3 de junio de 2009

Sobre la caballería ataca

En el blog que la revista Letras libres le dedica al cine, Mauricio Montiel Figueiras retoma una anécdota que, según el autor, ejemplifica la división entre cine (representación) y literatura (imaginación). Lo cito:
Al discutir determinada escena que entrañaba una dificultad especial, Gifford sugirió como solución el uso de un helicóptero; Coppola reaccionó poniéndose de pie y echando a pasear nerviosamente por la sala de juntas.

–Empezamos con los problemas –dijo, y quiero creer que la sola mención de la palabra “helicóptero” le evocó al instante el caótico y ya legendario rodaje de Apocalipsis ahora en las Filipinas–. ¿Sabes –prosiguió– cuáles son las tres palabras más peligrosas que puede emplear un guionista?

–No –dijo Gifford.

–“La caballería ataca” –fue la réplica puntual–. Para ustedes los escritores es únicamente una línea al final de una página. Para nosotros, los directores y productores, es un dolor de cabeza: el presupuesto se dispara y hay que pensar en extras, maquillaje, vestuario, caprichos climáticos y una serie de factores que ustedes no advierten.

No voy a negar la contundencia de la anécdota, pero voy a retomar un ejemplo que, por el contrario, ilustra al cine como un arte que invita a la imaginación.

En un artículo publicado en la revista Estudios cinematográficos Mitl Valdez disertaba sobre el escaso empleo que se suele hacer de la mirada subjetiva. Mitl Valdez ejemplifica con una película de Kurosawa el enorme poder narrativo que puede llegar a tener la mirada subjetiva: Una lucha está a punto de desarrollarse, las caballerías amagan con salir a la carga, sus respectivos jefes dan la orden, deben de salir a pelear con todo en el campo de batalla... pero nunca se ven ni caballerías ni batallas, toda la acción se describe mediantes los gestos, miradas y reacciones de los respectivos jefes de tropa, quienes contemplan la batalla desde las colinas.

¿No es este un ejemplo perfecto de un cine que llama a la imaginación? Por cierto, la película citada por Mitl Valdez es Ran, ni más ni menos.

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