En estos momentos están sufragando millones de personas en los Estados Unidos, eligen a su próximo mandatario. Dicha nación, supuestamente en decadencia, sigue atrayendo miradas como ninguna otra en lo grueso del orbe.
El efecto Obama ha sido el eje de la campaña: Obama el que puede, Obama la esperanza, Obama el que es distinto incluso en el tono de su piel, Obama el orador prolijo, Obama el de la sonrisa irrechazable...
La enorme acogida que ha recibido su discurso en todo el mundo resulta sorprendente pero a la vez paradójica. Si algo se intuye a través de su ideario es el ansia de reposicionar el poderío norteamericano, no es casualidad que un ensayo de su autoría se titule Renewing American Leadership. De Hugo Chávez a Fidel Castro, varios personajes conocidos por su discurso antiyankee le han manifestado su apoyo al candidato demócrata, y por ende, a la reconstrucción del imperio norteamericano.
En el fondo sabemos que el mundo necesita que esa nación conocida por su altivez luzca vigorosa, lamentable, pero cierto.
4 de noviembre de 2008
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2 comentarios:
Comparto tu punto de vista
De todas maneras, hay una cosa que se llama soft power en política. Se puede liderar sin andar invadiendo países a diestra y siniestra
Eso no es muy diferente al Tercer Reich
Así es, así es... habrá que esperar.
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