14 de septiembre de 2008
Arráncame la vida
Desde hace tiempo me ronda por la cabeza una hipótesis que a algunos les podrá parecer descabellada: Los cineastas y los aspirantes a serlo son mayoritariamente ágrafos e iletrados. Tengo mis razones para esgrimir mi planteamiento: No es casualidad que la queja principal de los directores de cine en México sea la falta de guiones, creo que el problema no es tal, el conflicto radica en que no leen los suficientes guiones, ni novelas, ni cuentos...; en México, la crítica cinematográfica (paupérrima usualmente), corre a cargo de narradores y ¡críticos literarios!: Uno se topa a Bernardo Esquinca en los Diábolos de Letras Libres, a un narrador y ensayista como Mauricio Montiel Figueiras en la nexos, a David Miklos y Tryno Maldonado en la Cine Premiere y La Tempestad, a Rafael Lemus en la Día Siete...; no es casualidad que en México no exista una sola revista de mediano rigor tanto en la crítica como en el análisis cinematográfico, no solo en el presente, nunca la hemos tenido, la revista Nuevo Cine no vivió más de 10 números, la CineXS pronto pereció, Estudios Cinematográficos tuvo mayor suerte pero en rigor, no es una revista de análisis sino de creación cinematográfica, tenemos la 24 x Segundo, Cine Premiere y Cinemanía, revistas en las que predomina la ligereza y la exposición de la farándula hollywoodense, revistas en las que encima, no colabora ningún cineasta mexicano.
Viene al caso éste desvarío porque se ha estrenado con bombo y platillo, -la película con mayor presupuesto en la historia de la producción cinematográfica mexicana, dicen-: Arráncame la vida, adaptación del libro homónimo de Ángeles Mastretta que, sin ser una obra maestra, es una novela que está bien narrada, podrá no ser contundente en los temas que aborda (el derrumbe de los valores revolucionarios), pero es al menos sugerente.
La película dirigida por Roberto Sneider, quien ya había adaptado anteriormente Dos crímenes, falla estrepitosamente, principalmente porque está muy mal narrada: No hay una línea argumental que guíe satisfactoriamente el desarrollo la cinta, la narración se nota demasiada cortada entre secuencia y secuencia, no hay una continuidad precisa, las escenas están demasiado aisladas y resumidas, pareciera que los personajes son incapaces de intercambiar entre ellos más de un par de diálogos, éstos, encima, son excesivamente literarios y monocromáticos, la voz en off es redundante y demasiado explicativa, los personajes –a excepción de Catalina- están desdibujados, todos los secundarios están desaprovechados, el guión los introduce y más tarde se olvida erróneamente de ellos.
La puesta en escena es apenas adecuada: Sobrio el vestuario, discreta la música, atinadas las locaciones, correctas las actuaciones... pero de nada sirve la pirotecnia si la pólvora se ha mojado, cualquier resquicio de crítica posrevolucionaria contenido en el libro de Mastretta queda reducido al ridículo, si en el libro la mirada pasiva de Catalina nos narra la vida política de corruptelas y asesinatos del general Andrés Ascensio, en la película la lente se enamora de Catalina, y el general Andrés Ascensio queda resumido como un macho desdibujado.
Arráncame la vida de Sneider bien podría ser una telenovela: La historia de la chica bella e ingenua que cayó en manos de un macho maduro, que a medio camino conoce al amor de su vida cuya relación es impedida por su engreído cónyuge... película totalmente intrascendente.
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