25 de septiembre de 2009

Algo más sobre mí y mis personajes secundarios

Le conozco desde hace aproximadamente siete años, podría decirse que somos amigos, amigos del brindis: nos vemos en fiestas, en bares, y frecuentemente brindamos por ello; podemos vernos varias veces en una misma semana, o no vernos en un periodo de casi un año; nos hemos desvelado juntos hasta altas horas de la madrugada, y sin embargo, conocemos realmente muy poco el uno del otro, nunca nos hemos puesto a platicar sobre lo que somos. Le invité una cerveza, quería escuchar una voz distinta, nuevos consejos, nuevas ideas, nuevos tonos. Aceptó.

Mientras platicábamos e ingeríamos una rusa (la idea de la cerveza fue prontamente desechada) nos percatamos de lo poco que en realidad nos conocemos, se podría decir que, pese a nuestra cercanía, somos cada uno personajes secundarios en la vida del otro.

He de confesar a estas alturas mi fascinación por los personajes secundarios: aquel actor de mirada lacónica que te parece conocido, aquella actriz de aspecto indigente que ha hecho ese papel en más de tres películas aunque tú no te des cuenta de ello… en ocasiones, la fuerza del personaje secundario es tan fuerte, que termina robándose la película.

En mi vida ha habido realmente pocos personajes principales, pero he tenido contacto con una infinidad de personajes secundarios. Ayer recordaba a algunos de ellos:

Recordaba a aquella joven que me frecuentó telefónicamente por casi medio año, hablaba diariamente a mi casa, platicábamos largo rato aunque no recuerdo sobre qué. Me decía que le conocí en la feria –era mentira-, me citó en un par de ocasiones pero nunca acudí a la cita, pese a ello, pese a mis plantones, seguía llamándome, hasta que un día, de repente, se esfumó, no volví a recibir llamada alguna de ella. ¿Quién sería aquella joven?

Recuerdo también al buen “Poncho De Nigris”, acostumbrábamos a ir en aquellas épocas, en las que Big Brother era un fenómeno mediático, a La escalera y a La escena. En aquellos lugares, siempre nos encontrábamos a un curioso y folclórico personaje, muy parecido a Poncho De Nigris, quien en el parecido, llevó la penitencia, el buen “Poncho De Ningris” fue objeto de múltiples burlas de nuestra parte. Nunca conocimos su nombre, nunca le hablamos, nunca le hemos vuelto a ver… pero que buenos ratos pasamos a sus costillas.

He conocido a mucha gente en viajes relámpago, pero solamente a tres de ellos les recuerdo con singular cariño: en una capacitación laboral que tuve en el jocoso defecoso conocí a un par de mujeres extraordinarias, una de ellas, madre de un hijo con altas expectativas estudiantiles, la otra, una joven alegre, pícara y, ciertamente, poseedora de unos muy tentadores glúteos. El último día de nuestra estancia en el jocoso defecoso nos embriagamos juntos en un antro, bailamos, nos espantamos al unísono al recibir la elevada cuenta, regresamos al hotel, y finalmente, platicamos profundamente hasta quedarnos dormidos en una confortable cama king size; Recuerdo también a aquel personaje que conocí en una capacitación en León, un muy simpático padre de familia, ambos teníamos en común un apetito feroz. Jamás he conocido a alguien con semejante capacidad para contar chistes, nos hacía reír hasta las lágrimas.

Recuerdo a aquella abogada de profesión, y sobretodo, de nacimiento (llevaba el oficio en sus venas), “la lic”, le decíamos. Fue mi compañera de trabajo por un breve tiempo, hablaba hasta por los codos, abogada y chilanga a fin de cuentas. Sabía que le gustaba pese a que ella decía tener novio, por ende, estando ambos embriagados, en una ocasión nos acostamos. Le recuerdo no por eso, sino por lo que dijo airada y extasiadamente mientras le hacía el cunnilingus, jamás he vuelto a escuchar a una mujer confesar tan divertidamente, y entre gemidos, la insatisfacción sexual que le brindaba su pareja. Pronto se salió del trabajo, me buscó en un par de ocasiones, supongo yo que para mitigar la insatisfacción sexual que le provocaba su pareja, sin embargo, nunca contesté sus llamadas.

Recuerdo a mi entrañable y espontáneo amigo del último semestre de la preparatoria, teníamos tres recesos en la prepa, nos veíamos exclusivamente en el último de ellos, el más breve. Fumábamos un cigarrillo mientras departíamos sobre lo futuro, no sabiendo que jamás volveríamos a vernos en dicho futuro.

A todos estos personajes secundarios de mi vida, y a los muchos otros que han llenado mi vida de anécdotas: Gracias, muchas gracias por hacer mi vida un poco más interesante. Y a ti, que me acompañaste el día de ayer por una rusa, doblemente gracias por demostrarme que no eres un personaje secundario en mi vida, sino que eres mi amiga, espero que tú también me consideres un buen amigo.

No hay comentarios: