27 de enero de 2009

Sobre el analista sin tema

Ayer Héctor Aguilar Camín se confesaba sin tema. Decía entre otras cosas: "no hay en mi cabeza tema adecuado, ni ánimo propicio, para el pequeño viaje de escribir esta columna, nada que me haya guiñado el ojo al pasar de los periódicos, nada que haya apartado en días anteriores para escribir en éstos, y aunque es verdad que temas sobran, no hay ninguno para mí, ninguno en el que quiera montarme para hacer las 400 palabras que exige esta columna, cantidad leve, siempre invitadora y amigable, pero hoy excesiva, inalcanzable casi, por falta de un tema convincente en qué empeñarla, un tema invitador que se ilumine solo y salte venciendo los obstáculos de la repetición y la ignorancia, es decir, de las cosas de que he hablado demasiado, y de las cosas sobre las que nada tengo que decir, pues las ignoro". Y a partir de ahí, divagaba entorno a la fiesta forestal de la mañana.

No vi nada de malo en ello, aunque tampoco encontré en las citadas líneas algo digno de ser comentado, pasé a la página siguiente y ¡zaz! asunto olvidado. Sin embargo me topo hoy con una furibunda reacción al respecto, un blogger masculla indignado que la ocurrencia de Aguilar Camín es un claro ejemplo de la decadencia del periodismo impreso, de un intelectual dormido en sus laureles, y de la insensatez de quien, habiendo temas tan importantes en el mundo, ¡se pone a describir lo que ve por su ventana!. Bueno, basta con leer las etiquetas de dicha entrada para comprobar su furia: burlarse de los lectores, tonterías en los periódicos, ver la cara.

He cambiado de opinión, creo ahora que el artículo en cuestión es comentable, es un llamado a la divagación, y un servidor, fanático confeso de ésta, lo defenderá.

Pocas cosas tan fastidiosas como la monotonía: Leer al crítico literario comentado exclusivamente sobre libros, al cinéfilo manifestando mil veces su amor por el cine, al politólogo que se masturba inventando concertacesiones... llegan a ser lindos por un momento pero me provocan hartazgo cuando los comentarios subsecuentes no son más que clones de sus primeras disertaciones.

Si bien Héctor Aguilar Camín no es el primero en hacerlo -y mucho menos el mejor en hacerlo-, me parece un alivio que en nuestra prensa, tan ávida en hablar exclusivamente de asuntos políticos, se cuelen temas superfluos pero llenos de oxígeno, como el divagar sobre la copa de los árboles que se aprecian desde la ventana.

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