como Libertad Lamarque, Andrea Palma, Angélica María...

La homosexualidad, temática habitual en el universo literario de Luis Zapata, está presente en el libro, pero son las mujeres, como en cualquier melodrama, sus auténticas protagonistas. Álex, hijo de Marga (López?), y quien atraviesa por una decepción amorosa, inicia un romance con Áxel, esposo de Estela (Pavón?), la aventura romántica entre ellos revolucionará la vida de ellas.

El autor relega el romance, apenas lo muestra, encuadra las ilusiones de todos los enamorados, y focaliza sus defectos, la envidia de quienes abrigados por el calor del afecto, del abrazo y del sexo, olvidan el mundo que les rodea, de aquellos que sumergidos en los placeres del cariño, ven en el universo que les rodea, en su madre, y en su esposa, obstáculos para la conquista de su felicidad.

Son en efecto, Marga y Estela, las verdaderas protagonistas, son ellas quienes cargan con los sentimientos y con el melodrama, la madre abnegada y confundida, atormentada ante la repentina metamorfosis que sufre su hijo, quien atrapada en las redes de la desesperación, acude a un detective privado para que siga los pasos de su hijo; la esposa incomprendida sexualmente, solitaria más allá de su sortija y más tarde abandonada, madre de familia carente de sustento económico y de un pene que la satisfaga sexualmente. La vida para ellas, se desmorona conforme avanza la trama, se ven imposibilitadas, enferman... en un diálogo que sostienen, una de ellas sentencia: “Estamos solas en el mundo, ¿verdad? Sobre todo las mujeres que somos madres”.

Conmemorándose su 25 aniversario, editorial Quimera ha decidido reeditar Melodrama de Luis Zapata... libro ampliamente recomendable.

23 de junio de 2008

Los dinosaurios bailan reggaeton


Nunca me ha gustado el empleo del adjetivo calificativo en primera persona, me parece una forma de adulamiento un tanto vulgar, tampoco soy simpatizante del sentimiento de pertenencia, una falsa salida de emergencia de nuestra soledad, pero en ocasiones, ambos son inevitables. Por lo mismo, me gusta decir abiertamente que soy parte de la generación del cambio, aquella que cumplió su mayoría de edad en el año 2000, aquella que sacó mediante su voto útil al PRI de Los Pinos, aquella que representaba un futuro esperanzador para el país... recuerdo a la perfección aquel 2 de julio del 2000, me encontraba en Puerto Vallarta con mis compañeros de la preparatoria, celebrábamos la conclusión de una etapa de nuestras vidas, la piedras rodantes nos congregamos desde muy temprano en el aeropuerto, el lugar en el cual se instalaron las casillas especiales, la larga fila era incontable e incontrolable, todos queríamos ser partícipes de la historia, las boletas pronto se agotaron, el descontento y la desconfianza germinaron de súbito entre la multitud, el interminable currículum antidemocrático de nuestra nación recaía sobre nuestro estado de ánimo como una sombra fatídica, algo estaba mal, alguien quería negarnos nuestro derecho a ejercer el voto.

La tarde transcurrió pausadamente, algunos andaban con el dedo pintado, otros no pudimos votar, tomábamos el sol mientras conversábamos sobre las elecciones, el futuro y otras yerbas, llegó la noche y el júbilo estalló, la transición fue posible, nos iniciábamos en la democracia, el “Ya” sí se cumplió, aquel no fue el triunfo de un partido político, sino el de una nación, y ello se notaba en el ambiente festivo carente de pancartas partidistas, pero atiborrado de felicidad y fraternidad.

Hoy, a casi ocho años de distancia, todo aquello parece perdido, dos encuestas de reciente aparición me tienen preocupado, en una de ellas se sitúa al PRI como el partido con menor índice de rechazo, en la otra, Enrique Peña Nieto figura como el candidato más aventajado en la muy precoz carrera rumbo al 2012.

No me preocupan los nombres, me inquietan las causas y las consecuencias de esto.

El pasado reciente está inundado por la desilusión y por la confrontación artificiosa, la transición hacia el foxismo nos colmó de expectativas, las ilusiones eran desmedidas, y los resultados fueron magros, ni el presidente Fox supo aglutinar a una multitud entorno a su desestructurado proyecto de nación, ni la población se unió entorno a la figura del nuevo presidente para lograr que la transición fuese fructífera.

Recientemente, el dizque encono generado a raíz de las elecciones presidenciales del 2006 le vendió a la sociedad la idea de que existían dos únicas alternativas, la esperanza radicaba en tomar partido, en la radicalización, el mejor argumento no era la construcción, sino la destrucción, el “peligro para México”, y el “traidor a la patria”, la trifulca la extendieron hasta que se rompió el interés, la supuesta confrontación de ideologías ha terminado por hastiar a la población, ahora solo los grupos clientelares son partícipes de dicha farsa.

El PRI estaba desahuciado, nominar a Roberto Madrazo en el 2006 lo mostraba como un partido político arcaico, las nuevas generaciones escasamente se sentían atraídas por sus siglas, quienes así lo hacía, lo hacían por herencia y por tradición, no por convicción. El Revolucionario Institucional fallecía sin oponer la más mínima de las resistencias a su fatídico destino, más allá de la mentada “marea roja”, ni sus discursos, ni sus prácticas, ni la mayoría de sus rostros se renovaron, la derrota fue estrepitosa, los dinosaurios se extinguían, el catastrófico meteorito del 2006 los ponía en peligro de extinción.

Pero la desilusión y el hartazgo han logrado lo inimaginable, el PAN y el PRD, gustosos, le han dado respiración de boca a boca al PRI, si la transición ha fracasado, son nuestra izquierda y nuestra derecha políticas las grandes culpables, su inoperancia y su envidia hundieron nuestra fe en la democracia, vanidosas y egocéntricas, las dizque ideologías practicaron la exclusión, altivamente, se olvidaron de que la política es el arte de construir consensos, soberbios poseedores de la verdad absoluta, se dedicaron a propagar su verdad, pensando siempre en su bien partidista, y nunca en el bienestar de la nación.

Roger Bartra lo señalaba en un ensayo publicado recientemente (Los lastres de la derecha mexicana, Letras libres No. 114): “es necesario comprender que el peligro de una restauración del viejo nacionalismo autoritario sigue presente. La amenaza de un retorno de la derecha priista es un hecho que forma parte de nuestro panorama político. Solamente el fortalecimiento de una derecha liberal y de una izquierda democrática puede evitar que las tensiones políticas propias de la transición nos lleven hacia una restauración del rancio autoritarismo priista. Desde luego, no parece posible un retorno directo al antiguo régimen. Se trataría más bien del fortalecimiento de una tradición política corrupta y burocrática. Mi temor es que estemos ante la posibilidad de una repulsiva regurgitación de las cloacas del antiguo régimen, un fenómeno que no es desconocido en la historia política.” Ni nuestra derecha es liberal, ni nuestra izquierda democrática, el pueblo, cansado de la interminable función de circo, ha optado por ver con buenos ojos la pasividad de un PRI cuya única virtud ha sido el hecho andar nadando de a muertito, en el México contemporáneo, los dinosaurios bailan reggaeton... para llorar.

16 de junio de 2008

Novia que te vea


Realmente curioso, a escasos días de haberse conmemorado el sexagésimo aniversario de la proclamación del Estado de Israel, me encuentro de casualidad con una de las pocas películas mexicanas que abordan la temática judía, esto ocurrió en un Blockbuster, y el nombre del filme es Novia que te vea.

La película nos cuenta (pues así está estructurada, como un cuento, relatado mediante prolongados flasbacks) la historia de dos familias judías, que emigraron en distintos períodos del siglo XX hacia México. La infancia y la adolescencia de dos de sus descendientes (sus primogénitas) se cruzan, sus anécdotas y sus vivencias nos servirán como un vivo retrato de la vida que los judíos llevan en nuestro país.

Sin rodeaos, he de decir que la cinta no me gustó, no sé si dé para considerarla como mala, pero puedo afirmar que no contiene el tipo de discurso cinematográfico que me convence, y que creo, es el conveniente para el cine mexicano. La inclusión de Hugo Hiriart como guionista, me inspiró en un principio, pero creo que termina siendo uno de los dos grandes pecados de la cinta.

El pecado primordial, sin embargo, radica en la falta de tacto de su directora, Guita Schyfter. La sutileza está siempre ausente, al intentar esbozar un círculo, ésta termina trazando algo más parecido a las grotescas líneas rectas de un cuadrado. Paradójicamente, es en una escena de la misma película en la cual ésta se describe a sí misma: Oshi toma clases de pintura, se encuentra dibujando un desnudo, el profesor se le acerca y le dice que la mayoría de las líneas de su dibujo se ven falsas, que en su arte se sobredimensiona lo racional, y escasea lo visceral.

Lo mismo ocurre con Novia que te vea, el combo de una dirección fallida, y de un guión que, sobretodo en sus diálogos, se nota excesivamente dramatúrgico. Por ejemplo, nos encontramos con la siguiente escena: Una Oshi en plena infancia, camina por el parque en compañía de un amigo, dice en voz alta algo así como que “está cansada de que la gente odie a los judíos”, y un minuto más tarde, se les acercan un par de niñas para recriminarles: “Judíos, ustedes mataron a Cristo”.

Es ese el principal problema de la cinta, la directora (judía) hace la temática tan suya, que no se centra en narrarnos una historia, sino que se obsesiona profesándonos sus ideas, de este modo, cada línea argumental parece estar dotada de una idea específica, lo que termina por tornar excesivamente ideológica la narrativa del largometraje.

A algunos les convence ésta idea, recuerdo a Carlos Bonfil celebrar desde las páginas de La Jornada la crítica social presente en Voces inocentes, cuando uno ve los detrás de cámaras puede constatar como Vanessa Bauche y Damián Alcázar (entre otros) se jactan de hacer un cine exclusivamente (o preferentemente) con contenido social... a mí me parece una pose fachosísima, yo deseo ver en las películas rasgos de autoría, quiero que el espectáculo cinematográfico sea más parecido a una exposición fotográfica en la que se exhiba la sutil estética de Cartier-Bresson (quien por cierto, mucho tienen de social), que a un mitin en defensa del petróleo encabezado por los gritos histéricos de López Obrador y sus huestes.

Pese a todo, hay que reconocerle a Novia que te vea sus gratas virtudes, la dirección artística y la fotografía (sobretodo la primera), resultan sobresalientes; pese a lo grotesco de sus diálogos, el ritmo de la película es bueno, por momentos, llega a ser incluso hasta simpática, nunca se estanca; propone además, dos vertientes narrativas bastante interesantes que, desafortunadamente, son abordadas de un modo plástico y frío: La confrontación socio-política que tuvo su efervescencia en los sesentas, y las brechas generacionales al interior del seno familiar, la imposición de tradiciones, y la llegada de un nuevo estilo de vida mediante el que los adolescente quieren hacer plasmar sus ansias de libertad.

Recuperar la sonrisa


Los años que George W. Bush ha dormido (todo parece indicar que confortable y desobligadamente) en la Casablanca, han sido un completo desastre para su país, eso es vox populi, algo que se nota a raudales, el buque insignia del neoliberalismo se hunde rápidamente, la economía norteamericana se resquebraja, el dólar está debilitado, las tasas de desempleo alcanzan niveles de país tercermundista, la vanguardia artística parece emigrar de New York a diversas partes del mundo (Woody Allen ahora filma en Londres)... fuera de sus fronteras, la percepción es brutalmente negativa, el obtuso sentimiento (que no pensamiento) anti-yankee crece sin control, y sin razón.

Aún así, y pésele a quien le pese, siguen siendo los Estados Unidos el país referencia para el resto del mundo, no hay una sola elección presidencial que levante tanto furor como la norteamericana, las primarias del Partido Demócrata, estelarizadas por Hillary Clinton y Barack Obama, resultaron todo un suceso, se comentan sobradamente en los diarios de todo el orbe, no recuerdo otra elección presidencial para la que se hagan encuestas entre ciudadanos del resto del mundo... las divergencias entre las tendencias (y las percepciones) de los norteamericanos y de los extranjeros son abismales.

En realidad, es algo natural, lo que se sabe de la política de un país, desde el exterior, resulta muy vago, para algunos el menú se departía así: Hillary, la mujer; McCain, el republicano, Obama, el negro... las conclusiones de ello eran las siguientes: Mujer, feminismo; negro, liberalismo; republicano, conservadurismo.

Si bien, la conclusión es obvia, son sus motivos los que interesan, los Estados Unidos han pasado de ser el país del país de la innovación, del descubrimiento, a la nación de la monotonía, las barras y las estrellas no suscitan opiniones, sino pasiones anacrónicas... y parece ser ese el sordo discurso que exploran sus candidatos.

No es gratuito el nombre con el que Barack Obama, hace casi un año, tituló un ensayo publicado en Foreign Affairs, “La renovación del liderazgo estadounidense”, no una renovación de la putrefacta burocracia norteamericana, que se denota como una intención primaria en la mayoría de sus discursos, sino del liderazgo norteamericano fuera de sus fronteras, no erradicar la política de la intervención que tan mala reputación le ha generada a la nación norteamericana, hacerla más diplomática.

Mientras un veterano que combatió en Vietnam, y que fue testigo en carne propia de sus terrible consecuencias (fue prisionero, y torturado, lo que le generó las lesiones que hoy lo tienen minusválido) como McCain toma con calma el espinoso asunto de Vietnam, Obama proclama medidas drásticas, retirará la totalidad de las tropas de inmediato (idea descabellada que me recuerda a Fox, quien creía que resolvería el conflicto armado de Chiapas en cuestión de quince minutos).

La situación en cuanto a México es aún más contradictoria, hace pocos días Obama aseguraba que México era su prioridad en América Latina, pero el pasado reciente nos dice otra cosa, Félix Cortés Camarillo acotaba en su columna en Milenio que atestiguó una entrevista en la que el candidato demócrata no atinó a nombrar el nombre de la presidenta de Chile, Michelle Bachelet, peor aún, fue uno de los senadores que votaron a favor del muro fronterizo, hay más, se ha pronunciado por revisar el TLC, ¡claro!, para hacerlo aún más favorable para los EUA, seguro que lo que está ocurriendo con el tomate mexicano poco y nada le importa... McCain es la otra cara de la moneda, respaldó la construcción del muro fronterizo, siempre y cuando fuera acompañado con un programa que beneficiaría (mediante visas y diversas leyes regulatorias) a doce millones de inmigrantes, hoy, sin embargo, su discurso parece ser mucho más conservador en ese aspecto.

¿Cuál es el verdadero Obama?, ¿Cuál el verdadero McCain?, ¿Desde que perspectiva los contemplan en su propio país?, ¿Qué tanto deberían de obsesionarnos? Sin duda lo que a los norteamericanos les obsesiona es su economía, la morosidad en las hipotecas subprime, que repercutió en todo el mundo, no es una crisis emanada de la macroeconomía, sino de la economía clase mediera, una desaceleración económica que los tiene preocupados, cambio es lo que piden los norteamericanos, y cambio es lo que en sus divergentes discursos ofrecen McCain y Obama... en México, algunos analistas optan por la despreocupación, “seguimos siendo el patio trasero para los norteamericanos”, ciertamente, pero para nosotros, para nuestros 10 millones de emigrantes, para nuestras empresas cuya única frontera abierta a la exportación es la de los Estados Unidos, las elecciones en Norteamérica son importantísimas, y bien haríamos en desenmascarar a los candidatos, no guiarnos por conclusiones en base al tono de piel o al partido que abanderan, acá tuvimos a un candidato que se dijo de “centro-izquierda”, y a otro que según él “respetaba la investidura presidencial”, demás está decir que ninguno de los dos resultó cumplir con lo que pronunciaban, Obama y McCain son a fin de cuentas candidatos, dos portadores de mil máscaras que se pelean el todopoderoso trono en reposo que se asienta en la Casablanca, y que desde allí, buscan enderezar el camino de una nación que pretende demostrarle al mundo que todavía se sostienen, que aún son superpoderosos, que quieren recuperar la sonrisa.

11 de junio de 2008

¿Dónde vamos a parar?


Difícil es asegurar el dónde nos encontramos, pisamos terreno firme por inercia, automatizados, nuestra percepción del entorno se ha vuelto limitada, desconocemos lo que ocurre fuera de nuestros ghettos, nos llegan noticias, meras nociones, pero nadie puede asegurar a ciencia cierta en este país, y en esta ciudad, la verdadera condición de nuestra seguridad, la vida se ha vuelto un enigma.

Quien piense que Aguascalientes es la misma de hace años, está más ciego que Borges y más sordo que Beethoven, la ciudad se transforma, el tiempo no pasa en vano, los cambios no son gratuitos, adaptarnos a la época del crimen organizado y de las vialidades desorganizadas es difícil de asimilar. Nuestra condición no resulta excepcional, lo que ocurre en Aguascalientes no es algo extraordinario, sino el ordinario presente de una nación que se resquebraja.

Cada brote de violencia conmueve y remueve a la sociedad hidrocálida, una buena nueva un tanto mordaz, la violencia magnánima es todavía algo raro entre nosotros. En las radios se sintonizan las crónicas des-informativas de la balacera, la noticia se propaga como pólvora, la gente comenta lo mal que está la situación actualmente, a la mañana siguiente, los periódicos se agotan de inmediato... somos una sociedad altamente morbosa.

Pienso que la violencia contemporánea es en buena parte un reflejo de un país, y una ciudad, que pretenden mostrar un rostro que no les pertenece, las cosas, sencillamente, están mal, la ola de inseguridad nos ha desenmascarado, nos ha expuesto nuestras falencias, no importa que tan lindos estén los camellones de nuestras avenidas, sencillamente nos echamos a dormir, Aguascalientes era una ciudad confortable, creímos que así siempre sería, nos dedicamos a embellecerla, no a edificarla, la modernidad, con todo y sus pecados, nos ha tomado mal parados.

Ver las fotos de los detenidos me remiten a una pregunta ¿Qué orilla a los jóvenes a tomar el camino del delinquir?. Sí, la mayoría de los detenidos el Martes pasado son unos chavales, y pasa lo mismo en diversos lugares, el crimen organizado genera los empleos que escasean en la sociedad, una verdad preocupante.

Mientras la situación económica sea precaria, a algunos plebeyos se les presentarán dos caminos, emigrar a otro país, o inmiscuirse en la delincuencia, el segundo repercute negativamente en diversos aspectos de nuestra sociedad. Mirándonos en el espejo, notamos que nuestra sociedad se resquebraja, malmiramos al prójimo, desconfiamos, existen sospechosos a diestra y siniestra, los padres se preocupan por sus hijos, el estrés nos estruja, mucho bullicio, ninguna denuncia... algo se está pudriendo en México.

La gran derrotada en la guerra contra el narcotráfico está siendo la sociedad, más que el gobierno debilitado, somos los ciudadanos los que estamos perdiendo la batalla, no se nos está acribillando físicamente, pero nuestra confianza ha sido perpetrada, el país, y la ciudad, supuestamente confortables no son tal, la violencia se siente, si no es un secuestro en un restaurante, es un robo de esos que tanto dañan nuestro mermado patrimonio, haber tomado conciencia de nuestra inseguridad ha mermado nuestra confianza.

Nuestra situación se debe a lo que por años hemos sembrado, una educación paupérrima, desigualdad social en la era de la vanidad consumista que poco a poco nos consume, empleos mal pagados y mal valorados... la delincuencia no debe de combatirse con balazos, el fuego contra fuego repliega el crimen, mas no lo elimina, estamos mal parados, y solo sabemos con certeza que la situación puede empeorar, y solo mejorará si nos ponemos a trabajar.

10 de junio de 2008

Xenofobia con picante


Dudo mucho que seamos un país con arraigados rasgos xenófobos (o al menos, la esperanza tengo), pero somos, sin duda, una patria en la que dicho discurso goza de cierta aceptación, así como de una abultada y ruidosa propagación. Lo llevamos en nuestras raíces, ahí está nuestro estruendoso himno nacional como testigo: “Más si osare un extraño enemigo profanar con su planta tu suelo, piensa ¡oh Patria querida! que el cielo un soldado en cada hijo te dio”.

Tenemos cierto resquemor para con lo extranjero, quizás por el sanguinario legado que nos heredó conquista, quizás por la dolorosa secesión que el día de hoy nos seguimos lamentando, quizás por otras razones... lo cierto es que es generalizado ese sentimiento de repeler y confrontar todo lo foráneo.

Si el nuevo técnico del tricolor se apellida Eriksson, y no Ramírez, el rechazo es general, llegando incluso a la cólera colectiva e irracional, ¿Qué va a hacer ese sueco en el tricolor si no conoce a nuestros jugadores?. A Eriksson le es ajena la huevonsincracia del jugador mexicano y la pudrición de nuestros dirigentes. A Ricardo La Volpe muy mal le fue con la prensa en cuanto empezó a convocar a jugadores naturalizados.

El rechazo es obviamente hipócrita, salvo el Guadalajara, el resto de los equipos no solo alinean jugadores extranjeros, sino que mucho dependen de ellos, no en balde, la tabla de líderes de goleo está infestada de jugadores extranjeros.

En el debate entorno al petróleo, un silencioso discurso xenófobo se ha posicionado en el centro de la discusión, no es que no se pretenda la modernización de Pemex, lo que no se quiere es que, en ésta, tenga cabida algún gachupín, gringo... nosotros solitos podemos sostener y reformar nuestra empresa.

El discurso xenofóbico no plantea ideas novedosas, sino que enumera nuestros temores más arcaicos, ciertamente somos una nación cuyas privatizaciones no han sido (generalmente) ni muy remotamente satisfactorias (ni económica, ni funcionalmente), han resultado mayoritariamente un desastre, un atraco, la fangosidad moral de nuestros burócratas, quienes en su labor como gobernantes no ven otro ejercicio más que el de un jugoso negocio, ha hecho que nuestras experiencias con dicho término sean poco satisfactorias.

Pero no hay duda de que en ello también está bien presente nuestra naturaleza, el temor a confrontar lo desconocido (“Más vale malo por conocido que bueno por conocer”), de vernos siempre superados, nuestro eterno talante de inferioridad. El extranjero se aprovechará de nuestra ignorancia y abusará de nosotros. La supuesta xenofobia con picante, no es un odio sino un profundo temor.

No creo que en el extranjero se encuentren las respuestas mágicas a nuestros problemas, sin duda éstas deben de provenir de nosotros mismos, pero la autonomía no debe de ser excluyente, ningún bien nos hacemos con la encerrona, viviendo en un caparazón de nacionalismo rancio e inquebrantable, nos gusta mucho nuestra nación, la apreciamos, es nuestro “México lindo y querido”, pero en nuestras respuestas bien podemos mirar hacia el exterior, millones de mexicanos lo han hecho cruzando la frontera norte, se les llama espaldas mojadas, y gracias a ellos, México puede respirar.