11 de junio de 2008

¿Dónde vamos a parar?


Difícil es asegurar el dónde nos encontramos, pisamos terreno firme por inercia, automatizados, nuestra percepción del entorno se ha vuelto limitada, desconocemos lo que ocurre fuera de nuestros ghettos, nos llegan noticias, meras nociones, pero nadie puede asegurar a ciencia cierta en este país, y en esta ciudad, la verdadera condición de nuestra seguridad, la vida se ha vuelto un enigma.

Quien piense que Aguascalientes es la misma de hace años, está más ciego que Borges y más sordo que Beethoven, la ciudad se transforma, el tiempo no pasa en vano, los cambios no son gratuitos, adaptarnos a la época del crimen organizado y de las vialidades desorganizadas es difícil de asimilar. Nuestra condición no resulta excepcional, lo que ocurre en Aguascalientes no es algo extraordinario, sino el ordinario presente de una nación que se resquebraja.

Cada brote de violencia conmueve y remueve a la sociedad hidrocálida, una buena nueva un tanto mordaz, la violencia magnánima es todavía algo raro entre nosotros. En las radios se sintonizan las crónicas des-informativas de la balacera, la noticia se propaga como pólvora, la gente comenta lo mal que está la situación actualmente, a la mañana siguiente, los periódicos se agotan de inmediato... somos una sociedad altamente morbosa.

Pienso que la violencia contemporánea es en buena parte un reflejo de un país, y una ciudad, que pretenden mostrar un rostro que no les pertenece, las cosas, sencillamente, están mal, la ola de inseguridad nos ha desenmascarado, nos ha expuesto nuestras falencias, no importa que tan lindos estén los camellones de nuestras avenidas, sencillamente nos echamos a dormir, Aguascalientes era una ciudad confortable, creímos que así siempre sería, nos dedicamos a embellecerla, no a edificarla, la modernidad, con todo y sus pecados, nos ha tomado mal parados.

Ver las fotos de los detenidos me remiten a una pregunta ¿Qué orilla a los jóvenes a tomar el camino del delinquir?. Sí, la mayoría de los detenidos el Martes pasado son unos chavales, y pasa lo mismo en diversos lugares, el crimen organizado genera los empleos que escasean en la sociedad, una verdad preocupante.

Mientras la situación económica sea precaria, a algunos plebeyos se les presentarán dos caminos, emigrar a otro país, o inmiscuirse en la delincuencia, el segundo repercute negativamente en diversos aspectos de nuestra sociedad. Mirándonos en el espejo, notamos que nuestra sociedad se resquebraja, malmiramos al prójimo, desconfiamos, existen sospechosos a diestra y siniestra, los padres se preocupan por sus hijos, el estrés nos estruja, mucho bullicio, ninguna denuncia... algo se está pudriendo en México.

La gran derrotada en la guerra contra el narcotráfico está siendo la sociedad, más que el gobierno debilitado, somos los ciudadanos los que estamos perdiendo la batalla, no se nos está acribillando físicamente, pero nuestra confianza ha sido perpetrada, el país, y la ciudad, supuestamente confortables no son tal, la violencia se siente, si no es un secuestro en un restaurante, es un robo de esos que tanto dañan nuestro mermado patrimonio, haber tomado conciencia de nuestra inseguridad ha mermado nuestra confianza.

Nuestra situación se debe a lo que por años hemos sembrado, una educación paupérrima, desigualdad social en la era de la vanidad consumista que poco a poco nos consume, empleos mal pagados y mal valorados... la delincuencia no debe de combatirse con balazos, el fuego contra fuego repliega el crimen, mas no lo elimina, estamos mal parados, y solo sabemos con certeza que la situación puede empeorar, y solo mejorará si nos ponemos a trabajar.

No hay comentarios: