30 de julio de 2009

Aguascalientes y Berenice


En la más reciente edición de la revista Parteaguas aparecen publicadas unas fotografías capturadas por William Henry Jackson que datan de finales del distante siglo XIX. En ellas ha quedado plasmado un Aguascalientes lejano, un Aguascalientes al cual podemos acceder únicamente gracias a documentos como el ya citado.

A raíz de la película que actualmente se filma en la entidad, Gustavo de Alba publicó la semana pasada en Crisol Plural un bello texto sobre Último atardecer, película filmada en Aguascalientes en el año de 1960. Pretendiendo continuar con la iniciada evocación de cintas filmadas en Aguascalientes, decido volver a ver La pasión según Berenice de Jaime Humberto Hermosillo.

Filmada en 1975, un pasado que a algunos les habrá tocado vivir y les parecerá familiar, pero al que muchos otros no tuvimos acceso. La película sirve ahora como testimonio de un Aguascalientes que se ha perdido. El ferrocarril es el principal ausente en el presente, se ha edificado un parque temático para evocar lo que actualmente nos parece tan lejano. Ahora los amantes y las familias no se despiden corriendo detrás del cabús, ahora se despiden en una muy grisácea central camionera.

La pequeña provincia ha ido engordando, llegó, por ejemplo, un momento en el cual los colores ya no fueron los suficientes como para seguir diferenciando las rutas de los camiones urbanos. Decidieron dejar la brocha de lado y se recurrió al práctico pero poco pictórico método de la enumeración.

El cine, cuan distinto que era anteriormente, las salas cinematográficas no solo han empequeñecido considerablemente, se han transformada del todo, ya no son más un reducto de la convivencia, ya no existen los intermedios para acudir a la dulcería, defecar, estirar las piernas y hasta ligar. El espectáculo, la carpa de circo que inventaron los Lumière, se ha vuelto un asunto serio, incluso el sonido de un celular es un enemigo público, ya no existen más los Cinema Paradiso.

Y así, podríamos seguir enumerando cambios y más cambios: el firme de la plaza de armas, la espectacular expansión de la avenida José María Chávez, anuncios espectaculares que requerían únicamente de una enorme tipografía para llamar la atención del consumidor…

La pasión según Berenice es en gran medida un retrato de las provincias. En un restaurante que me parece familiar, Pedro Armendáriz y Martha Navarro cenan y charlan sobre las diferencias entre la Ciudad de México y la provincia.

Hoy, Diego Luna ha insistido hasta el cansancio en lo importante que es para él el poder filmar Abel en Aguascalientes. No dejo de preguntarme ¿qué tipo de Aguascalientes veremos en la pantalla grande?, ¿una ciudad que no solamente se ha expandido geográficamente sino también socialmente?, ¿una entidad que de la mano de su modernización ha contraído beneficios, pero también, un sinnúmero de problemas?, ¿una provincia que ya no es ni casta ni ingenua?

Escucho en la voz de Diego Luna una breve sinopsis de Abel. Sus intenciones me parecen claras: una especie de Las batallas en el desierto que se desarrolla en la provincia. Si ni siquiera un genio como Alberto Isaac logró plasmar en fílmico el retrato de una ciudad, ¿podrá hacerlo acaso el charolastra?

El día de anteayer fue William Henry Jackson, ayer Jaime Humberto Hermosillo y hoy le toca el turno a Diego Luna. Yo vuelvo a preguntarme: ¿Qué Aguascalientes se terminará plasmando en fílmico? … ¡ah!, también me pregunto: ¿sigue en funcionamiento el motel “La joya”?

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