1 de octubre de 2008

Divagaciones # 4 ... ¿pasivos?

En la portada de diversos diarios nacionales aparece la siguiente estampa:




Debido a que "el gobierno no había atendido las demandas agrarias de sus representados", el dirigente campesino Ramiro Guillén Tapia decide -en su desesperación al saberse ni atendido ni escuchado- prenderse fuego frente al palacio de gobierno como peculiar método de protesta.

La pasividad es notoria. La nota de El Universal titulada: Se inmola líder agrario, hace eco de la inmolación, no de sus demandas; La Jornada cabecea: Intenta inmolarse líder indígena en Veracruz; reclama solución a disputa por 200 hectáreas, ésta al menos, resulta más extensa en cuanto a hacer públicas las demandas del inmolado.

Pero es en la fotografía donde puede apreciarse con claridad nuestra pasividad frente a la desgracia ajena. Quienes no observan mórbidamente desde la lejanía de un balcón, contemplan impávidos el espectáculo a uno escasos metros; otros eluden la barbarie y deciden pasar de largo, darle la espalda a la antorcha humana o seguir en su conversación como si no les inmutara el mundo que les rodea. Nadie socorre, nadie ayuda, nadie aparentemente saca su celular para hablarle a la Cruz Roja...

Para la revista Parteaguas No. 13 Morris Berman escribió un interesantísimo artículo titulado: Cómo salir de Irak o el futuro del imperialismo norteamericano, el cual desafortunadamente no se encuentra online. En él formula la hipótesis de que es la soberbia, la altivez del ciudadano norteamericano que no respeta los derechos de sus conciudadanos, lo que llevó a los Estados Unidos a la crisis que actualmente sufren. Me temo que acá en México, si seguimos así de pasivos ante nuestras desgracias ajenas y/o colectivas, muy pronto nos cargará las tiznada.

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