1 de octubre de 2009

¿Y nuestros moneros?


Hace un par de semanas estuve de viaje brevemente en Guadalajara, allá, me encontré con una persona que nos cuestionaba, a mis compañeros de viaje y a mí, sobre el nombre del autor de la pintura que se encuentra a la entrada de la ciudad de Aguascalientes. Saturnino Herrán, pensé mas no respondí. El curioso interrogador comenzó entonces a describir la supuesta pintura y me dí cuenta de que en realidad estaba hablando de un grabado, obra de José Guadalupe Posada, que se encuentra en la entrada sur de la ciudad: La Catrina. Debo confesar que me llamó poderosamente la atención el que el sujeto relacionara la ciudad de Aguascalientes con la obra de José Guadalupe Posada.

A raíz de este hecho reflexioné brevemente: pese a que Aguascalientes vio nacer a gente como José Guadalupe Posada y Antonio Arias Bernal, la sátira política gráfica permanece ausente en esta entidad. Quizás dos nombres no alcancen a formar una tradición, pero algo debimos aprender de ellos, y al parecer, no lo hicimos.

Hojeo con relativa frecuencia los periódicos locales, y en esas páginas, no logro encontrar la picardía de un monero que plasme con ingenio y mordacidad la noticia del día. Todo parece indicar que los moneros se extinguieron en este estado, y debido a ello, ya no existen los ilustradores de la vida pública de la entidad. Ello entristece.

Cuando leo los periódicos de circulación nacional, es siempre refrescante encontrarse a media lectura con el humor de Boligán, Jis, Magú y compañía. Sus cartones son una especie de antiácido que nos ayuda a digerir, sin problemas estomacales, nuestra precaria realidad. Las páginas de los diarios hidrocálidos no cuentan con ese antiácido, con ese cartón capaz de hacer llevadera la digestión informativa.

Más preocupante aún, es el hecho de que nuestra picardía se ha evaporada no solamente de los periódicos, sino en distintos rincones de la vida diaria: en los cruceros viales es común ver cómo los indigentes apelan únicamente al sentimentalismo, piden para una supuesta operación incosteable, para el taco diario para el estómago hambreado, o simple y sencillamente estiran la mano, pocos intentan algo más pícaro, pocos como aquel héroe, payaso de profesión, que expende saludos a diestra y siniestra, común es encontrárselo en el crucero de Héroe de Nacozari y Madero; improvisan actos ambulantes las batucadas juveniles, los vistosos breakdancers acrobáticos y el melancólico imitador vocal de José José, pero pocas veces se asoma el humor en esas manifestaciones, ya no recuerdo cuando fue la última ocasión en la cual un mimo me regalara una sonrisa; los merolicos hablan de enfermedades, profecías tétricas, religiones mágicas, remedios aún más mágicos… pocas ocasiones emplean sus dotes de oradores para amenizarnos el día contándonos un par de chistes o sátiras políticas hilarantes.

Enrique Rodríguez Varela anunciaba la semana pasada en La Jornada Aguascalientes la creación de un interesante colectivo en varias ciudades del país, entre ellas, Aguascalientes. Espero que dicha propuesta (y otras más) logre germinar en Aguascalientes, espero que logre concientizar, y espero, personalmente, que contenga altas dosis de picardía, que se coloree un poco esta ciudad tan grisácea.

En este estado hemos perdido varias cosas, parece que entre los tantos extravíos que hemos tenido se nos fue incluso nuestra picardía. Que en los periódicos locales no exista un espacio para los moneros, es un claro ejemplo de ello.

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