16 de junio de 2008

Recuperar la sonrisa


Los años que George W. Bush ha dormido (todo parece indicar que confortable y desobligadamente) en la Casablanca, han sido un completo desastre para su país, eso es vox populi, algo que se nota a raudales, el buque insignia del neoliberalismo se hunde rápidamente, la economía norteamericana se resquebraja, el dólar está debilitado, las tasas de desempleo alcanzan niveles de país tercermundista, la vanguardia artística parece emigrar de New York a diversas partes del mundo (Woody Allen ahora filma en Londres)... fuera de sus fronteras, la percepción es brutalmente negativa, el obtuso sentimiento (que no pensamiento) anti-yankee crece sin control, y sin razón.

Aún así, y pésele a quien le pese, siguen siendo los Estados Unidos el país referencia para el resto del mundo, no hay una sola elección presidencial que levante tanto furor como la norteamericana, las primarias del Partido Demócrata, estelarizadas por Hillary Clinton y Barack Obama, resultaron todo un suceso, se comentan sobradamente en los diarios de todo el orbe, no recuerdo otra elección presidencial para la que se hagan encuestas entre ciudadanos del resto del mundo... las divergencias entre las tendencias (y las percepciones) de los norteamericanos y de los extranjeros son abismales.

En realidad, es algo natural, lo que se sabe de la política de un país, desde el exterior, resulta muy vago, para algunos el menú se departía así: Hillary, la mujer; McCain, el republicano, Obama, el negro... las conclusiones de ello eran las siguientes: Mujer, feminismo; negro, liberalismo; republicano, conservadurismo.

Si bien, la conclusión es obvia, son sus motivos los que interesan, los Estados Unidos han pasado de ser el país del país de la innovación, del descubrimiento, a la nación de la monotonía, las barras y las estrellas no suscitan opiniones, sino pasiones anacrónicas... y parece ser ese el sordo discurso que exploran sus candidatos.

No es gratuito el nombre con el que Barack Obama, hace casi un año, tituló un ensayo publicado en Foreign Affairs, “La renovación del liderazgo estadounidense”, no una renovación de la putrefacta burocracia norteamericana, que se denota como una intención primaria en la mayoría de sus discursos, sino del liderazgo norteamericano fuera de sus fronteras, no erradicar la política de la intervención que tan mala reputación le ha generada a la nación norteamericana, hacerla más diplomática.

Mientras un veterano que combatió en Vietnam, y que fue testigo en carne propia de sus terrible consecuencias (fue prisionero, y torturado, lo que le generó las lesiones que hoy lo tienen minusválido) como McCain toma con calma el espinoso asunto de Vietnam, Obama proclama medidas drásticas, retirará la totalidad de las tropas de inmediato (idea descabellada que me recuerda a Fox, quien creía que resolvería el conflicto armado de Chiapas en cuestión de quince minutos).

La situación en cuanto a México es aún más contradictoria, hace pocos días Obama aseguraba que México era su prioridad en América Latina, pero el pasado reciente nos dice otra cosa, Félix Cortés Camarillo acotaba en su columna en Milenio que atestiguó una entrevista en la que el candidato demócrata no atinó a nombrar el nombre de la presidenta de Chile, Michelle Bachelet, peor aún, fue uno de los senadores que votaron a favor del muro fronterizo, hay más, se ha pronunciado por revisar el TLC, ¡claro!, para hacerlo aún más favorable para los EUA, seguro que lo que está ocurriendo con el tomate mexicano poco y nada le importa... McCain es la otra cara de la moneda, respaldó la construcción del muro fronterizo, siempre y cuando fuera acompañado con un programa que beneficiaría (mediante visas y diversas leyes regulatorias) a doce millones de inmigrantes, hoy, sin embargo, su discurso parece ser mucho más conservador en ese aspecto.

¿Cuál es el verdadero Obama?, ¿Cuál el verdadero McCain?, ¿Desde que perspectiva los contemplan en su propio país?, ¿Qué tanto deberían de obsesionarnos? Sin duda lo que a los norteamericanos les obsesiona es su economía, la morosidad en las hipotecas subprime, que repercutió en todo el mundo, no es una crisis emanada de la macroeconomía, sino de la economía clase mediera, una desaceleración económica que los tiene preocupados, cambio es lo que piden los norteamericanos, y cambio es lo que en sus divergentes discursos ofrecen McCain y Obama... en México, algunos analistas optan por la despreocupación, “seguimos siendo el patio trasero para los norteamericanos”, ciertamente, pero para nosotros, para nuestros 10 millones de emigrantes, para nuestras empresas cuya única frontera abierta a la exportación es la de los Estados Unidos, las elecciones en Norteamérica son importantísimas, y bien haríamos en desenmascarar a los candidatos, no guiarnos por conclusiones en base al tono de piel o al partido que abanderan, acá tuvimos a un candidato que se dijo de “centro-izquierda”, y a otro que según él “respetaba la investidura presidencial”, demás está decir que ninguno de los dos resultó cumplir con lo que pronunciaban, Obama y McCain son a fin de cuentas candidatos, dos portadores de mil máscaras que se pelean el todopoderoso trono en reposo que se asienta en la Casablanca, y que desde allí, buscan enderezar el camino de una nación que pretende demostrarle al mundo que todavía se sostienen, que aún son superpoderosos, que quieren recuperar la sonrisa.

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