25 de mayo de 2009

¿Realmente los merecemos?


Dentro de la sociología política existe aquella máxima que dicta que “los pueblos tienen el gobierno que se merecen”. De ser cierto, los mexicanos vivimos condenados, pues sabido es que tenemos gobiernitos pinchurrientos, y también lo es que como sociedad no estamos dispuestos a superarnos.

Me pregunto que tan cierta es dicha máxima después de haber visto los tres videos sobre la fuga masiva de 53 reos en el Cereso de Cieneguillas. ¿En verdad nos merecemos estos gobiernitos en los que la corrupción viene a ser algo así como una necesidad fisiológica?

Lo que en los videos se puede apreciar es, ante todo, cinismo. Quienes planearon tan coordinada fuga conocían la existencia de las cámaras de seguridad pero poco les importó, ocultar su proceder no fue una de sus prioridades, peor aún, parece que la exhibición fue uno de sus propósitos.

¿Cómo explicar la soberbia actuación de un custodio que simula estar siendo amagado por un reo?, ¿Qué necesidad tenían de disfrazarse de policías cuando en la cárcel parecían estar tan cómodos como en sus casas, bien pudieron haber irrumpido desnudos y nada hubiese cambiado?, ¿Por qué razón a un reo, de repente, como que se le prende el foco y cubre con una chamarra la cámara frente a la que se ha exhibido una cantidad de corrupción tan vasta, que a más de uno se le ha de haber aflojado el mastique, nomás del coraje?

Me hago a la idea de que este teatral montaje va dirigido a la ciudadanía, si se actuó con tal descaro frente a las cámaras fue, precisamente, para que ese descaro fuese exhibido públicamente. El mensaje es contundente: ante el crimen organizado, los ciudadanos tendrán que defenderse a resorterazos o vaya-usté-a-saber como, porque lo que son los gobiernitos que supuestamente deberían de brindarnos seguridad, esos gobiernitos los delincuentes los pueden comprar como si se tratase de teiboleras malbaratadas.

De nuevo la pregunta del millón: ¿Realmente nos merecemos estos gobiernitos? Uno voltea hacia la sociedad, y en ella, fácilmente se pueden apreciar un cúmulo de deficiencias: adolescentes que creen que violar todas las leyes de tránsito los proveerá de hombría, abarroteros que exhiben en sus anaqueles productos caducados, maestros a los que les da flojera preparar sus clases y ponen a sus alumnos a exponer temas que desconocen por completo… pero como lo dije anteriormente, son deficiencias, graves, quizás, pero distan del putrefacto estado en el que se encuentran nuestros gobiernitos.

Creo que el problema radica en que la ciudadanía está sumida en el conformismo, el desfile de corrupción que nos han legado desde hace años y con obscena frecuencia nuestros gobiernitos nos tiene sedados. Tanta corrupción, tanta impunidad, tanto cinismo.

¿Qué puede hacer el ciudadano? Protestar: no le hacen caso; gritar: no lo escuchan; escribir un articulito en algún periódico: no lo leen; denunciar: se ríen de él en su cara; abstenerse de votar: dios creo a los acarreados.

Estamos conformes con nuestros gobiernitos porque éstos, a fuerza de cinismos, han logrado desilusionar a la ciudadanía, simple y sencillamente ya no hay ánimo para la protesta o la revuelta. Bien borrachos, huevones, sumamente ignorantes y hasta panzones, sí, somos una sociedad sumamente deficiente, pero sinceramente, no nos merecemos estos gobiernitos tan pinchurrientos que tenemos.

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