16 de febrero de 2009

La tragedia de Óscar Wao


A finales del año pasado tuve la fortuna de leer un libro que me pareció extraordinario: La maravillosa vida breve de Óscar Wao. Título irónico por cierto, la vida de ese desafortunado antihéroe era ante todo una suma de infortunios y tragedias.

Recupero su lectura porque, encontrándonos en el mes en el cual se celebra todo aquello que está relacionado con el amor y la amistad, recordé con ternura a aquel parco personaje para quien las relaciones interpersonales resultaban una imposibilidad. No es que las circunstancias sociales y/o culturales le impidieran relacionarse, es que, sencillamente, Óscar Wao era un personaje sin cualidades.

Es precisamente la cualidad el tesoro que más se aprecia en la amistad, un amigo es aquel que posee alguna cualidad (cualquiera) con tal que ésta sea apreciable. Una amistad es ampliamente estimada porque la cualidad que ofrece es simple y sencillamente insustituible.

Leonardo Curzio publicó en El Universal un provocativo –aunque escasamente comentado- artículo en el cual sugiere que México no tiene cualidades para afrontar la crisis. Somos –dice sin rodeos- una “República patética”. Su afirmación resulta alarmante, no es que México no cuente con herramientas para hacerle frente a la crisis, es que carece incluso de algo más básico: de cualidades. Según su hipótesis, ante la imposibilidad para hacerle frente a la crisis no nos queda de otra más que ser espectadores privilegiados de nuestra debacle económica.

Por otro lado, Paul Krugman apuntalaba desde las páginas de The New York Times que uno de los escasos signos positivos que está arrojando la actual crisis es el incremento del ahorro. Aunque paradójicamente, el que se esté haciendo tan obsesiva la manía del ahorro es lo que está manteniendo paralizada a la economía mundial.

Sabemos de antemano que el gobierno poco y nada hará para sacarnos del embrollo de la crisis, su papel se limita a anunciar planes que, o no funcionarán, o se quedarán cortos, así que, ha llegado la hora de comenzar a actuar y no dedicarnos exclusivamente a profetizar cuan grande será la catástrofe que se avecina. Lo dicho por Paul Krugman es una realidad, los únicos que podemos revitalizar la economía somos nosotros mismos. Si los bancos continúan negándose a aperturar créditos, carajo, que la gente comience a prestar entre sí, no con usura –si estamos hablando de una crisis ética, debemos demostrar que hay sectores de la población que todavía la preservan- sino con fraternidad. No se está haciendo negocio, se está haciendo un favor.

Si los gastos se están recortando, lo que gastamos gastémoslo con la cabeza y no con los ojos. Resulta inconcebible que en este país se pueda apreciar una enorme cantidad de personas vistiendo ropas desgastadas y malolientes pero que tienen entre sus manos un flamante celular con cámara integrada de un titipuchal de megapixeles. Y todavía algunos ingenuos se preguntan porque Carlos Slim es tan inmensamente rico, pues por esa manía heredada del siglo XX que cree que el status social depende exclusivamente del materialismo, en el particular caso mexicano, del celular. Por ejemplo, semanas atrás intentaba galantear (sin éxito) con una mujer, la cual me despreció diciéndome: “ese es tu celular, ¡uh!, bien viejito”.

Algunos han alertado sobre los aires de proteccionismo que se avecinan, pero como en lo personal no veo más opciones para reavivar la economía que el consumo interno, apostémosle a lo Made in México. Desprendámonos de cosas simples provenientes del extranjero, ya no hay que tragar en los fast food norteamericanos que han invadido el país, comamos mejor en la cocina económica Doña Guille; ya no nos uniformemos con la ropa de Inditex –empresa que a pesar de haber monopolizado el mercado nacional, no ha abierto una mísera fábrica en el país-, comprémosles mejor a los pequeños diseñadores nacionales.

Si como nación no queremos terminar como el personaje de Óscar Wao, quien falleció -y encima lo hizo sin conocer el amor y la amistad-, debemos de comenzar a descubrir y a explotar nuestras cualidades como nación. Quizás no tengamos de sobra, pero estoy seguro de que poseemos algunas.

2 comentarios:

El inconsistente dijo...

Vivir con lo nuestro. De eso se trata.

Acá en Argentina sabemos mucho de eso, porque desde el 2001 que no hay créditos para nosotros.

Por eso la crisis nos afectará más levemente. No porque la economía sea robusta, sino porque estamos afuera del mundo desde hace ocho años.

tomasinjaja dijo...

Para algunos mexicanos contar con tarjeta de crédito era tan indispensable como portar calzones ... en fin :S

Slds!!!