31 de octubre de 2008

Divagaciones # 5 ... la estética de la crisis

El día de ayer decidí darme una vuelta por el centro de mi ciudad, lugar al que acudo cada vez con menor frecuencia, y a un dizque muy moderno centro comercial que queda cerquita de mi casa.

Una de las cosas que me llamó poderosamente la atención fue la estética de los locales comerciales. O soy muy nostálgico, o mal no recuerdo que para estas fechas anteriormente los locales eran invadidos por telarañas artificiales, brujas, calabazas, frankesteins, calaveritas, dicromático papel mache anaranjado y negro… Tim Burton aparentaba ser el diseñador de interiores de la ciudad entera.

Ayer, sin embargo, no encontré nada de esto, el tiempo aparentemente se detuvo en una fecha desconocida, la estética luce insabora, inodora e incolora, no hay cabida para el festejo ni para el espanto, el temporal luce atemporal, creo yo que ayer presencie los efectos estéticos de la crisis.

30 de octubre de 2008

Legalizar la ilusión


El murmullo es cada día mayor y más frecuente, la sumatoria de voces a su favor está arrojando números positivos, la legalización de algunas drogas va ganando adeptos en muy diversos sectores de nuestra sociedad.

Es evidente, sin embargo, que recurrimos al argumento de la legalización más que nada por desesperación, analistas como Jorge Chabat y José Antonio Crespo sostienen que ésta sería un golpe estratégico en la lucha contra el narcotráfico. Un golpe estratégico con vistos de retirada estratégica y honorable.

Si se pretende debatir sobre una probable legalización en el país, el tema debiera de plantearse desde sus causas, no desde sus hipotéticas consecuencias, hay que preguntárnoslos abiertamente: ¿Somos una sociedad que requiere de la legalización de ciertas drogas?

En lo personal creo que no. Los estudios más recientes indican que el consumo de droga se ha incrementado en los últimos años en nuestro país, creo que no hay peor momento para legalizar ciertas drogas que cuando su demanda se está incrementando, sería como abrirle las puertas de una dulcería a un niño rechoncho. No creo que se dispare considerablemente el consumo de sustancias, pero podrían consolidarse como adictos muchos de los ahora simples curiosos.

Creo también que no somos una sociedad lo suficientemente madura como para convivir con droga a la vuelta de la esquina, nuestra afamada irresponsabilidad no sabrá lidiar con un producto con el que se requiere de una plena responsiva, ciertamente, la decisión sobre su consumo es netamente personal, pero las consecuencias de una adición traspasan la frontera de lo personal para tocar fibras familiares, laborales y sociales.

Pero mi principal reticencia en contra de la legalización es por el cómo ésta se está planteando, optar por la legalización como salida única del foso en el cual nos ha sumido el narcotráfico es una ilusión sin sustento alguno, afirmar algo semejante demuestra el enorme desconocimiento que se tiene sobre el crimen organizado en nuestro país.

Quien plantea la posibilidad de asestarle un duro golpe al crimen organizando legalizando la droga tiene una idea muy romántica, a lo Vito Corleone, del lo que es el narcotráfico. Don Corleone era un gángster ejemplar, su negocio radicaba mayoritariamente en el juego mediante centros de apuestas, casinos y su influencia en el senado norteamericano, por ética personal decidió no inmiscuirse en el negocio de las drogas pues éstas podrían afectar la estructura familiar de los consumidores y para la mafia italiana la familia es un valuarte invulnerable.

Las actuales redes del crimen organizado nos resultan enigmáticas, pero no hay que ser un experto para saber que se extienden más allá del narcotráfico: corrupción policiaca, extorsión empresarial, secuestros, territorios controlados… nada de eso desaparecerá con una hipotética legalización, por el contrario, al recortársele parte de sus recursos estas células criminales quizás se vean en la necesidad de incrementar su participación en delitos del fueron común.

Plantear la legalización como el punto de partida desde el cual se pretenden disminuir los altos índices de violencia con los que se vive en el país es una equivocación. No hay que inventar recetas, el horno no está para bollos, no hay que idear a la legalización como el fármaco que nos curará de la fiebre de inseguridad.

22 de octubre de 2008

Vivíamos en un table dance


Los table dance son un paraíso imaginario, un espejismo, un oasis en medio de los desiertos de asfalto, tráfico insoportable y explotación laboral mal remunerada; reductos en los cuales la dura realidad se desvanece de súbito al atravesar por la puerta de entrada: el Cuasimodo que nunca en su vida había acariciado un seno de pronto se encuentra frente a un buffet con una variedad de tetas y pezones tan basta, que pareciera haber cabida para todos los gustos; el asalariado que a duras penas puede pagar las cuentas en su hogar se siente de pronto pudiente, le invita uno o varios whiskys en las rocas a la mujer que se ha sentado en su regazo, ingiere grandes cantidades de alcohol al tiempo que la susodicha le frota su miembro, le susurra al oído lo guapérrimo que está, lo tanto que la excita y el formidable tamaño de su pene.


Pero todo por servir se acaba, el artificio del table dance se evaporará en cuanto se abandone el recinto: Cuasimodo volverá a carecer de atractivo alguno para las miradas femeninas, el asalariado volverá a padecer su miseria crónica, la única persona que le volverá a acariciar su miembro en erección será su esposa aquellas extrañas noches en las cuales la lujuria pueda mas que las diferencias maritales.


Algo similar ha acontecido con la economía mundial, vivíamos en la era del artificio, y el consumismo ha terminado por consumirnos, nos volvimos expertos constructores de castillos imaginarios: Nike, Apple, Armani, Sony… todos ellos perfectos ejemplos de la cultura consumista, la marca por delante de la necesidad.


El cáncer se propagó e impregnó las entrañas de diversas sociedades, el consumo se convirtió en un estilo de vida, ir de shopping al centro comercial o hacerlo desde la comodidad de una PC para muchos se convirtió en una auténtica necesidad, el lujo se volvió moneda corriente. Sí, sociólogos como Bauman y Lipovetsky nos lo venían advirtiendo: las sociedades se estaban volviendo líquidas y vacías, pero, desconocedor de la economía como soy -y como somos la inmensa mayoría de los ciudadanos-, jamás nos percatamos de que ésta vorágine de banalidad nos llegaría a pegar directamente en nuestros bolsillos.


Ahora nos arrepentimos: “¿por qué me compré este inservible Xbox 360?”, “maldita la hora en la que adquirí ese maldito aparato de ejercicios que he utilizado una única vez en mi vida”, “¿cómo es que se me ocurrió comprarme un vestido talla 5 a sabiendas de que soy talla 11, tanta fe que le tenía al té milagroso que anuncia la Maribel Guardia y no bajé ni un mísero kilito?“.


Nuestros bolsillos se consumen y lo primero que buscamos son culpables: la televisión que nos ha impuesto un estilo de vida, el capitalismo, décadas de padecer gobiernos ineficientes, el capitalismo, Felipe Calderón, el capitalismo, López Obrador, el capitalismo, los especuladores de Wall Street y sobretodo el capitalismo. No debe de quedar duda alguna sobre la existencia de verdaderos culpables, aquellos que dizque heredaron el modelo hipotecario de Muhammad Yunus, desprendiéndole lo caritativo para volverlo lucrativo por medio de los créditos hipotecarios subprime, pero sincerándonos, sabemos que la burbuja pronto reventaría en uno u otro lado porque la epidemia del consumismo era una incontrolable fiebre mundial.


Soy muy negativo en cuanto a la crisis que recién inicia, su gravedad, creo yo, es mayor de lo que hasta ahora aparenta. Uno puede leer a economistas connotados como Krugman y Stiglitz y notará con suma facilidad que resumen a la perfección lo que ha acontecido pero resultan crípticos y confusos al momento de predecir el futuro. Sin embargo Don Chuy, quien atiende la tienda de abarrotes que lleva su nombre, resume a la perfección lo que vendrá: “antes vendía una docena de huevos al día y ahora solo dos”. Lo que ocurre es que de consumistas pasamos a no consumir ni siquiera lo indispensable, y esto arrastrará consecuencias catastróficas, la demanda de multitud de productos descenderá drásticamente, los empleos se perderán a raudales y entonces si nos veremos con la soga al cuello y recordaremos con nostalgia la época en la cual vivíamos el día a día como si habitásemos en un table dance.

15 de octubre de 2008

Sobre el albur

La más reciente entrada del blog de Guillermo Sheridan resulta por demás hilarante. El albur de tan socorrido va perdiendo todo sentido, lo que antes fue ingenio se ha vuelto una obviedad, lo que era hecho espontáneo se ha automatizado.

13 de octubre de 2008

Sobre superar el anarcocapitalismo

Agustín Basave escribe un artículo muy interesante publicado en Excélsior, en el sentencia: "Con todo, entre 2008 y 1989 hay una diferencia fundamental. Cuando cayó el muro de Berlín había alternativas —se podía elegir entre dos grandes modelos— y ahora no las hay. El fracaso de la URSS y sus aliados dejó a la intelligentsia de izquierda en un marasmo creativo del que aún no sale, y nos dejó a todos con un menú doctrinario de una sola sopa, si acaso con la opción de cocinarla con más especias. En esas estamos: nadie se atreve a dejar el capitalismo para abrir brecha en la nada ideológica."

Una realidad tan cierta, una realidad sin opciones.

Las enseñanzas de mamá # 4 ... la despedida siempre efusiva

El lunes de la semana pasada salí de viaje rumbo al jocoso defecoso, se me imposibilitó el despedirme físicamente de mi mamá por lo que ella, siempre atenta, me habló a mi celular algunos minutos antes de que mi camión partiera. Únicamente quería despedirse de mí y desearme un buen viaje.

Durante todo el trayecto pensé en la gente de la cual recientemente me he despedido: de Pancho me despedí como si lo fuese a ver el día siguiente a sabiendas de que no sería así... no lo he visto en año y medio; del Kabe me despedí muy efusivamente pese a que en mi interior guardaba la esperanza de que algún día no muy lejano volvería a ver a quien es uno de mis mejores amigos... a un año de distancia sé con certeza que lo veré en diciembre; de Miguel me despedí hace poco, sé que siempre ha sido un amigo distante pero sé también que ha sido uno de los mejores... tengo la sospecha de que nunca jamás lo volveré a ver; de Vilma me despedí hace poco más de un año, no sé si vuelva a verla y llegado el caso, dudo que quiera hablarme... yo quisiera hablar con ella durante horas; y podría dar muchos ejemplos más: Renata, Monch, Luigi...

En el jocoso defecoso me reencontré con amigos que tenía cierto tiempo sin ver, conocí también a muchas personas agradables y llego el momento en el que tuve que despedirme de ambos. A algunos los volveré a ver, a otro no... en el camión de regreso recordé a mi mamá haciendo todo lo posible por despedirse de mí. Prometo para mis adentros despedirme efusivamente cuantas veces se presente la ocasión, nunca se sabe lo que pueda suceder.

6 de octubre de 2008

Parteaguas No.14


Recientemente salió a la venta la nueva entrega de la revista Parteaguas que como tema central aborda el erotismo. Algunos de sus artículos más interesantes son: La erótica del espacio, de José Luis Jiménez García, sobre la ausencia del erotismo en la arquitectura contemporánea y Arrrrrrooooz de Juan Pablo de Ávila en el cual se disecciona a Mauricio Garcés como el nuevo ícono de la masculinidad mexicana que suplió a Pedro Infante; igualmente atractivos resultan La ciencia detrás del dolor de Miguel Ángel Aguilar Dorado, el cuento La historia de del hombre que llora de Ricardo Arce y como siempre, la opinión de Morris Berman.

En éste número se publicó mi ensayo El perseguidor de faldas que a continuación transcribo:

El perseguidor de faldas:

Existió un libro ficticio, titulado por su imberbe autor como: El perseguidor de faldas. Llegó a publicarse mas no con dicho nombre, su editora, propulsora, y posterior amante, lo consideraba de poco gusto, pocas ventas cavilaban por su subconsciente -ciertamente, estaba en lo correcto-. Su autor en realidad se ufanaba, no de perseguir faldas, sino de ser perseguido por éstas; ni la una, ni la otra: No perseguía faldas, las admiraba; no le perseguían, le correspondían. En todo caso, conjeturaba erróneamente, no eran precisamente las faldas lo que tanto le obsesionaban, sino lo que éstas coquetas prendas le mostraban: Las piernas femeninas.

El libro ficticio terminó por llamarse: El hombre que amó a las mujeres y dio su nombre a aquella película homónima dirigida por François Truffaut, la cual mostraba a un hombre, Bertrand Morane (Charles Denner), quien vivió por amor y para amar a las damas. Su devoción por ellas fue tal, que a su funeral únicamente acudieron mujeres, éstas vestían de falda y mostraban sus piernas, se despidieron de él rindiéndole tributo al que fuera su fetiche.

“Las piernas de las mujeres son compases que circulan el planeta dándole equilibrio y armonía” -solía decir el protagonista-. Desconozco por completo la potencialidad que pudiesen poseer las piernas femeninas como armamento pacifista, no sé cuantas guerras han serenado y cuantas más provocado; pero sus capacidades eróticas son innegables, las piernas son a fin de cuentas el pedestal que sostiene al monumento femenino, las extremidades de mayores dimensiones que invariablemente nos hacen girar la cabeza y aguzar bien la mirada, a nuestros ojos les resultan sumamente atractivas.

El cine ha proyectado infinidad de fetiches en sus pantallas: En Cinema Paradiso eran los besos objeto de censura por parte de un cura, y de deseo por parte del público; en Crash: Extraños placeres las cicatrices, los fierros retorcidos y las víctimas de accidentes automovilísticos obsesionaban a unas cuantas mentes retorcidas; en Matador de Pedro Almodóvar un personaje asesinaba a sus parejas sexuales tras haber concluido el coito... y son muchas, diversas y variadas, las piernas femeninas que han sido capturadas por el cinematógrafo, repasaré a continuación algunas de las que, por muy diversos factores, han quedado grabadas en la mente de quienes admiramos el cine y las piernas.

***

Una de las precursoras en mostrarnos su fastuosa dupla de atributos femeninos fue la incomparable Marlene Dietrich en El ángel azul, sus piernas embelesaron a alumnos, a un profesor y al público por igual. La cantante Lola Lola (Dietrich) hipnotizó más que a ningún otro al profesor Immanuel Rath, quien furioso porque la Dietrich provocaba la desatención de sus alumnos inmorales, acude una noche a presenciar el show de Lola Lola, con la finalidad de pescar en in fraganti a los estudiantes, y poder reprenderlos en el momento exacto en el cual cometían su impúdico actuar.

Le bastó con presenciar un show, con una mirada, pero sobretodo, con un cruce de piernas, para que el sentimiento pasara furtivamente del amor al odio. El profesor Immanuel Rath lo dejará todo, su empleo, sus alumnos y su dignidad... su moralidad se derrumbó ante el poder de encantamiento proveniente de una dama.

***

Dejo la descripción en manos de José de la Colina:
“En otra secuencia del film, Kelly cuenta a un productor de cine la idea para un número de comedia musical, inmediatamente visualizado por el espectador. En él aparece un provinciano (Kelly) que llega a Broadway a conquistar el mundo del espectáculo con sus irrefrenables ganas de bailar, es rechazado por varios empresarios y finalmente uno lo invita a danzar en un cabaret. Allí el joven baila ante un público de gente de mal vivir, su sombrero cae al suelo, él se arrodilla a recogerlo y (aquí viene el momento más bello, inquietante y erótico del film) lo ve sostenido en la punta de un pie femenino que se alza lentamente, por encima de la cabeza de su dueña (Cyd Charisse, con su increíble poder de aparición), una mujer sentada en una silla, de falda acuchillada, vestida a la moda de los veinte, el flequillo acentuando la intensidad oscura de sus ojos. Toda esta escena de presentación de Cyd es realizada con un ritmo lento y expectante, ceremonial, la cámara está acariciando ese cuerpo largo y esbelto, y con el solo gesto de alzar el sombrero con el pie, Cyd está ya danzando...”

La descripción es casi exacta, existe sin embargo un detalle que el escritor omite: La reacción de Gene Kelly. Éste se encontraba en su momento de gloria, era el dueño de la pista de baile, ésta se despejó para que él le diera rienda suelta a su bailoteo, pero al toparse con la pierna erguida de Cyd, le vuelven la humildad y la humanidad al cuerpo, el poseedor de hilarantes pasos de baile se queda quieto y sin habla.

En Cantando bajo la lluvia, la recientemente fallecida Cyd Charisse demuestra como los hombres sucumben, sin importar su status, ante los encantos femeninos, el bailarín y futura estrella no podrá olvidar jamás aquel breve encuentro, quedará por siempre prendado por la perfección de aquellas piernas capaces de dominar a cualquier varón. No es gratuito que para José de la Colina el anteriormente descrito sea “el plano más bello” que en su vida vio, el plano más bello, tenía que contener las piernas más bellas que se han proyectado a través del cinematógrafo.

***

No creo recordar a ningún director de cine que tenga una fascinación semejante a la que Luis Buñuel tiene por las faldas y por las piernas, ya sea en sus cintas producidas en México: en Los olvidados, en Subida al cielo, en Susana, en Ensayo de un crimen; o en aquellas filmadas en Europa: en Tristana, en El discreto encanto de la burguesía, en Bella de día... pero es sin duda La ilusión viaja en tranvía la película en la cual el director español ejecuta su metáfora más precisa sobre su obsesión por dichos fetiches.

Buñuel dice en su autobiografía: “Puedo decir que, desde los catorce hasta estos últimos tiempos, el deseo sexual no me ha abandonado jamás. Un deseo poderoso cotidiano, más exigente incluso que el hambre, más difícil a menudo de satisfacer ... imposible resistir a este deseo, dominarlo, olvidarlo. No podía sino ceder a él. Después de lo cual, volvía a experimentarlo, todavía con más fuerza.”. Don Luis jamás desatendió su deseo por las piernas, la fuente de la cual brota la eterna instigación erótica. No es gratuito que Lilia Prado interprete a Eva en una pastorela, la mujer que fue tentada por el diablo, la que incita al hombre para que éste caiga en la tentación... ayudada, en gran medida, por un par de piernas capaces de provocar al Adán más puritano.

***

Quizás la imagen más conmemorada de Marilyn Monroe, la que usualmente adorna bares y cafeterías, es aquella en la que el viento del metro provoca, condescendientemente, que su vestido blanco se eleve por los aires, quedando por lo tanto al descubierto sus sugestivas y lácteas piernas. La escena contenida en la película La comezón del séptimo año parió un mito: El de la casta coquetería.

La chica le muestra al espectador, aparentemente sin advertirlo, el relampagueante encantamiento de sus piernas al descubierto, y no solo lo hace, sino que aparentemente se divierte al hacerlo. Resulta ser la mezcla perfecta de la picardía anhelada por una gran cantidad de sementales: Una chica que aparenta una fantasiosa ingenuidad en su comportamiento, pero poseedora (y sabedora) de la atractiva sensualidad innata que alberga en su anatomía.

La Monroe en realidad únicamente pretendía refrescarse un poco, sofocar el agobiante calor veraniego ventilándose exiguamente sus piernas, con la inocencia de una niña, improvisa un creativo –y recreativo dirán algunos- remedio: “El aire del metro”. Su solución inspira, la fugacidad de la secuencia cinematográfica se inmortalizó en la fijeza de los pósters. “¿No es delicioso?” -pregunta Marilyn Monroe-... ¡sí!, ¡delicioso!, no en balde, ha bastado un único fotograma para que te atesores en la eternidad.

***

Perfectos instrumentos en el arte de la seducción resultaron ser las maduras piernas de Mrs. Robinson (Anne Bancroft), fueron idóneas para conquistar a un joven e indefenso Benjamin Braddock (Dustin Hoffman) en El graduado. Anne Bancroft ríe, ríe mientras embelesa a su víctima, el recientemente titulado Benjamin Braddock, quien opone ante el acoso una resistencia timorata y abogacil, apenas masculla unas cuantas palabras: “Está usted tratando de seducirme”, acusa retraídamente, la carcajada y la negación son las respuestas que obtiene, un cinismo que no intenta negar lo obvio, simplemente lo enigmatiza, Hoffman ya no intentará frenar a su victimaria, doblará sus manos, cederá, la tensión lo ha vencido.

El coqueteo que se inició con el sutil levantamiento de una pierna con la clara intención de dejar entrever un par de muslos parcialmente desnudos, concluyó con una Mrs. Robinson completamente desnuda, solamente el intempestivo arribo del marido pudo interrumpir aquella querella entre acosadora y acosado. No obstante, Anne Bancroft no luce desalentada, sabe que su veneno se ha introducido en el torrente sanguíneo del mancebo Dustin Hoffman, sabe que le ha mostrado sus piernas, sabe que los hombres siguen a éstas como las ratas a la música del flautista de Hamelín, sabe que muy pronto regresará, no en balde se despide de él diciéndole: “Espero verte pronto”... y bien pronto que lo volvió a ver.

***

Y cuando la vista resulta un impedimento, ¿Cómo se logran contemplar las piernas femeninas?. La respuesta la da Michio (Eiji Funakoshi) en Blind Beast de Yasuzo Masumura: “Los ciegos tenemos ojos en nuestras huellas digitales, conozco tu cuerpo mejor que alguien con ojos”. El placer es alcanzado por medio del tacto.

El escultor amateur Michio descubre el erotismo mediante sus manos, le bastará con palpar la escultura de una mujer para sentirse atraído hacia ella... más tarde logrará hacer contacto con la joven modelo, en teoría, le dará un masaje para solventar la fatiga laboral de ésta. La suavidad y la lentitud de los trazos parsimoniosos que ejecuta con sus manos en contacto con la suave y tersa piel de las piernas de ella, resultan ser los detonantes de múltiples sensaciones: Él se excita y se enamora por lo que ha sentido; ella se sentirá compungida al percibir una intimidante vibra erótica en un masaje de manufactura laboral. Las piernas, no necesitan ser vistas para arrancar suspiros y cariños, basta con sentirlas a través de las manos para quedar extasiados por ellas.

***

Eddie Valiant es un detective privado venido a menos, la muerte de su hermano lo ha orillado a adoptar el alcoholismo y el malhumoramiento como curas placebas para mitigar su depresión... ¡ah!, otra cosa más, detesta a las caricaturas, pues fue precisamente un dibujo animado quien le dio muerte a su consanguíneo.

Pero, extrañas paradojas del destino, un Valiant escaso de fondos monetarios se verá obligado a trabajar en un caso caricaturesco, debe descubrir la infidelidad de la esposa de Roger Rabbit, el superestrella de los dibujos animados. Se le pagará para que logre captar fotográficamente a Jessica Rabbit en manos de otro, trabajo fácil, bastará con que acuda a un cabaret en el cual ella actúa como parte de la variedad, y donde supuestamente, se cita frecuentemente con su amante.

El detective acude al lugar, no tiene ni la más remota idea de cómo luce físicamente la señora de Rabbit, apenas ahí la conocerá, no obstante le presupone cierto parecido físico con su esposo, y por ende, con su apellido, espera encontrarse con una afelpada conejita. El creciente bullicio anuncia la eminente aparición de Jessica Rabbit, una opulenta pierna desnuda se asoma entre los telones del escenario, una portentosa y sensual voz inunda los oídos sordos de la concurrencia, la cortina se abre y deja ver la curvilínea figura de la Rabbit. La cara de asombro de Eddie Valiant es impagable, la transformación de su rostro merecía un Oscar, los senos, la diminuta cintura y la pierna desvestida de Jessica Rabbit habían logrado hipnotizar al detective, quien pasmado llega a preguntar: “¿Ella está casada con Roger Rabbit?”.

Jessica y su pierna desnuda se pasean a lo largo y ancho del escenario, los ojos de los espectadores, todos ellos varones, se centran y concentran en su silueta femenina, no les importa que ella esté cantando una típica canción de desprecio por lo masculino, los hombres tienen predilección por el sentido de la vista, no han desarrollado del todo el de la audición. Eddie Valiant está en trance, se ha rendido ante la sensualidad derrochada por una caricatura, resultó ser el erotismo la medicina perfecta para remendar su enfermedad y su animadversión, tanto así que el detective terminará por erguirse como un auténtico héroe para todas las caricaturas vivientes... Jessica Rabbit, en ¿Quién engañó a Roger Rabbit?, demuestra que las piernas femeninas son el brebaje perfecto para sanar cualquier depresión de machos.

***

A Catherine Tramell (Sharon Stone) le bastaron unos breves segundos para que miles de personas fantasearan con ella, que cruzara sin pudor sus piernas en una secuencia de la película Bajos instintos fue el detonante de un elevado número de erecciones, la escena se transformó en un clásico instantáneo de los clichés eróticos, ha sido citada y parodiada una y otra vez.

Su principal atractivo radica, no en que se deje entrever su sexo, sino en mostrar la reacción de un público ávido por poder vislumbrar sus genitales, las piernas, a fin de cuentas, son el salvoconducto que transporta hacia la entrepierna. En el interrogatorio los detectives, aparentemente más nerviosos que la indagada; el sudor de sus rostros, el silencio de sus labios y la dureza de sus cuerpos les delata; en medio de un cúmulo de preguntas llegan a ser cuestionados: “¿Exactamente qué tienes (tienen) en mente?”, ¿Están fascinados los hombres por las piernas femeninas, o por lo que se encuentran cuando éstas terminan? Sharon Stone parece conocer respuesta, ello la llena de seguridad, nunca se cansa de mover las piernas, juguetea con ellas y con los hombres.

***

Que lo diga mejor “Tin Tan”:

Calabacitas tiernas, que inicialmente iba a llamarse ¡Ay qué bonitas piernas!, ha de ser el ejemplo perfecto de la fascinación de los hombres por las mujeres, específicamente, por sus piernas. “Tin Tan”, un pachuco sin oficio ni beneficio, quien carga con una suerte tan mísera que falla incluso al intentar suicidarse, ve de pronto, tras haber sido atropellado, como la suerte le sonríe: Tiene casa, le creen millonario, y, ¡está rodeado de hermosas mujeres!.

Las piernas de sus múltiples coprotagonistas sirven, claro está, para ser contempladas y admiradas, pero también para algo más importante, para darle ritmo a la vida, el film es rítmico gracias a ellas. Trata sobre el montaje de un espectáculo musical, el espectáculo de la vida, la alegría emanada de éste se sostiene gracias a la vivacidad de las piernas de las diversas bailarinas, sus extremidades marcan el ritmo y el son de la existencia de la totalidad de los protagonistas... quizás Bertrand Morane tenía razón: “Las piernas de las mujeres son compases que circulan el planeta dándole equilibrio y armonía”... y “Tin Tan”, mejor que nadie, sabe rendirles pleitesía, les aplaude, las apapacha, las idolatra, les rinde reverencia, las ama... sabe, sin duda, la importancia que las piernas femeninas tienen en esta vida.

Despidámonos en la voz de aquella canción que “Tin Tan” nos enseñó: “Yo ya estoy convencido, de lo que a mí me pasa, que hay algo aquí escondido, y es dentro de esta casa, un espejo que habla, una vida regalada, y mujeres y mujeres, que son mi debilidad. Nada me extrañaría, que el espejo me hablara, ni me sorprendería, que al rato me casara. Pues si es que no te extrañe, hablaremos un rato, tu ya estas enredado, como un vil mentecato, te crees ser empresario, y mueres por las piernas, en otras condiciones, calabacitas tiernas”.

Bibliografía:

Buñuel, Luis, Mi último suspiro, Debolsillo, España, 2001.

De la Colina, José, Miradas al cine, CONACULTA, México, 1997.

2 de octubre de 2008

Dos breves notas sobre el cine en México

Una de ellas buena: si bien, anteriormente he dicho -y lo sostengo- que la diversidad, no solo en cuanto al número, sino también en cuanto al contenido de las muy escasas revistas mexicanas dedicadas al cine es pobre, resulta plausible que la revista Cine Premiere haya modificado su sitio web para bien, osease: con contenido diverso y numeroso.

La otra resulta paradójica: en una nota publicada en La Jornada, el cineasta Arturo Ripstein insta al gobierno a convertirse en mecenas del cine de arte. Que los cineastas mexicanos exijan el apoyo del gobierno no es ninguna novedad: Alfonso Cuarón criticaba la supuesta censura de la que había sido objeto Carlos Reygadas cuando en realidad nunca hubo tal, sencillamente no se le había otorgado un apoyo financiero -el cual terminó por facilitársele- para que filmara su película Batalla en el cielo; más recientemente, Luis Mandoki reclamaba la censura de la cual había sido objeto su documental Fraude: México 2006, censura que nunca existió, la película se exhibió en diversas salas de cine y en la actualidad puede encontrársele en distintos videoclubes.

¡Sí!, apoyo al cine mexicano, pero hay que exigir también un compromiso mayor de parte de sus creadores, que no estiren la mano y ya. ¿Algún protagonista de nuestro cine diserta desde las páginas de uno de los principales diarios de circulación nacional, revistas y/o suplementos culturales? No, ¿Qué aportaciones podemos esperar que lleguen del cine mexicano a nuestra cultura cuando uno de sus principales expositores dice: "Creo que uno fracasa si tiene la pretensión de hacer arte. De lo que se trata, simplemente, es de hacer lo mejor que se pueda. Hacer una película entretenida"? Ninguna. Nuestros cineastas exponen su presencia en los comerciales que dicen defender nuestro petróleo y nuestra soberanía, pero no lo hacen con un afán crítico y participativo, lo hacen desde el atrio del proselitismo y la vana vanidad política.

1 de octubre de 2008

Divagaciones # 4 ... ¿pasivos?

En la portada de diversos diarios nacionales aparece la siguiente estampa:




Debido a que "el gobierno no había atendido las demandas agrarias de sus representados", el dirigente campesino Ramiro Guillén Tapia decide -en su desesperación al saberse ni atendido ni escuchado- prenderse fuego frente al palacio de gobierno como peculiar método de protesta.

La pasividad es notoria. La nota de El Universal titulada: Se inmola líder agrario, hace eco de la inmolación, no de sus demandas; La Jornada cabecea: Intenta inmolarse líder indígena en Veracruz; reclama solución a disputa por 200 hectáreas, ésta al menos, resulta más extensa en cuanto a hacer públicas las demandas del inmolado.

Pero es en la fotografía donde puede apreciarse con claridad nuestra pasividad frente a la desgracia ajena. Quienes no observan mórbidamente desde la lejanía de un balcón, contemplan impávidos el espectáculo a uno escasos metros; otros eluden la barbarie y deciden pasar de largo, darle la espalda a la antorcha humana o seguir en su conversación como si no les inmutara el mundo que les rodea. Nadie socorre, nadie ayuda, nadie aparentemente saca su celular para hablarle a la Cruz Roja...

Para la revista Parteaguas No. 13 Morris Berman escribió un interesantísimo artículo titulado: Cómo salir de Irak o el futuro del imperialismo norteamericano, el cual desafortunadamente no se encuentra online. En él formula la hipótesis de que es la soberbia, la altivez del ciudadano norteamericano que no respeta los derechos de sus conciudadanos, lo que llevó a los Estados Unidos a la crisis que actualmente sufren. Me temo que acá en México, si seguimos así de pasivos ante nuestras desgracias ajenas y/o colectivas, muy pronto nos cargará las tiznada.