21 de julio de 2008

De Memín Pinguín a Barack Obama


La semana pasada, las historietas de Memín Pinguín fueron retiradas de los establecimientos de Wal-Mart en los Estados Unidos. Bastó con que un cliente reclamara, arguyéndose insultado, para que la cadena de supermercados decidiera adoptar una decisión así de drástica. ¿Por qué tomaron una medida tan expresa y tan radical? En un comunicado daban su argumento: “dada la sensibilidad a la imagen negativa que puede representar para algunas personas, sentimos que era mejor ya no presentar el artículo en nuestras tiendas. Ofrecemos disculpas a aquellos clientes que se hubieran ofendido por las imágenes del cuento”.

Si la polémica de Memín Pinguín suscitó pequeñas lloviznas, una portada de la revista The New Yorker ha desatado un verdadero vendaval en los Estados Unidos. La tapa es una auténtica bomba molotov, una caricatura de Barry Blitt que contiene: A Barack Obama vestido de musulmán, a su esposa con un atuendo de guerrillera, el cuadro de Osama Bin Laden pendiendo en la Oficina Oval de la Casa Blanca, y una bandera de los Estados Unidos ardiendo en una chimenea.

Ambas portadas se conectan, Obama y Memín Pinguín, dos personajes de raza negra que contienden por la presidencia. Todos sabemos que en la batalla para llegar la Casa Blanca están en disputa diversos intereses. Estados Unidos, pese a todo, sigue siendo la gran superpotencia mundial, el poder y el dinero que están en juego son muy amplios; contienden visiones del mundo divergentes, la continuación del bushismo contra el cambio que dice representar el senador por Illinois... pero otro elemento importantísimo será sometido a votación, la condición de su sociedad ¿Está la sociedad norteamericana preparada para acoger a un presidente de color en la Casa Blanca?

Las elecciones que se llevarán acabo en noviembre próximo serán un retrato de la idiosincrasia de la sociedad norteamericana, ¿Cómo encarará la cultura norteamericana su tardía bienvenida al siglo XXI?, ¿Ha cicatrizado realmente la herida racial que tanta sangre derramó en su territorio?. La apuesta de The New Yorker me parece clara, lanza un cuestionamiento público: ¿De verdad hemos superado nuestros complejos raciales, o vivimos en una total hipocresía?

Las reacciones que provocó la interrogante gráfica –“de mal gusto y ofensiva” según Bill Burton, vocero de Obama- me hacen inclinarme por la respuesta negativa, que una portada devenga en semejante polémica quiere decirnos que la temática racial muy lejos está de haber sido superada, el cuestionamiento es el origen de la duda, The New Yorker nos ha puesto a dudar a todos sobre los supuestos avances sociales, que no legales, en torno a la discriminación.

El norteamericano suele exhibirse como un liberal ante temas que no le atañen directamente, las caricaturas de Mahoma publicadas en un diario holandés, y las reacciones de los musulmanes, les sirvieron para ejemplificar la intolerancia de una cultura, ¿Qué debemos pensar de lo que acá estamos viendo?

El tema del racismo no suele ser paradigmático para el norteamericano, hace tres años decidieron premiar a Crash con el Oscar a la mejor película, cinta que contiene un discurso sobre el racismo, ¿Por qué censuran entonces a Memín Pinguín y cuestionan a The New Yorker? Porque las formas les importan, Crash es una película que irradia hipocresía, a grado tal que un policía racista se redime y termina salvando a la mujer negra que yace debajo del coche, el de Paul Haggis es un filme narrado a manera de ensayo, que concluye con una edificante moraleja, de esas que le llegan a los corazones sensibles... sensibilidad, la palabra empleada por Wal-Mart. En los temas de racismo, el norteamericano apela a la sensibilidad y la evasiva, la caricatura interrogativa de Barry Blitt no va dirigida a la sensibilidad de la epidermis, a la superficie, sino a las vísceras estomacales, a lo hondo, las respuestas han sido la sensibilidad y la evasiva... Bertrand Russell decía que la modestia es un comportamiento que oculta el sentimiento de inferioridad, asumo que apelar a la sensibilidad y actuar con evasivas, es un modo de esconder la hipocresía.

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