8 de junio de 2009

¿Desánimo o protesta?


Ejecutar el acto será sencillo: usted acudirá a votar el 5 de Julio, se formará en la fila –que para su suerte, igual y ni fila va a haber, el abstencionismo será brutal-, un funcionario de casilla le otorgará la boleta electoral, y usted, en lugar de dirigirse rumbo a la mampara, directamente dobla la boleta y la deposita, en blanco, dentro de la urna. Si usted se va a adentrar en la mampara para fingir que vota será un cobarde y su protesta será eunuca.

Por estos días el debate entorno al voto en blanco está al rojo vivo, pero hay una cuestión que nadie ha planteado, y menos aún, respondido. La pregunta radica en si este acto es originado por un desánimo en la democracia o si es un acto de protesta contra la clase política.

El discurso que se ha venido manejado apunta hacia la protesta, quien vote en blanco lo hará así porque ninguna opción política le resulta atractiva, más que eso, ninguna le parece confiable. La clase política nacional con sus pocas acciones y sus muchas corrupciones, han orillado a un abultado porcentaje de la población a manifestar su inconformidad de un modo que, pese a su sencillez, está causando estruendo, osease, aparentemente está funcionando.

Pero si uno mira más allá del discurso, si se le despoja a la protesta de su raciocinio y de sus vísceras, se puede apreciar un estado de desánimo colectivo, se votará en blanco, ¿y luego?. No existe ninguna estrategia porque no hay esperanza, el voto en blanco no es una etapa en el proceso de una protesta social, es una señal de desahogo, de la fe perdida tanto en los políticos como en la democracia.

La distinción es importante, las repercusiones del voto en blanco no dependerán solamente del número de ciudadanos que se decanten por dicha opción, también dependerá de la intención que se le piensa dar a dicha acción.

Pese a las críticas que está recibiendo el voto en blanco -hay quienes lo consideran un acto sin consecuencias y vacío- se debe de analizar este fenómeno no solo por las consecuencias que traerá, también por las causas que lo han originado. Quienes optarán por esta opción no son ingenuos, saben que su actuar no cambiará el panorama político, pero esperan mandar una señal. En lo personal, creo que esta señal dependerá del sentido que se le dé al voto en blanco, ¿un acto de desánimo o de protesta?, por desgracia, estoy discapacitado para contestar dicha interrogante.

Un pilón: Ocurrió en el noticiero del Canal 22. Una persona que se presume rete-inteligente descalifica a los abstencionistas, blanquistas, nulistas y cualquier otra tendencia electorera-sexual que no tenga que ver con tachar el escudo de algún partido político, les llama ingenuos. Argumenta sin argumentos y sin pruebas que todo esta jalada del voto en blanco es en realidad un complot (sí, uno más) que fraguaron Televisa y TV Azteca (originalísimos los villanos que escogió) quienes se encuentran dolidos por la reforma electoral. Las voces de José Antonio Crespo, Luis González de Alba y de miles de ciudadanos críticos son para él un producto de la ciencia ficción más trillada, se toma su tiempo para defender el valor del voto, en realidad lo que hace es retomar un artículo de Lorenzo Córdova Vianello publicado el día anterior en El Universal y hacerlo suyo, eso sí, le imprime su muy peculiar estilo, el cual consiste en dejos de pedantería y vanidad. El nombre del egocéntrico: Fabricio Mejía Madrid; su actitud: patética.

No hay comentarios: