25 de octubre de 2009

Una lección de vida y otra más de amor

Mi trabajo me ofrece pocas satisfacciones, pero me ofrece algunas. El viernes pasado, por ejemplo, conocí a una persona asombrosamente decidida, su increíble capacidad para decidirse llamó poderosamente mi atención y, para romper la barrera del silencio existente entre nosotros, le pregunté de dónde era, de Zacatecas -me respondió él-, continué con el interrogatorio, le pregunté entonces que hacía en tierras hidrocálidas y me respondió con suma naturalidad que venía a que le dieran quimioterapia.

Me helé, la sangre se me fue a los pies, pero como no percibí en el semblante del señor ningún gesto de dolor tras develarme su realidad, seguí platicando amenamente con él. Al despedirse me quedé pensando en aquel señor, deduje imaginariamente que su sorprendente capacidad para decidirse se debía a su enfermedad, él sabe que no tiene tiempo para dudar y vive su vida tomando decisiones sin chistar. Me gusta su filosofía.

Un día antes, el jueves por la noche, le pinté sus uñas de color negro, nunca antes lo había hecho, me desempeñé muy probablemente con suma torpeza, pero lo hice y me gustó. Fue curioso, el día que nos pintamos entre los dos (ella me pintó un dedo a mí) concluimos la velada viendo como pintaban un mural, uno de los artistas nos pidió que firmáramos el libro de visitas, y así lo hicimos.

Mientras ella y yo decidíamos que anotar pude contemplar fijamente su pómulo izquierdo, en él, se podían apreciar pequeñas arrugas, ella, en apariencia tan perfecta, me mostraba sus imperfecciones sin temor alguno. Corroboré que me gusta porque con ella puedo desenvolverme naturalmente, le muestro mis múltiples imperfecciones y no le oculto mis escasas perfecciones, sé que ella es también así, sé que cuando está a mi lado, cuando está conmigo, se muestra tal cual es: una imperfecta pero extraordinaria mujer. Aquel jueves, me moría de las ganas de besarle en aquel momento su imperfecto pómulo, pero no lo hice. Estoy seguro que si hubiese conocido antes a aquel señor de Zacatecas probablemente lo hubiese hecho, me hubiese decidido en ese momento a besarle su pómulo. Me gusta tanto ella.

2 comentarios:

Lily dijo...

¿Qué pensarás de mí?...

Lily dijo...

Habrá alguna anécdota memorable en mi compañía que puedas plasmar???...