19 de marzo de 2009

Piénsale


Se difunden con cierta frecuencia, en radio y televisión, unos peculiares anuncios en los cuales se muestran unos mosaicos de rostros y voces que le tienen una muy importante recomendación al pueblo de México: “piénsale y vota”. La campaña a cargo del IFE contiene una moraleja explícita: si razonamos, si meditamos nuestro voto, en una de esas podemos atinarle al bueno y tendremos entonces, por fin, gratos gobernantes.


Ok, si la receta es en realidad tan simple como nos lo hace creer el IFE, busquemos entonces los lugares que nos permitan informarnos, para poder así, pensar bien nuestro voto y ejercerlo con la absoluta seguridad de que estamos eligiendo al mero mero. Mauricio Merino confesaba en El Universal que se dio a la tarea de leer las plataformas presentadas por los partidos políticos con miras en los próximos comicios -debiéramos aplaudirle por ahorrarnos tan valioso tiempo de lectura-, en su empeño llega a conclusiones poco alentadoras: “los partidos muestran la confianza que tienen en sí mismos, en sus ideas y en su capacidad para resolver prácticamente todos los problemas” (plop!); “no es evidente que cada uno de ellos tenga una visión completa del país y de los problemas que deben afrontarse desde el Poder Legislativo. Los textos que leí son, más bien, una suerte de miscelánea de diagnósticos parciales, casi todos incompletos y desconectados entre sí, que les permiten a los partidos dirigirse a todos los públicos en una amplia variedad de temas” (plop!); “la oferta de redención negociada por los partidos y su fe en la voluntad propia. Como si de veras pudieran” (y más plop!). En resumen: puro egocentrismo propagandístico.


Pero seamos realistas, ¿qué mexicano lee las plataformas presentadas por los partidos políticos? Muy pocos, ha de haber incluso por ahí varios políticos que andan pregonando una plataforma que ni siquiera han leído. Busquémosle mejor por otro lado.


La pauta publicitaria, el spot, es la mayor oportunidad que tenemos como ciudadanos para entrar en contacto con las propuestas ofrecidas por los partidos políticos, en breves treinta segundos se nos ofertan propuestas que llegamos a conocer más por su reiteración que por su sólida consistencia. Sin embargo, nuestros partidos políticos son tan malos que ni siquiera pueden hacer spots que resulten atractivos –ya no digamos informativos- para la población, pretenden seducirnos con el elogio en primera persona, la consigna y la porra, dejando a un lado el análisis conciso y la propuesta concreta. Jesús Silva-Herzog Márquez se ha percatado de ello y lanza una divertida convocatoria en su blog: una encuesta para determinar cual es el partido político que ha elaborado el peor spot. La competencia resulta encarnizada.


Seamos realistas, idealizar el raciocinio del voto es una ingenuidad, por desgracia no contamos con sólidas bases que nos permitan emprender la aventura del ejercicio racional. Si no meditamos nuestro voto es porque no creemos lo que nos dicen -no es gratuito que la credibilidad que tenemos en nuestros partidos políticos esté a punto de tocar foto-, si no pensamos es porque nos parece improductivo departir sobre mentiras y patrañas. En este sentido las conclusiones de Mauricio Merino resultan esclarecedoras, la mayor propuesta de nuestros partidos políticos es el hacernos creer que son ellos la cura de todos nuestros males, ¿de verdad creen que somos tan ingenuos?


Estamos a menos de cuatro meses de que se lleven a cabo las elecciones federales y los partidos políticos están demostrando una asombrosa capacidad para provocar bostezos en la ciudadanía, si los partidos políticos se dedicaran a la prostitución no levantarían un solo cliente ni desprendiéndose de su sostén. La situación a nivel mundial y nacional son preocupantes y la imaginación de partidos políticos únicamente los lleva a erguirse como el arroz de todos los moles … ¿de verdad debemos de pensar tanto nuestro voto? No, dediquemos mejor nuestro tiempo a otras actividades, a nuestro voto dediquémosle un de-tin-marin-de-do-pingue, una corazonada, la anulación o de plano el abstencionismo, ya que al parecer, no nos queda de otra.

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