1 de junio de 2009

Escudarse tras el plural


El lunes en Milenio se publicó una entrevista con la mujer que gobierna el estado en el que se fugaron recientemente 53 reos de un CERESO. El entrevistador la cuestiona, busca que la gobernadora de la cara, que acepte sin amagos su responsabilidad, que afronte las consecuencias de su deficiente administración, para ello la increpa, es directo: “¿Ha pensado en la renuncia?”; la mujer acepta su fallo pero de inmediato lo minimiza, no duda en defenderse: “fugas ha habido en muchos lugares, no ha dejado de haberlas […] en esencia es una responsabilidad compartida. Donde hay presos del fuero federal, evidentemente que es responsabilidad federal […] el trabajo conjunto también lleva a que haya compromisos conjuntos. No rehúyo la responsabilidad que me toca, aunque también señalo que hay una responsabilidad federal muy fuerte cuando tenemos gente que está en los penales por delitos federales”.

La gobernadora cantinflea, primero se muestra altiva, segura de sí misma: aquí mis chicharrones truenan, yo gobierno este estado, impongo mi ley, fui electa por la gente, no renuncio, no quiero dejar tirado este pueblo; se siente imprescindible, se cree la piedra angular de la entidad, pero la tragedia se asoma y es entonces cuando busca repartir responsabilidades, sí, dije aquí mando yo, pero una no las puede todas, soy gobernadora mas no soberana, fallé, pero también fallaron otros: quien esté libre de pecado que tire la primera piedra.

En otro escenario se encontraba la diputada federal, tiene frente a si los micrófonos de la prensa a su total disposición, tiene que hacer alguna declaración, es tan importante salir en la prensa, ya saben, cuestión de popularidad. Entonces, ante el grisáceo panorama de las campañas electorales, se le ocurre un arrebato de sinceridad: “nos equivocamos al aprobar la reforma electoral en los términos en que rigen el actual proceso”.

La diputada es cuidadosa, da la cara pero trae puesta una careta, acepta un error pero lo diluye en la enmarañada colectividad, habla en plural, no a título personal, no se confiesa, pasa directamente a la penitencia, de pecadora a arrepentida. Cuan distinto hubiese sido escuchar una declaración así: Admito que me equivoqué, no tuve capacidad, sencillamente no fui capaz de ver a futuro, leí y releí la reforma electoral pero pese a ello no pude darme cuenta de que traería tantos problemas… este… bueno, sí, sí, ok, quieren sinceridad, lo acepto, ni leí ni releí la reforma, por San Lázaro rolaron un resumen pichicato de la reforma y pues se veía como que iba a estar rete bien la cosa, pero pues como que no verdad, ups!, ahora que lo recuerdo, no leí ni siquiera el resumen pichicato, mis jefes (que no son los electores, no sean ingenuos) me ordenaron que apretara el botoncito verde cuando fuera la votación, y pues fue lo que hice.

Ah que nuestras autoridades tan cobardes, no se fajan sus pantaloncitos, no se hacen responsables de sus actos, prefieren pasar la bolita. Si algún mortal deja de pagar sus impuestos, no hay pero que valga, más temprano que tarde tendrá a algún empleado de Carstens entregándole intimidantes citatorios jurídicos, podrá argüir el mortal que ni aquel empresario que vendió su bancote, ni el tianguista ese que ni siquiera paga por la luz que utiliza su changarro, pagaron sus impuestos, pero no le servirá de nada, él es un mortal, y por ende, debe de responder por sus actos.

Ante la rendición de cuentas los servidores públicos son evasivos, si se les señala ellos apuntan para otro lado, si alguien se ha percatado de la existencia de fango en sus administraciones ellos argumentan que en todas las administraciones hay lodo: mal de muchos remedio de tontos. Pero que tal son para presumir sus logros, para eso sí son buenísimos, se pavonean. Hace poco en Aguascalientes padecimos una administración que tapizó la ciudad con publicidad en la cual se leía: avanzamos, desarrollamos, modernizamos y (misteriosamente) un montón de nobles adjetivos que terminaban siempre con un MOS reluciente. Hoy, quien lideraba aquella administración sueña con ser gobernador, para seguirle regalando balones a la ciudadanía y cervezas a los compadres… faltaba más.

No hay comentarios: