29 de abril de 2009

Divagaciones # 11 ... la sociedad del morbo

Eran alrededor de las siete de la tarde, mis amigo y yo nos encontrábamos en playa Chacala, platicábamos y bebíamos vino con lentitud (la cerveza, se nos había agotado), nos percatamos de que no tardaría en oscurecer y decidimos partir rumbo a Sayulita -donde nos encontrábamos hospedados-. Nos levantamos mostrándole sin disimulo al resto de los bañistas nuestras amigajonadas anatomías, recogimos la basura, la hielera, nuestra sombrilla y nos disponíamos a abandonar el lugar cuando observamos que, sin disimulo, la gran mayoría de la gente (por no decir que toda) volteaba (algunos incluso corrían) rumbo a determinada dirección.

Voltee, y a la distancia, pude observar a un par de policías con poderosas metralletas –¡no mames!, ¿habrán atrapado al “Chapo” Guzmán?, ¿aquí en Chacala?-. Pero como mi vista es más bien magra, preferí ver el mórbido espectáculo que tenía a unos cuantos metros de distancia: señoras que toda la tarde estuvieron arranadas en una silla, ahora podían levantarse como por acto de magia; los hombres que nunca se despegaron de su cerveza, ahora la menospreciaban; los niños, que tardaron todo el día en levantar castillos de arena, se daban cuenta de lo infame de sus creaciones y preferían ver el espectáculo que captaba la completa atención de sus padres; los meseros, que tan amablemente nos atendieron a lo largo del día, no se aparecían ni para recoger su propina… debo de admitir que no escuché teorías sobre lo que ocurría a la distancia, pero estoy seguro de que no habrán faltado: o una pareja copulando en la playita, o un hippie vendiendo drogas, o vaya-usté-a-saber.

Recuerdo esto que viví hace aproximadamente tres semanas, porque ahora escucho y leo voces que culpan al gobierno y a los medios (pocos culpan al rumor) de provocar histeria colectiva. ¡Joder!, cuando van a asumir los mexicanos las consecuencia de sus propios actos, nadie los está obligando a seguir paso a paso la evolución de la influenza porcina (¿mexicana?), si están obcecados con las noticias que se ofrecen por Internet, periódicos, radio y televisión, es o porque quieren estar informados (lo dudo), o por simple morbo (lo firmo). Ejemplo: a algún blogger (cuyo link omito, por supuesto), se le ocurrió una genial idea: lanzar una convocatoria para determinar el número de petateados que dejará la influenza en México. ¿Es eso información?, ¿es morbo?, ¿o es que sencillamente carezco de sentido del humor?

Aquella tarde en playa Chacala, estábamos subiendo nuestros triques al carro cuando vimos pasar a media docena de policías, custodiando a un morro descalabrado y sangrando acompañado de su (supongo) novia lloriqueando y moqueando. Eso fue todo, a un güey le dieron un botellazo, y la policía y la pareja andaban en búsqueda de los victimarios. Casi la totalidad de los turistas dejaron a un lado sus actividades para contemplar una pelea más –nada nuevo, todas las peleas tienen más mirones que contendientes-. Lo mismo ocurre ahora, nuestras vidas prácticamente se han paralizado por la aparición de un virus, ok, debemos de tomar nuestras precauciones, pero no dejemos maniatarnos por un tema, hay más cosas en la vida.

Algunos han bautizado a este fenómeno como la sociedad del espectáculo, patrañas, es la sociedad del morbo. Recordemos que el ama de casa está más al pendiente de los romances de la artista de Televisa, que de la telenovela que actualmente protagoniza.

Más sobre epidemia

Otro que encuentra en la epidemia de la influenza la presencia del rumor, es José de la Colina, quien en su simpático texto: Influenza: un rumor, habla de los rumores que sospechan de una conspiración, como vacunas que logran tranquilizarnos de la histeria colectiva.

27 de abril de 2009

Epidemia


¿Existirá algún mexicano, que en las últimas horas, no haya conversado sobre la influenza? Probablemente, siempre habrá algún desinformado, y más en este país plagado de desinformados, pero estoy seguro de que la gran mayoría de los mexicanos han tenido contacto con la epidemia mediática de la influenza.

Los medios masivos han llevado la batuta, cierto, no se puede negar la enorme cobertura que le están dando al tema, las noticias se han vuelto la noticia, se habla de un único tema, la influenza en todas sus variantes: cuantos brotes, cuantos muertos, en que ciudades, los síntomas, las recomendaciones, la cancelación de eventos, el agotamiento de los tapabocas, la ayuda sanitaria que recibirá México…

Pero existe otro medio de información que está resultando infalible: el rumor, el vox populi, la noticia transmitida y aderezada de viva voz. Alguien ya supo que se registraron n número de casos en la ciudad, otro se enteró de que el gobierno está queriendo ocultar la gravedad del asunto, aquel oyó, por el contrario, que todo esto es una bomba mediática mediante la que se pretende distraer a la población.

Las voces se encargaron de propagar rápidamente la noticia, la madre de familia se preocupaba por sus hijos y los instaba a que se quedaran en casa (imposible), los amigos comentaban la novedad con banalidad, los conocidos intercambiaban información sobre una enfermedad que semanas atrás aparentemente nadie conocía.

La epidemia informativa, esa otra fiebre que contagió a los mexicanos sedientos por conocer y divulgar la nueva tragedia nacional, las irrefrenables ganas de comentar lo poco que se sabe del tema, la necesidad de formar parte de un evento que nos está sumiendo en la inoperancia, algunos aventureros se atreven incluso a dar conclusiones prematuras.

No tengo nada que aportar sobre el tema de la influenza, no soy médico ni intentaré parecerlo, por eso comparto esta breve reflexión. En un mundo en el que la voz humana parece insignificante al comparársele con el poder de los medios masivos, el rumor aún puede ser noticia, todavía uno puede enterarse de las novedades en la calle, la tecnología mediática no ha derrotado del todo a la voz humana.

23 de abril de 2009

Divagaciones # 10 … la urbe del anonimato

En el más reciente viaje que realicé al jocoso defecoso, aumentó mi sensación –por lo demás, siempre latente- de saberme miserable e insignificante en el seno de una ciudad cuya extensión parece no tener fin, ni siquiera en el Guía Roji.

Sin embargo, pude percatarme con alivio, de que esta alma en pena no era la única que se encontraba en tan desdichada situación. No era mi condición de extranjero lo que me hacía miserable sino mi condición de human being. Es que en el jocoso defecoso resulta hartamente vulgar eso de ser human being, con eso de que hay tantos.

La característica más notoria de lo que aquí estoy disertando ha de ser la ausencia del murmullo, el jocoso defecoso está plagado de sonidos, pero el murmullo, no es uno de ellos. La conversación entre los defeños está reservada, en exclusiva, para con los conocidos, por ello, no resulta gratuito el que una gran cantidad de peatones caminen luciendo audífonos en sus oídos, sabedores de que en su trayecto no lidiaran con conversación alguna, prefieren andar al compás que les dicte la música.

El contraste con lo que viví el sábado pasado, fue notorio. El sábado pasado acompañé a un amigo a la misa con la que se conmemoró el primer aniversario luctuoso del fallecimiento de su padre. La Iglesia Católica y yo hace tiempo que nos divorciamos, pero no por ello voy a negar que el obispo que ofició la misa nos ganó a todos –obispo no de Aguascalientes, sino de algún lugar de Oaxaca, de donde es oriundo mi amigo-. Desde el comienzo de la liturgia, dándose su tiempo para poder saludarnos a todos los concurrentes estrechándonos la mano, hasta finalizada ésta, vivimos los ahí presentes un rato por demás agradable, no sentimos tomados en cuenta –ni estoy exagerando, ni estoy siendo cursi, así lo comenté con mis conocidos y todos ellos concordaron-.

Recuerdo muy bien el último día de mi breve estancia en el jocoso defecoso. Viajando en metro quedé prensado por una puerta, lidié por aproximadamente diez segundos con tan incómoda situación, durante ese tiempo nadie pareció percatarse de mi apuro, ni esperanzas de que alguien me tendiera la mano como me la tendió aquel obispo inolvidable. Después de liberarme, ocupé en silencio mi lugar en el vagón … aquel día me sentí más anónimo que nunca.

21 de abril de 2009

Texican Whopper


La semana pasada comenzó con un escándalo mediático. Resulta que a algún brillante mercadólogo se le ocurrió una, por supuesto, brillante idea: una hamburguesa llamada Texican Whopper. Para publicitar el nuevo producto el brillante mercadólogo recurrió a otra brillante idea: un afiche que, no importando que se haya distorsionado la cultura del Tex-mex, resultó sumamente atractivo a la vista. El resultado: un varonil cowboy texano, al cual se le nota lo conservador hasta en el mostacho, parado al lado de un achaparrado luchador mexicano que porta como vestimenta un sarape que trae estampada la bandera nacional.

Por supuesto que aquello encolerizó a muchísimos, entre ellos, al embajador de México en España, quien pidió que se retirara tan ofensiva publicidad. Habrase usted visto la ocurrencia del brillante mercadólogo: un mexicano empequeñecido al lado de un omnipotente norteamericano: ¡jamás!

Por azares del destino, la semana pasada se dio otro encuentro cultural entre México y Estados Unidos: la visita de Barack Obama a México. Entre discursos, sonrisas –tan típicas en Obama- y supuestos acuerdos, connoto que en México se sigue teniendo un sentimiento de inferioridad respecto a nuestros vecinos del norte.

Comienzo con lo superfluo, en Milenio por ejemplo, trascendió la noticia de que a algún importante funcionario se le ocurrió mandar a pintar el césped de Los Pinos de verde –al menos, se guió por la lógica-, quizás su intención era el que Obama no se percatara de que acá escasea el agua, ocultar nuestras precariedades, que no se note que no tenemos líquido ni para regar los jardines de la casa presidencial, guardar las apariencias.

Continúo: mientras el avión presidencial en el que viaja nuestro presidentito mexicanito fue fabricado en los lejanos 80’s; el Air Force One de Barack Obama luce imponente: tiene centenares de medidas de seguridad (¡ah!), lo acompañan más aviones (¡eh!), helicópteros (¡ih!), limusinas (¡oh!), agentes secretos (¡uh!) y hasta extraterrestres (¡aeiouh!). Todo esto contado con lujo de detalle en diversos medios.

Pero más allá de lo material, es en lo sustancial en lo que resultamos unos pésimos anfitriones, se le recibe a Barack Obama con expectativas desmedidas, no pisaba siquiera suelo mexicano y en la prensa ya se discutía: “¿qué nos viene a ofrecer Obama?”, jamás escuché lo contrario: “¿qué le vamos a ofrecer a Obama?”.

Parecía que las expectativas desatadas por la visita del presidente estadounidense se agotaban en la caridad. Quizás cierta razón se tiene, Estados Unidos ha quedado a deber bastante en la relación bilateral, pero si se pretende recibir también se debe de estar dispuesto a dar. Parece insostenible el reprocharle a los Estados Unidos que detenga el flujo de armas hacia México cuando nuestras aduanas hacen agua por todas partes, los agentes aduanales son expertos decomisando artículos de lujo que lucen muy bien en sus casas (copas de cristal cortado, relojes…) pero ¿cuál fue la última ocasión en que se dio un fuerte decomiso de armas en aduanas?. Exigir una reforma migratoria es sencillamente no tener vergüenza, en nuestra frontera sur al centroamericano se le discrimina sin igual, pero eso lo callamos y no lo remediamos. Pedimos mucho de los Estados Unidos porque sabemos que mucho pueden dar, pero poco de nosotros pues creemos que poco podemos hacer.

Hace más de sesenta años, inspirándose en el boxeador Rodolfo “Chango” Casanova, Alejandro Galindo decidió darle vida cinematográfica al inolvidable Roberto “Kid” Terranova. Hoy, a pesar de que tanta agua ha pasado por debajo del puente, sigue deambulando por México el complejo del “Kid” Terranova, no aceptamos nuestro complejo de inferioridad cuando nos confrontamos con los Estados Unidos, pero invariablemente terminamos demostrándolo… y con suma facilidad. La Texican Whopper y la visita de Barack Obama son claros ejemplos de ello.

20 de abril de 2009

Los Simpsons y Jim Jarmusch

A veces, cuando menos esperamos de alguien, ese alguien se hace presente y nos sorprende gratamente. Me ocurrió hace un par de semanas con la inesperada visita de un amigo a quien creía por siempre perdido en el vicio del amor, y me volvió a ocurrir el día de ayer con Los Simpsons, ya no esperaba que me sorprendiera la familia amarilla, nuestra relación se sostenía gracias al inquebrantable recuerdo de sus episodios clásicos, pero cuando me encontré con el formidable capítulo en el cual hace su estelar aparición un Jim Jarmusch caricaturizado, viví un momento mágico ... ¿el nombre del capítulo? lo siento, no lo recuerdo.

16 de abril de 2009

Algo más sobre mí y mi arte electoral

Según mi credencial del IFE, soy un ciudadano ejemplar que ha acudido a votar las cinco ocasiones en las cuales he tenido el derecho a ejercer el voto, nunca he faltado a emitir mi sufragio, el abstencionismo, creo, no es lo mío.

Sin embargo, según mi pequeño gran egocentrismo, soy una persona sumamente original al momento de emitir el voto, de las supuestas cinco ocasiones en las cuales he acudido a sufragar, recuerdo muy bien cuatro de ellas: en mi primera votación, completamente falto de originalidad -¿pues no que muy original?-, únicamente atiné a llenar con una gigantesca tacha la papeleta que se me proporcionó; el resto de las votaciones no las recuerdo en orden cronológico pero sí recuerdo lo que hice en la boleta: en una ocasión coloqué un enorme y mayúsculo JA en cada una de las opciones, en otra dibujé una inmensa carita feliz y otra más dibujé unas casa maltrecha.

No sé que demonios se me ocurrirá para la próxima contienda electoral, solo espero que en la casilla tengan algo más que una triste crayola negra con la cual no puedo explayar del todo mi arte electoral.

14 de abril de 2009

¿Cómo abstenernos?


En la revista nexos aparece publicado un interesante artículo de Claudio López-Guerra titulado Todos los pájaros de un tiro, en el arroja una hipótesis que debería de ser tomada en cuenta: el abstencionismo como acto individual está condenado a la intrascendencia, si se quiere que éste sea un acto mediante el cual la sociedad exprese el cómo desaprueba a sus políticos, se debe de organizar el abstencionismo, hacerlo un acto colectivo.

No es un secreto, durante los próximos comicios electorales las urnas lucirán vacías, las casillas atraerán a menos gente que los conciertos de Ninel Conde, y probablemente, al final de la jornada, se confirmará la noticia de que los mexicanos hemos impuesto el nuevo Récord Guiness del abstencionismo. Todo ello porque la gran mayoría de los mexicanos, simple y sencillamente, hemos dejado de creer en nuestros políticos –hay quienes todavía creen en la política … como negocio, claro está-, a estas alturas nos da igual el nombre y el apellido de quien gane las elecciones y logre así aplastar su trasero en la Cámara de Diputados, sabemos de antemano que su empeño será lamentable.

Por ello, muchos ciudadanos han decido adoptar al abstencionismo como la bandera mediante la cual expresarán la desconfianza que le provocan los políticos. Pero como apunta el citado ensayo de Claudio López-Guerra, el abstencionismo como acto individual es un acto estéril, algo parecido a una masturbación, provoca una muy gustosa satisfacción en el ámbito personal, pero a fin de cuentas, no deja de ser un acto solitario que no engendra absolutamente nada.

Poco importará el que los índices del abstencionismo lleguen a ser de antología, nuestros políticos permanecerán impávidos, quizás en sus conciencias siempre cínicas ellos no serán los culpables de la apatía ciudadana, quizás para ellos todo se deberá a la cerveza, el clima, el fútbol o vaya-usté-a-saber que se inventarán. Si de verdad se les quiere dar un fuerte jalón de orejas a los políticos, el abstencionismo debe de ser un manifiesto y no terminar ahogándose en un acto de un día y en una cifra estadística más al terminar la jornada, el abstencionista debe de argumentar su decisión por los métodos que le sean posibles: oralmente en la comida y en la borrachera, de forma escrita mediante blogs o por medio de las famosas cadenas que se mandan vía mail, comunalmente creando grupos cuya afinidad sea estar a favor del abstencionismo, estéticamente podría ser también, si ya a alguno se le ocurrió imprimir la playera del “1000% guapo”, ¿no podrá imprimirse alguna que diga “no votaré en las próximas elecciones porque no le creo a los políticos”? … no hablo yo de crear un movimiento nacional a favor del abstencionismo, como lo sugiere Claudio López Guerra, eso me parece un romanticismo que peca de utópico, hablo de que el abstencionismo pase de ser un acto mudo a un acto sonoro, si ya con sonoridad el abstencionismo llegara a transformarse en un acto colectivo, sería un bonus muy grato.

¿Cómo abstenerse? Creo que ha quedado claro que propongo darle voz al abstencionismo, que tampoco desestimo el abstencionismo como un acto coral, pero debo de agregar algo, si llega a darse lo propuesto (ya llovió), espero encontrarme con una manifestación inteligente, y porque no, también divertida, si arriba ejemplifiqué con una playera irreverente, no lo hice por ser irónico, lo hice porque en una manifestación abstencionista espero encontrar todo lo contrario a lo que pulula en el ámbito político, espero encontrar lucidez, no la hipocresía y el vacío del discurso políticamente correcto que abunda entre los políticos; espero actos de irreverencia y originalidad, no el grisáceo espectáculo de un mitin político. No espero entonces la cultura del abstencionismo sino la contracultura del abstencionismo.

13 de abril de 2009

La lección del día # 6 ... cineasta

Gracias a su libro Las teorías de los cineastas es que Jacques Aumont logra aleccionarme, en esta ocasión aprendí el origen del término cineasta:
El término "cineasta", hoy de uso corriente en francés (y traspasado también al inglés, si bien es verdad que con cierta connotación de preciosismo), fue inventado en el marco de una defensa de la creación cinematográfica como actividad artística. Como sabemos, fue Louis Delluc quien propuso el vocablo en 1921, a modo de título para sus crónicas(su proyecto de libro Les Cinéastes sólo vería la luz póstumamente). Delluc había propuesto el término "un poco al azar, con el único fin de combatir el imposible vocabulario sostenido por Canudo: '¡No, Canudo, lo que tú quieras menos pantallistas!'".
Y de nuevamente, no puedo decir más que: ¡Oh!

Aleccionando a Gil Gamés

Gil Gamés se pregunta cuando los músicos inventarán el silencio:
Al paso que vamos, los músicos de nuestros días inventarán el silencio. ¿Cómo logró la invención de la insonoridad? (in-in-in) No fue fácil. Para empezar tuve que apagar la televisión que estaba prendida desde hace doce años, luego le exigí a mi mujer que se callara la boca. Aun así, la paz y el sosiego no llegaban, siempre se colaba algo del fondo de la vida: un claxon, un avión en el cielo, algo. Cuando conseguí los tapones para los oídos se desbordó la quietud y sobrevino un raro enmudecimiento. En esa época grabamos nuestro primer disco titulado Silent. Fue un éxito inmediato.
A Gil Gamés le resultará sorprendentemente snob el grupo Type O Negative, quienes en su disco Slow, deep and hard, incluyeron la canción The misinterpretation of silence and its disastous consequences, poco más de un minuto de silencio. Desconozco si existan más grupos inventores de la insonaridad, pero he ahí uno.

Sobre Saramago, un banquero melancólico y una carcajada

No me ha gustado lo poco que he leído de Sar-amargo. El equipaje del viajero me resultó insípido, tuve en mis manos El evangelio según Jesucristo y pude leer alrededor de 20 páginas, las cuales, no me atraparon lo suficiente como para seguir con la lectura del libro; pero fue Ensayo sobre la ceguera el libro que me alejó en definitiva de este autor, es a la fecha uno de los dos únicos libros que llevan más de dos años en mi librero con el separador en el medio.

En la revista Letras Libres aparece un ensayo de Geney Beltrán que captura a la perfección el hastío que me provocó este libro cuando decidí abandonar su lectura, algo que ocurrió alrededor de la página 200:
Una epidemia de ceguera se expande entre los habitantes de una ciudad. Pero ¿es esa la historia verdadera del libro?

Sus personajes –lo descubrimos pronto– no existen ni importan por sí mismos sino en tanto títeres a los que una voluntad superior sujeta a un destino inusitado. Carecen de un devenir previo que haya dado lugar a la gestación de una realidad interna que esté siendo puesta a prueba por la calamidad que, mágicamente, ha incorporado sus vidas a un plano incomprensible. A diferencia de lo que pasa con los personajes de Coetzee, el mal que sufren nunca los lleva a confrontar parcelas no discernidas de su existencia. Ejemplifico aquí con el diálogo edificante entre una joven y un hombre que han tenido un enfrentamiento:

La muchacha de los lentes [...] se acercó lentamente, contando las camas. Inclinó la frente, extendió la mano [...] y después, habiendo alcanzado, sin saber cómo, la mano del herido, que ardía, dijo, pesarosa, Le pido perdón, la culpa fue toda mía, no era necesario hacer lo que hice, Olvídelo, dijo el hombre, son cosas que pasan en la vida, yo también hice lo que no debía haber hecho.

Sus reacciones son elementales, sin gradaciones ni multiplicidad, sin viso introspectivo ni caracterización particularizada: con facilidad antidramática pasan del tropiezo a la contrición, como si “toda la gente” pudiera mostrar idénticos temperamentos. Lo suyo es, y no creo exagerar, sorprenderse por lo inusual de su ceguera. Esto nos llevaría a una primera afirmación: en los peores libros de Saramago –y Ensayo sobre la ceguera descuella en ese grupo– no hay personajes. Porque tampoco hay novela.
...

En la revista nexos aparece una interesante confesión de una banquero melancólico:
Norman Montagu (1871-1950), gobernador del Banco de Inglaterra entre 1920 y 1944, y alguna vez el más poderoso banquero central del mundo, llegó en sus últimos años a esta melancólica conclusión sobre su trabajo y el de su amigo Benjamin Strong, del New York Bank Federal Reserve: "Al ver hacia atrás me parece que, con todo el pensamiento y el trabajo y las buenas intenciones…, nada de lo que hice, y muy poco de lo que hizo Ben, produjo internacionalmente ningún efecto bueno —o ningún efecto, de hecho, salvo el que recogimos dinero de un montón de pobres diablos y lo entregamos a los cuatro vientos".
...

También en nexos aparece un simpático y a la vez dramático texto de Enrique Serna, lo mejor, este párrafo que me provocó una sonara carcajada:
En todas las cantinas del país hay tertulias en donde los bebedores confiesan sin embozo que están esperando la oportunidad de ocupar un cargo público para enriquecerse. Incluso la gente con una rígida moral familiar aprueba el saqueo del presupuesto y lo considera una habilidad envidiable, no un abuso canallesco.
No me digan que no conocen a alguien así.

9 de abril de 2009

Más sobre diviértannos

León Krauze habla de una Campaña de contrastes. Recomendables tanto el texto como la discución que se dá sobre el mismo.

7 de abril de 2009

Diviértannos


Pese a que aún no se ha dado inicio al periodo conocido formalmente como campañas electorales, éste no ha sido impedimento alguno para que ya se esté hablando de ellas debido a las llamadas campañas negativas.


El PAN ha sido el partido político encargado de levantar dichas suspicacias, una sopa de letras por ellos pagada y aparecida en diversos diarios nacionales provocó la furia del PRI, a éstos no les gustó que se les acusara de ser narcos, van y se quejan con el IFE, y estamos ahora a expensas de lo que dictamine dicho instituto.


Nunca he entendido el rechazo casi unánime que provocan entre los entendidos las campañas negativas. El priísta César Duarte decía que éstas provocan que la población tenga una mala percepción de los políticos, pero no seamos ingenuos, sabemos que esa mala percepción seguirá existiendo aún sin campañas negativas.


Creo que cualquiera de nosotros ha estado inmiscuido en algún debate familiar entorno a la política, probablemente concordarán conmigo, en esas discusiones, en ocasiones acaloradas, se suele hablar sobre las tranzas de los partidos políticos, no sobre sus virtudes, y si esto ocurre en el seno familiar, ¿por qué no ventilarlo en las campañas políticas?.


El material ahí está, basta con hojear los diarios para percatarnos de que en Tamaulipas un militante del PRD, el partido que dice defender a capa y espada nuestro petróleo, resulto ser un ladrón de gasolina, y no cualquier ladrón, sino la rata más grande del caño; en Campeche el PAN cree que el presupuesto que le suministra el IFE no le es suficiente, y emplea el dinero de la lotería nacional para la asistencia pública, para su asistencia propia, e intenta con ese dinero comprar la voluntad de un importante diario local; en Colima el candidato del PRI a la gubernatura tiene una linda parentela, su primo y su hermano tienen lazos comprobados con el narcotráfico, sus defensores dicen que a él no le han imputado nada, y están en lo cierto, pero creo que todos recordamos que fue del buen Michael Corleone.


Si el material está ahí, ¿por qué no utilizarlo?. Sé que algunos analistas políticos son demasiado románticos, que sueñan con campañas políticas en las cuales el debate de ideales y propuestas sea nutritivo. Comprenden a la perfección la teoría política mas no se detienen a contemplar la realidad de la nación, sé muy bien que habitamos en México y que esas campañas ideales nunca se van a dar en mi país, un país que se ha enseñado a descreer de las promesas pues éstas no suelen cristalizarse, una sociedad aburrida de políticos que hablan bonito y ya asentados en el trono actúan bastante feito, y, no vamos a negarlo, electores que estamos mas al tanto del chisme que del pensamiento político.


No seamos ingenuos, estamos hablando de política, y en esos menesteres, no se lucha con la elegancia con la que se desenvuelven los esgrimistas sino que se practica sin compasión el full contact más violento. Los mexicanos lejos estamos de ser el pueblo más culto del mundo pero no somos ingenuos, sabemos que la política y su entorno son un cuchitril ¿para qué guardar las apariencias rechazando las campañas negativas?.


A título personal aplaudo la campaña que está realizando el PAN, no porque este resultando bastante didáctica, a fin de cuentas, nos ha recordado algo que a muchos se les había olvidado: el oscuro historial del PRI; sino por algo mucho más importante, porque está resultando bastante refrescante, todo parecía indicar que las elecciones de este año tendrían menos gracia que un funeral, y recién algunos comenzamos a agarrarle el gusto, no serán unas elecciones importantes para el futuro de nuestra nación pero probablemente logren mantenernos despiertos con una que otra ocurrencia.


Que se empleen las campañas negativas, que los partidos políticos saquen a relucir sus trapitos al sol, que se despedacen, si sabemos de antemano que la política es un cochinero, que nos expongan públicamente que tan cochinas están las casas de sus adversarios… que aburrido sería el soportar otra campaña plagada con promesas que nunca se cumplirán. Bienvenidas sean las campañas negativas, esperemos que con ellas nuestros apáticos políticos logren divertirnos tan siquiera un rato.

1 de abril de 2009

La lección del día # 5 ... lupita, el genocidio y los ratones verdes

Tres breves pero contundentes lecciones:

"¿Quién pintó el ayate de Juan Diego?" -preguntó Hillary Clinton-. Mi ignorancia hubiese quedado en evidencia al no tener yo respuesta alguna para aquella interrogante. Afortunadamente en México tenemos gente culta, como Humberto Musacchio, quien responde a esta pregunta en Excélsior:
La más antigua referencia al autor del lienzo es de 1556, cuando Francisco de Bustamante, provincial franciscano, atribuyó el culto del Tepeyac, donde hubo un adoratorio dedicado a Tonantzin, a “superstición e idolatría” y ante la Real Audiencia y el virrey pronunció un sermón en el que se refirió a “la devoción que esta ciudad ha tomado en una ermita e casa de Nuestra Señora que han intitulado de Guadalupe, es un gran perjuicio de los naturales, porque les da a entender que hace milagros aquella imagen que pintó el indio Marcos”, quien no era otro que Marcos Cipac de Aquino, llamado también Marcos Griego.

Marcos Cipac de Aquino, el pintor
La imagen plasmada por el indio pintor tiene un parecido notorio con la Virgen del monasterio de Guadalupe, en Extremadura, España, la que era venerada por Hernán Cortés. En el libro La tilma de Juan Diego, ¿técnica o milagro?, de Phillip Serna y Jody Smith, se indica que los rayos son de oro y se están desprendiendo, así como la orla del manto; que las manos, “la parte más alterada de la pintura”, fueron repintadas para hacerlas más cortas e “indígenas”; que el pelo negro y el moño del ángel son de óxido de hierro, “que el oro y el borde negro del manto azul, así como las estrellas doradas, fueron añadidos por manos humanas hacia fines del siglo XVI” y que se trata de “decoraciones típicas del estilo gótico español”. El indio Marcos nació en Santa María la Redonda, en 1517, cuando ese barrio capitalino todavía tenía nombre azteca. Cipac de Aquino hizo sus estudios de arte en la escuela de San José de los Naturales y son de su mano los murales de los conventos de Huejotzingo y Huaquechula, Puebla. Es de suponerse que la imagen de El Tepeyac no fue pintada en 1531, pues entonces el artista, que se cree murió en los años 80 del siglo XVI, tenía apenas 14 años.
...

Marcelino Perelló nos recuerda la invención del termino genocidio:

El término “genocidio” fue acuñado apenas en 1944 por el abogado judío de Polonia Raphael Lemkin. Lo construyó a partir de la raíz griega genos, nación, y la latina cidio, matar. Así pues su intención fue la de definir “el exterminio de un pueblo”.

Fue el propio Lemkin quien, ya emigrado a Estados Unidos, encabezó una campaña internacional para que el genocidio fuera un delito tipificado y perseguido por la ley. Tengo serias dudas acerca de la pertinencia de tal iniciativa. Si el concepto de genocidio puede ser generalizado, se encuentra muy por encima del plano legal. No existe castigo alguno que pueda punir tal barbaridad.

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Y Gustabo de Alba en Crisol Plural nos habla sobre la invención del mote "ratones verdes":

Por ello cuando después del juego Inglaterra contra México en la fase inicial del Mundial de Fútbol de Inglaterra, en 1966, el entrenador del equipo inglés señalo que los mexicanos habían jugado como “conejos asustados”, el gran cronista de origen veracruzano (Manuel Seyde), le emendó la plana a Sir Alfred Ramsey para puntualizar que su comportamiento era de unos “ratones verdes”.


México perdió ante Inglaterra 2 goles a cero, pues la gran estrategia del entrenador Ignacio Trelles, consistió en poner 8 defensas, un medio y un delantero, al considerar que no se podía vencer a los ingleses, por lo cual había que evitar la goleada.