21 de julio de 2008

Contemplar pasivamente el horizonte


Una noticia me llamó poderosamente la atención, en los Estados Unidos, la gente ha dejado de comprar mayoritariamente los vehículos denominados SUV’s, esas camionetas que son deseadas por gran parte de las madres de familia para acarrear en ellas a sus crías... ¿La causa? Los altísimos precios de la gasolina que, acá en México, no se han visto reflejados debido a un subsidio federal que, muy probablemente, pronto perecerá.

La prevención del pueblo norteamericano, que la mayoría de las ocasiones me había parecido una obsesión proveniente de la paranoia, como toda aquella parafernalia para combatir la supuesta amenaza del Ántrax en el período posterior al 11/09, me parece admirable, y para decirlo con mayor contundencia, envidiable.

Acá en México, la cultura de la prevención es inexistente en todos sus sentidos, los mexicanos no parecemos darnos cuenta de lo que realmente está ocurriendo en el mundo, o hacemos como si no nos enteráramos de ello, el valemadrismo impera entre nosotros, ni nos ocupamos, ni nos preocupamos de lo que nos perjudicará el día de mañana, al ser escasamente precavidos, terminamos por improvisar, y nuestras improvisaciones sueles fraguar y fracasar, no actuamos, aguardamos con cautela los designios del destino, de último, esperamos que la Guadalupana o algún súper-político nos salven de caer en la desgracia.

El desinterés impera entre nosotros, nos tomamos la vida demasiado a la ligera, y ejemplos de ello abundan. Vaya usted a alguna universidad, lugar que ejemplifica la excelencia y la prosperidad por antonomasia, cualquiera, pública o privada, es lo de menos, vea las actitudes de alumnos y maestros, escuche las conversaciones. Notará usted que la mayoría de los estudiantes están más ansiosos por salir de clases, que por entrar, mientras menos tiempo dure la cátedra, mucho mejor; algunos profesores adoptan una actitud salomónica: “que aprenda el que quiera”, su obligación, por la cual le pagan, se la cede a su alumnado; las conversaciones giran entorno a casi-todo: lo que deparará el fin de semana, la pareja sentimental, el amor platónico... pero escasamente se aborda el tema académico.

Ilusionarnos con el futuro es común entre nosotros, pero actuar por en pro de ello no lo es, y otro ejemplo de esto lo encontramos en nuestros políticos: Sus estrategias políticas, que no ambiciones, están puestas en el presente y/o el futuro inmediato, sus discursos y acciones apuestan por una popularidad que, como sabemos, suele ser efímera, los proyectos a largo plazo suelen ser mera llamarada de petate, y las reformas que aprueban pocas veces atienden el futuro, lo importante para nuestros políticos no es edificar paso a paso una nación, sino elevar el raiting, salir en televisión, y ver a que puesto saltarán, cual grillos, en la próxima administración.

En la radio se escucha una canción de Julieta Venegas: “El presente es lo único que tengo, el presente es lo único que hay”, parece que así es como obramos los mexicanos, lo apostamos todo al presente, acá las SUV’s siguen teniendo un cierto atractivo, acá no pensamos en los elevados precios del combustible, acá no pensamos en la próxima extinción del oro negro... acá improvisaremos algo cuando el futuro nos alcance.

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