31 de marzo de 2009

La metamorfosis


En ocasiones, sencillamente se nos hace imposible el no caer en la facilidad que nos lega el lugar común, me ocurre ahora, no encuentro una mejor metáfora para describir lo que le está ocurriendo a Aguascalientes que el recurrir a aquella novela de Franz Kafka que se ha convertido en referencia obligatoria para múltiples ensayistas mexicanos: La metamorfosis.

Semanas atrás escribí un artículo en el cual describía el sentimiento, que creo, guardamos la mayoría de los hidrocálidos respecto al que idealizábamos como nuestro feudo inquebrantable, y que a últimas fechas, luce bastante profanado. Pues bien, acabo de regresar de un breve viaje y descubro, ciertamente alarmado, que el deterioro de nuestro estado ya se percibe sin disimulo en la periferia.

Anteriormente, cuando viajaba por estas fechas, las preguntas que me hacían la gran mayoría de los curiosos se centraban en el tópico de nuestra afamada verbena abrileña: “¿Cómo se pone la feria?”, “¿Qué hotel nos recomiendas?”, “¿Qué días estará Alejandro Fernández en el palenque?”; cuando no, se hacía un desmedido elogio sobre la tranquilidad que perneaba en la tierra de la gente buena. No más. En ésta ocasión hubo quien incluso, recurriendo al tremendismo más sensacionalista, juraba y perjuraba que había escuchado por ahí que la feria iba a ser cancelada debido a los altos índices de violencia registrados en nuestra entidad. Así es, el nuevo gran tema de nuestra ciudad se ha convertido, de la noche a la mañana, en el del narcotráfico.

Pese a que la mayoría de los curiosos fueron breves en cuanto a sus palabras, pude armar con éstas un retrato imaginario de cómo supongo que ellos se imaginan Aguascalientes: un territorio controlado por el narcotráfico, una plaza de los zetas –todos los curiosos mencionaron ésta palabra-, con violencia explícita en las calles, una interminable pasarela de balas y sangre que atestiguamos día con día, una situación que “está fea” –descripción ampliamente mencionada por los curiosos-, una población que vive atemorizada y enclaustrada.

Algún avivado podrá derrumbar con suma facilidad mi planteamiento, argumentará que las que escuché fueron voces excepcionales, que mi muestreo aleatorio es una reverenda tomadura de pelo que no demuestra que las opiniones que escuché sean estadísticamente una percepción generalizada que se tenga sobre Aguascalientes. Ciertamente, tendrá toda la razón, pero mi razonamiento no pretende abordar la estadística sino la percepción.

Y se puede percibir con claridad, pocos lo dudan ya, que Aguascalientes se está metamorfoseando, que aquel paraíso, imaginario quizás, pero paraíso al fin, se ha esfumado. El gran problema ahora es que nos encontramos en un trance en el cual nos destacamos por nuestra absoluta indefinición, si algo habemos de reclamarle a nuestros gobiernos locales es que no nos dicen cual es nuestra situación, gran parte de la población está desconcertada y ellos no atinan a hablarnos de frente, declaraciones como “la plaza no está vendida” o “hay elementos corruptos” no nos ayudan en nada. La plaza no está vendida, ¿pero qué tan contagiada está por las células de la delincuencia organizada?; hay elementos corruptos, ¿pero cuántos son?, ¿alcanza esta corrupción a nuestros altos mandos?. También hay que hacerle preguntas a nuestra sociedad, que no sea ésta hipócrita, Aguascalientes no ha sido, ni es, parte de alguna ruta del narcotráfico, si la plaza está en disputa es porque el mercado interno es importante, ¿qué tan grande es el consumo de drogas en nuestro estado?.

Recién estamos despertando de nuestro letargo y sentimos que algo extraño nos ha ocurrido, como la mañana en la cual Gregorio Samsa se descubrió convertido en insecto, nosotros sentimos que no somos los mismo que completamente enamorados nos fuimos a dormir un miércoles 14 de Febrero de 2007, el subsiguiente “jueves negro” nos derrumbó, y a más de dos años de distancia, sabemos que hemos cambiado pero no sabemos en que nos hemos transformado.

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