29 de septiembre de 2008

El hecho y la metáfora


El hecho: una elefanta que llevaba por nombre el de Hildra chocó de lleno con un autobús de pasajeros, el fatídico impacto provocó la muerte de sus dos protagonistas, tanto el chofer como el paquidermo fallecieron tras la colisión.

Las versiones sobre cuales pudieron ser las causales de tan curioso incidente son diversas. Una de ellas, la más aceptada, apuesta a que fue un gato (¿negro?) el culpable, su inesperada presencia aterrorizó a la elefanta, quien sintiéndose indefensa en tan desigual encuentro, optó por huir y no por combatir. Existen sin embargo otras explicaciones, sin sustento alguno pero atiborradas de ingenio: hay quienes afirman que Hildra estaba cansada de su prolongado cautiverio, otros más dicen que su salario -consistente exclusivamente en notables raciones de comida insípida- le parecía deplorable y decidió probar suerte en otro lado, algunos creen que fue simplemente un acto de rebeldía espontánea...

Cualquiera que haya sido su motivación, Hildra fracasó en sus intenciones. Si lo que deseaba era escapar de las garras de un gato, terminó por confrontarse con un enemigo de mayores dimensiones; si el suyo fue un acto anárquico o de inconformismo, su protesta no llegó muy lejos, pese a que apareció en los noticieros jamás sabremos cuales eran sus demandas.

La metáfora: varios mexicanos podríamos colocarnos en las gruesas pieles de Hildra, una situación (económica y/o social) nos está espantando y estamos prestos a iniciar la estampida, una estampida en la cual no tenemos un destino preciso.

La situación actual es muy preocupante porque vivimos en el desconcierto y el desconocimiento, sabemos que estamos mal pero no sabemos que tan mal. Los focos rojos se han encendido en la economía de nuestros otrora poderosos vecinos del país del norte y nuestras autoridades no nos han brindado un diagnóstico sobre la situación: ¿qué tanto nos pegará una crisis en la economía de nuestro principal socio comercial?, ¿qué haremos al respecto?, ¿cómo sortearemos una drástica caída en las remesas y en la inversión extranjera directa en nuestro país?

Al interior de nuestra nación sabemos que las cosas están muy turbias, más que los altos índices de violencia preocupan los indicios de derrotismo que privan entre la población, la batalla contra el narcotráfico está perdiendo interés porque la estamos dando por perdida. Los intelectuales proponen estrategias alternas, la más sonada, la legalización; algunos políticos optan por una salida más sana pero menos decorosa, pactar con los narcos, que el estado se postre de rodillas ante los delincuentes; los ciudadanos dejan impasibles que la leyenda de “El Chapo” Guzmán se acreciente, lo que verdaderamente les interesa es poner cerraduras donde no las había, comprar bastones de seguridad para sus coches, colocar un barandal en la cochera... tratar de defender como se pueda el patrimonio que tanto esfuerzo nos ha costado haciendo de nuestros hogares pequeños ghettos.

La estampida para huir de nuestra realidad terminará fracasando si avanzamos dando tumbos, moviendo la enorme masa de nuestros problemas sin ningún orden e improvisando nuestras metas, se nos presenta la tempestad y corremos despavoridos, trastabillantes y con los ojos vendados.

Como buenos mexicanos, somos expertos en mentarles la madre e injuriar a nuestros políticos, pese a saber de antemano que nuestra condición en nada mejorará con ello. El próximo año tendremos unas elecciones sumamente importantes, la sociedad debe de exigir y de exigirse como nunca, basta ya de votar por un candidato por el simple hecho de que esté muy guapo o porque porte botas, si nuestra clase política no nos ha cumplido es porque no les hemos exigido.

Estamos a unos cuantos días de conmemorar un aniversario más de la matanza de Tlatelolco, he ahí el más claro ejemplo de que exigiendo y participando la sociedad puede lograr cambios sustanciales para su país. La reclusión obviamente no nos llevará a ningún lado, tampoco una estampida histérica en la cual insultemos a nuestros políticos buscando con ello más un deshago que una posible solución. Si no queremos que nuestro bote se hunda debemos de empezar a remar.

2 comentarios:

El inconsistente dijo...

Pero que accidente tan bizarro!

Siempre lo dije, si me voy a morir en un accidente, que sea a lo grande.

Que mejor que estrolarse con un elefante para cumplir este objetivo?

tomasinjaja dijo...

Sip, Hildra falleció a lo grande. Eso nadie lo puede negar.

Slds!