1 de abril de 2009

La lección del día # 5 ... lupita, el genocidio y los ratones verdes

Tres breves pero contundentes lecciones:

"¿Quién pintó el ayate de Juan Diego?" -preguntó Hillary Clinton-. Mi ignorancia hubiese quedado en evidencia al no tener yo respuesta alguna para aquella interrogante. Afortunadamente en México tenemos gente culta, como Humberto Musacchio, quien responde a esta pregunta en Excélsior:
La más antigua referencia al autor del lienzo es de 1556, cuando Francisco de Bustamante, provincial franciscano, atribuyó el culto del Tepeyac, donde hubo un adoratorio dedicado a Tonantzin, a “superstición e idolatría” y ante la Real Audiencia y el virrey pronunció un sermón en el que se refirió a “la devoción que esta ciudad ha tomado en una ermita e casa de Nuestra Señora que han intitulado de Guadalupe, es un gran perjuicio de los naturales, porque les da a entender que hace milagros aquella imagen que pintó el indio Marcos”, quien no era otro que Marcos Cipac de Aquino, llamado también Marcos Griego.

Marcos Cipac de Aquino, el pintor
La imagen plasmada por el indio pintor tiene un parecido notorio con la Virgen del monasterio de Guadalupe, en Extremadura, España, la que era venerada por Hernán Cortés. En el libro La tilma de Juan Diego, ¿técnica o milagro?, de Phillip Serna y Jody Smith, se indica que los rayos son de oro y se están desprendiendo, así como la orla del manto; que las manos, “la parte más alterada de la pintura”, fueron repintadas para hacerlas más cortas e “indígenas”; que el pelo negro y el moño del ángel son de óxido de hierro, “que el oro y el borde negro del manto azul, así como las estrellas doradas, fueron añadidos por manos humanas hacia fines del siglo XVI” y que se trata de “decoraciones típicas del estilo gótico español”. El indio Marcos nació en Santa María la Redonda, en 1517, cuando ese barrio capitalino todavía tenía nombre azteca. Cipac de Aquino hizo sus estudios de arte en la escuela de San José de los Naturales y son de su mano los murales de los conventos de Huejotzingo y Huaquechula, Puebla. Es de suponerse que la imagen de El Tepeyac no fue pintada en 1531, pues entonces el artista, que se cree murió en los años 80 del siglo XVI, tenía apenas 14 años.
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Marcelino Perelló nos recuerda la invención del termino genocidio:

El término “genocidio” fue acuñado apenas en 1944 por el abogado judío de Polonia Raphael Lemkin. Lo construyó a partir de la raíz griega genos, nación, y la latina cidio, matar. Así pues su intención fue la de definir “el exterminio de un pueblo”.

Fue el propio Lemkin quien, ya emigrado a Estados Unidos, encabezó una campaña internacional para que el genocidio fuera un delito tipificado y perseguido por la ley. Tengo serias dudas acerca de la pertinencia de tal iniciativa. Si el concepto de genocidio puede ser generalizado, se encuentra muy por encima del plano legal. No existe castigo alguno que pueda punir tal barbaridad.

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Y Gustabo de Alba en Crisol Plural nos habla sobre la invención del mote "ratones verdes":

Por ello cuando después del juego Inglaterra contra México en la fase inicial del Mundial de Fútbol de Inglaterra, en 1966, el entrenador del equipo inglés señalo que los mexicanos habían jugado como “conejos asustados”, el gran cronista de origen veracruzano (Manuel Seyde), le emendó la plana a Sir Alfred Ramsey para puntualizar que su comportamiento era de unos “ratones verdes”.


México perdió ante Inglaterra 2 goles a cero, pues la gran estrategia del entrenador Ignacio Trelles, consistió en poner 8 defensas, un medio y un delantero, al considerar que no se podía vencer a los ingleses, por lo cual había que evitar la goleada.

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