16 de septiembre de 2008

Retrato de un político


Los íconos invaden el terreno de las definiciones y los significados, la Venus de Milo escenifica la belleza, James Dean representa la rebeldía juvenil y la imagen de Madonna nos remite a la última moda y a la sex symbol por excelencia.

En ese contexto no hay duda alguna de que Porfirio Muñoz Ledo es el vivo retrato del político mexicano, adaptable a cualquier contexto, discurso, escenario, ideología, momentum, partido político...

No es gratuito que al político vivaz se le de el mote de grillo, y que ande saltando sagazmente de un puesto político a otro, que vuele en la búsqueda de un hueso, que su única cualidad sea su imposibilidad para quedarse quieto. Decía Fidel Velázquez que "el que se mueve no sale en la foto", pero la verdad es que el político mexicano debe de moverse para captar la atención del fotógrafo, se zangolotea para atraer los flashes y los reflectores.

Bastó con que Porfirio Muñoz Ledo dijera en una entrevista que "se tiene que acabar con el gobierno de Calderón" para que ríos de tinta corrieran al respecto, voces a favor, en contra, escépticas... el político sabe de antemano la reacción que suscitará, no busca una declaración audaz, busca una declaración que provoque reacciones.

El político se alimenta de su propia exhibición, debe de sobreexponerse para sobrevivir, subsiste gracias al protagonismo, requiere de un público que le rinda pleitesía y de otro que le recrimine, a fin de cuentas, el antagonismo también le brinda frutos nutritivos.

Porfirio Muñoz Ledo se cambia frecuentemente de camiseta, parece futbolista, no le es leal a ninguna identidad, no le conmueve la ética ni le mueven los ideales; le mueve el billete, el poder, el circo de la política... no le interesa el bienestar de su comunidad sino la permanencia de su nombre en la charla sobre la polaca.

El político mexicano es un jugador multifacético y un hipócrita avezado a la vez, se puede desempeñar en ámbitos que van desde seguridad y economía, hasta desarrollo social y agricultura, lo importante no son las capacidades que posea sino el estar bien colocado, puede estrechar afectuosamente las manos de quienes detesta y no dejarse fotografiar con quien pacta en lo oscurito, hace amistades por conveniencia, apuñala por la espalda a sus amigos y da el espaldarazo a sus enemigos.

Porfirio Muñoz Ledo es un viejo lobo de mar que representa a la perfección todos los defectos de nuestra clase política, personaje que hace de la ideología una moda y de la declaración un spot publicitario, protagonista que ha navegado durante más de 40 años en la política a los más altos niveles, que puede presumir más de los múltiples puestos que ha ocupado que de sus mínimos logros con los cuales ha ¿beneficiado? al país, personaje que pese a su añejamiento, sigue y vivo y viviendo del presupuesto.

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