8 de septiembre de 2009

Percepciones


Ante la simbólica importancia que tienen las encuestas de opinión, esos pequeños parajes en los cuales se hace eco de la voz del ciudadano, la clase política del país no oculta su desdén, y califican a la opinión que han dado los ciudadanos con un (¿despectivo?) calificativo: “son percepciones”.

Nuestras percepciones importan, aquello que conocemos por obra y gracia de nuestros sentidos, pero que es desestimado por nuestros políticos, forma ineludiblemente parte del entorno en el cual habitamos. ¿Cómo percibo -¡oh egocentrismo!- nuestra nación?

Gusto: la comida mexicana es mundialmente famosa y apreciada, lamentablemente, la dieta promedio del mexicano dista mucho de ser exquisita, es más bien rudimentaria. Quizás nuestros nutriólogos podrán explicar la compleja paradoja de un país sobrepoblado de hambrientos y de obesos por igual, lo que mi humilde y no-certificado paladar alcanza a percibir es una monotonía gastronómica, nuestra dieta está menos balanceada que los neumático de un camión urbano, en un gran número de hogares se sirve usualmente el mismo platillo, en gran parte producto de nuestra maltrecha economía: los empleos se pierden, los salarios se estancan y el costo de los productos de la canasta básica aumenta; pero también en gran parte, producto de nuestra maltrecha cultura culinaria.

Olfato: el olor distingue, por ejemplo: cuando se vacaciona en la playa, antes de poder contemplar el mar con nuestros ojos, éste se huele. Carlos Reyes Sahagún publicó recientemente en Crisol Plural un par de artículos sobre los ahora extintos viñedos de Aguascalientes, un olor que no solamente se perdió, sino que nunca se transformó. El estado de Aguascalientes ha perdido sus olores, su esencia, su rumbo… las nuevas generaciones de hidrocálidos no sabemos porqué nos distinguimos, no existe actualmente un elemento –más allá de la episódica Feria de San Marcos- que nos arraigue, que nos identifique, que nos cohesione como entidad.

Oído: se escuchan murmullos y silencios, ¿los de siempre?, no, entre los primeros predomina un elemento: la duda. “¿Cuándo terminará la crisis?” –preguntamos varios-, más que las palabras, destaca el tono: la urgencia en la pregunta, el titubeo en la respuesta; se nos responde con inseguridad, ante la escasez de argumentos predominan los buenos deseos: “pronto saldremos de ésta”. Andamos a ciegas, y en nuestros titubeantes pasos, se percibe nuestra desconfianza. Se posponen planes, se acortan los viajes, quien quiere abrir un negocio se lo piensa más de dos veces, se evitan gastos necesarios, e incluso, algunos necesarios…

Tacto: la imaginación de este humilde servidor se agotó en este punto (mil disculpas). El único contacto táctil que tengo con la sociedad es el saludo, la rugosidad de la piel, la forma y la fuerza tan distintiva con la que cada mexicano ejecuta el apretón de manos, me hace reflexionar, cada mexicano percibe un México distinto, este artículo es pues una auténtica vacilada.

Vista: Al menos en la ciudad de Aguascalientes, los gobiernos son fieles devotos de una falsa creencia: que la seguridad es cuestión de impacto visual. Hemos de tener las camionetas más grandotototas y los coches más fregones y veloces –ya quisiéramos uno de esos en nuestras cocheras- de todo el país patrullando por la ciudad, pero ambos balas de salva; se adquirió también un helicóptero cuya historia es más confusa que El arco iris de gravedad, aeronave que solamente ha servido para hacer ruido (mucho ruido), espantar a la gente (espantarla mucho) y para el (des)lucimiento de la administración municipal.

Pero, pese a todo esto, algunos siguen coreando a todo pulmón los goles del tricolor, y otros, compran gustosos alguna de las múltiples variaciones de la bandera de México -de venta actualmente en el crucero vial de su preferencia-. Si los políticos desestiman nuestras percepciones, nosotros tratamos de evadirlas, dentro de una semana estaremos todos gritando al unísono: ¡viva México cabrones!

1 comentario:

Justes dijo...

aunque a Pynchon no le haría especial gracia, acertadísima la comparación entre el helicoptero y el arco iris de la gravedad.